El anuncio de que la petrolera Royal Dutch Shell ha alcanzado un acuerdo para la adquisición de British Gas (BG), con la que formará un gigante de la energía valorado en más de 200.000 millones de libras (272.000 millones de euros), constituye la mayor operación del sector de petróleo y gas en al menos una década. Se trata de la respuesta más drástica hasta la fecha de la industria al desplome del precio del crudo que comenzó el pasado mes de junio, y hace presagiar una oleada de fusiones y adquisiciones similar a la que redibujó el sector después de la última gran caída del precio del petróleo a finales de los noventa.
El acuerdo de adquisición se ha alcanzado, según confirmó la propia BG este miércoles en un comunicado, por un precio de unos 47.000 millones de libras esterlinas (unos 64.000 millones de euros) en efectivo y acciones. Esto equivale a 13,67 libras (18,73 euros) por cada acción de BG, lo que supone una prima del 50% sobre el precio de las acciones al cierre de este martes, cuando se filtró el acuerdo. El valor del gigante resultante duplicará al de BP y superará a Chevron. Los accionistas de BG serán propietarios de un 19% del grupo formado por las dos empresas.
Tras el anuncio, las acciones de BG subieron un 42% y las de Shell, que es la tercera mayor compañía petrolera del mundo, cayeron un 4%. El acuerdo también alteró el precio de la acciones de algunos competidores, como las de BP, que subieron un 4,3% ante la expectativa de que próximos movimientos.
La bajada de un 50% en los precios del crudo golpeó duramente a BG, la tercera energética del Reino Unido, que acabó el ejercicio pasado con pérdidas, y cuyas acciones habían caído un 28% desde que los precios empezaron a caer en junio. Tampoco Shell se ha librado de los efectos de la bajada de precios: hace solo dos semanas la compañía anunció que eliminaría 250 empleos en el Mar del Norte. Pero su mayor envergadura coloca al grupo anglo-holandés en la posición de poder comprar activos ahora que los precios están bajos, operación que sale más barata que explorar en busca de nuevos yacimientos.
El acuerdo reforzará la posición de Shell en nuevas reservas de gas y crudo, principalmente en Brasil y Australia, países en los que el grupo BG tiene importantes proyectos. Esto le permitirá ahorrar en los costes -cada vez mas elevados, como la compañía ha podido comprobar en su carísima y, hasta la fecha, infructuosa búsqueda de petróleo en el norte de Alaska- de tratar de ampliar sus reservas a través de la exploración.
Shell confía en que la adquisición de BG consolidará su dominio en el mercado de gas natural y acelerará su estrategia de crecimiento a nivel global. La operación elevará un 25% las reservas probadas de gas y petróleo de Shell y en un 20% su capacidad de producción.
BG es uno de los principales productores del mundo de gas natural licuado, una forma de gas que se enfría hasta obtener un líquido que se exporta en tanques por todo el mundo. Shell también tiene una importante posición en este mercado, de modo que, con la adquisición de BG, dominaría el mercado mundial de este tipo de gas.
“Los movimientos estratégicos audaces son los que dan forma a nuestra industria”, ha declarado Ben van Beurden, principal ejecutivo del grupo anglo-holandés. “BG y Shell encajan muy bien. La transacción se adapta a nuestra estrategia y a nuestra lectura del paisaje industrial que nos rodea. BG siempre ha estado en lo alto de nuestra lista”.
Shell espera que el proceso de adquisición, que podría generar sinergias anuales por importe de unos 2.500 millones de dólares (2.315 millones de euros), se acabe de completar a principios de 2016 y sus efectos sean acreditados en los resultados de 2017.