Por Jenaro Villamil
Una primera lectura básica es la que está en la mayoría de los medios de comunicación: el ingeniero Carlos Slim, el empresario más acaudalado del país, salió a defender el proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) en los terrenos del viejo Lago de Texcoco y se colocó en una posición de confrontación con Andrés Manuel López Obrador, el candidato presidencial que lidera las preferencias electorales.
En el Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (GACM) celebraron como victoria propia el “lance” de Slim, un hombre de proverbial prudencia a la hora de defender sus intereses en la arena pública. Los voceros gubernamentales, con algunas excepciones, alabaron al principal accionista de Grupo Carso porque fue capaz de colocarle el “cascabel al Peje” en uno de los temas más delicados de la campaña para el sector empresarial.
Los principales titulares de los periódicos dan cuenta de la importancia de esta confrontación: “Enfrenta NAIM a Slim y AMLO” (Reforma), “Quiebran lanzas Slim y AMLO por Aeropuerto” (El Universal), “Slim choca con AMLO por el nuevo aeropuerto” (La Jornada), “Slim exige a AMLO no meterse con el NAIM” (Milenio Diario), “Defiende Slim el aeropuerto; lo ataca AMLO” (El Financiero), “Carlos Slim defiende el nuevo aeropuerto” (Excélsior).
El periódico El Universal lanzó en Twitter el siguiente sondeo:
“Carlos Slim dice que el Nuevo Aeropuerto detonaría inversión, pero López Obrador la considera cara y asegura que puede resolverse en la base militar de Santa Lucía. ¿Qué opinas?”. Hasta la mañana del martes 17 de abril, de 22 mil 438 votos, el 62% apoyó la frase “Slim tiene razón”, 26% “AMLO tiene razón” y 12% señaló “no lo tengo claro”.
Si uno analiza más allá de la lógica del talk show y de la innegable confrontación de dos puntos de vista de dos actores de primer orden (uno político y el otro empresarial), la jugada del ingeniero Slim más bien aparece como arriesgada para el propio gobierno de Enrique Peña Nieto y, sobre todo, para el Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (GACM), una empresa con mayoría de recursos estatales, responsable de la construcción y operación del nuevo puerto aéreo.
El movimiento de ajedrez de Slim no es precisamente un “jaque mate” a López Obrador sino un desaire entre líneas frente al fracaso en términos de comunicación de un gobierno federal que no supo defender su propio proyecto, una empresa estatal que salió a medios sin lograr la atención que consiguió el concesionario de Telmex y el inicio de una discusión más seria y menos teñida del ambiente electoral sobre los problemas de fondo que el propio ingeniero admitió como graves: la sobrexplotación del acuífero del Valle de México que incluye el hundimiento del propio nuevo aeropuerto, a menos que se realicen grandes obras hídricas.
En el fondo, hay más puntos de encuentro que de desencuentro entre las posiciones de Slim y de López Obrador, aunque ambos partan de puntos radicalmente opuestos: Slim considera que el Nuevo Aeropuerto en la zona de Texcoco generará un polo de desarrollo de tal magnitud que sólo se puede comparar con el canal de Panamá y “la racionalidad de este proyecto es indiscutible”, mientras que López Obrador defiende un “proyecto alterno” en la base aérea de Santa Lucía y que incluiría al actual nuevo aeropuerto Benito Juárez.
Algunas de las confluencias entre uno y otro que llaman la atención tras la larga exposición-conferencia de Slim son las siguientes:
1.-Tanto Slim como López Obrador consideran que el NAICM en Texcoco es caro, aunque por razones distintas. Slim advirtió que hubiera preferido una concesión privada, como operan los otros 35 aeropuertos del país, ya que “por regla general, las obras públicas son más caras y tarda más que la obra pública”.
López Obrador agarró al vuelo esta posición y desafió al magnate: “si es, como dice él, un buen negocio, que lo haga con su dinero, si lo hace así se le puede dar la concesión”. Por supuesto, esto estaría por verse, ya que en medio de este debate lo que existe es el inicio de una próxima negociación si el candidato de Morena gana la presidencia de la República.
2.-Slim advirtió que López Obrador no debe opinar sobre el tema porque éste se definió desde hace cinco años y él sólo es un candidato presidencial: “Ahorita no tienen por qué meterse, ahorita son candidatos, esta es una decisión que se tomó hace cinco años, es más, la decisión estaba tomada desde el gobierno del presidente Vicente Fox. Ahora no veo qué discuten”.
El propio Slim se contradice al afirmar esto. Si no fuera por la posición de López Obrador y del ingeniero Javier Jiménez Espriú, propuesto como futuro secretario de Comunicaciones y Transportes, el dueño de Grupo Carso no hubiera salido al debate público.
Además, Slim es juez y parte en este debate. Su yerno Fernando Romero fue el autor del proyecto de la terminal junto con el arquitecto británico Norman Foster. Su constructora CICSA y la española FCC, donde tiene acciones, forman parte de los siete grandes consorcios que han ganado contratos.
Sin embargo, Slim insistió que ni él ni ninguno de sus familiares han invertido de su dinero en la Fibra E (mecanismos bursátiles para financiar proyectos de inversiones con tasas de rendimiento del 10%) sino a través de los fondos de pensiones de Inbursa y, entre otros, de los propios jubilados de Telmex.
Si es así, entonces ni Slim ni AMLO ni las empresas contratistas o los asesores de López Obrador deberían ser los únicos en opinar sino los jubilados de Telmex y de las Afores que han invertido en la Fibra E.
En otras palabras, es un llamado a la socialización del debate, en la medida en que hay varios fondos de pensiones y Afores involucrados en esta obra. Además, los especialistas en asuntos hídricos y medio ambientales también deben participar en este debate que, como observamos, está abierto.
3.-Slim coincidió en confrontar todo acto de corrupción que exista en las obras del NAICM. Afirmó que “la corrupción hay que erradicarla”. ¿Cómo?, le preguntaron. “Transparentando, que no haya impunidad, que se vaya a la cárcel quien cometa irregularidades”, afirmó el ingeniero.
Hasta el vocero de Ricardo Anaya, Fernando Rodríguez Doval, admitió que el proyecto de la nueva terminal “genera desconfianza por toda la enorme corrupción que ha habido en este gobierno, muy particularmente en la obra pública. Sin embargo, la solución no es cancelarlo. Sería una verdadera locura”.
Aquí hay un punto de confluencia con la posición que ha defendido López Obrador: hacer una revisión exhaustiva de los contratos que se han otorgado para eliminar cualquier duda de corrupción.
4.-Morena y López Obrador emitieron en Facebook, el mismo día de la conferencia de Slim, un cómic para argumentar en contra de la terminal aérea en el Lago de Texcoco.
“El nuevo aeropuerto está ubicado en el fondo fangoso que era el Lago de Texcoco, un vaso regulador natural. Es una zona de grave hundimiento del suelo”, se lee en el folleto.
En su conferencia de prensa, Slim admitió que la “verdadera bomba de tiempo” no es el hundimiento del área del Lago de Texcoco sino de todo el Valle de México por la sobrexplotación de los mantos acuíferos.
Como si fuera un as bajo la manga, el ingeniero argumentó de manera muy extensa que “claro que se va a hundir el nuevo aeropuerto” porque es indispensable “dejar de sobreexplotar el manto acuífero” del Valle de México. Expuso que Grupo Carso ha realizado exitosamente “presas y lagunas de infiltración” así como una “gran planta de tratamiento del agua” para evitar que se siga perdiendo el 40% del agua pluvial y de otros usos que existe en la Ciudad de México.
Al escucharlo hablar con tanta vehemencia de los proyectos hídricos no pude menos que pensar que la pasión y el negocio de Slim en el futuro no será realmente el NAICM sino frenar el hundimiento del Valle de México y el uso del agua.
Ahí está, entre líneas, la otra jugada del hombre más rico de México y el hecho innegable que se haya colocado como interlocutor frente a López Obrador.
Fuente: Homozapping