Por Iván Restrepo
Creímos los ciudadanos haber visto todo sobre el uso del dinero público para promover la imagen de un funcionario. Pero el actual gobernador de Chiapas –el que, como afirma el subcomandante Marcos, es el empleado de un negocio que ni es partido, ni es verde, ni ecologista ni es de México– superó con creces al que fue mandatario del estado de México y hoy es Presidente de la República. Lacayunamente, uno de sus servidores comparó hace una semana a éste con el generalísimo José María Morelos, el Siervo de la Nación.
Para celebrar un año de su llegada al poder el joven Manuel Velasco gasta el dinero que, parece, sobra en su entidad. Seguramente Chiapas ya no tiene a 78 por ciento de su población en situación de pobreza. Ni el más alto índice de analfabetismo del país, el triple que la media nacional. Si nos atenemos a la publicidad que tiene como figura central al joven y amado gobernador (por su novia, la cantante Anahí) en camiones, casetas telefónicas, revistas del corazón y de espectáculos, en mantas, los principales diarios del país y en la televisión pública y la semioficial, desapareció la miseria lacerante. Por eso los 55 municipios de la entidad (de 118) que figuraban dentro de la Cruzada Nacional contra el Hambre hoy son ejemplo de calidad de vida, pues gozan de los servicios básicos y la gente tiene trabajo bien remunerado.
Sin embargo, el dinero público que ya no se necesita para el desarrollo sustentable de Chiapas y se gastó en divulgar por doquier el rostro del góber ecologista (más de 120 millones de pesos) lo pudo destinar a resolver el único problema que arrastra Chiapas: el del medio ambiente y la conservación y utilización racional de sus recursos naturales. La entidad, con una de las riquezas más preciadas en biodiversidad, registra una elevada deforestación, el mal uso y contaminación del agua por la falta de drenaje en las poblaciones, carencia de plantas de tratamiento y el uso de agroquímicos; el azolve de sus cuencas hidrográficas por la erosión de las partes altas, la basura de los centros urbanos el comercio y la industria.
Mejor destino pudieron tener también los más de mil 200 millones de pesos que gasto el gobierno del becario de Harvard en construir al cuarto para las 12 el Centro Internacional de Convenciones de Los Cabos para celebrar una reunión el año pasado: la Cumbre del Grupo de los 20. Con la quinta parte de ese dinero se hubieran creado los empleos productivos que permitan a los pescadores cuidar la existencia de dos especies endémicas en peligro de extinción: la vaquita marina y la totoaba. Hoy dicho centro internacional está virtualmente abandonado, es un elefante blanco entre el mar y el desierto. En Los Cabos hoy recuerdan al becario por su dispendio.
También si la nueva sede del Senado la hubieran proyectado como exigen los tiempos del cambio climático, con una parte mínima de los más de 2 mil 500 millones de pesos que costó (casi mil millones más de lo presupuestado inicialmente), dispondría de dos modernos sistemas acordes con el desarrollo sustentable de que a veces hablan en ese recinto los senadores: uno para generar energía solar y otro para captar agua de lluvia. Ni lo uno ni lo otro, al fin que la luz y el gas bajarán pronto de precio gracias a la reforma energética aprobada por los patriotas senadores.
También las instalaciones donde despachan los 15 honorables y muy bien pagados integrantes del Tribunal de lo Contencioso Administrativo de la ciudad de México contarían con sistemas más amigables con el medio ambiente de no duplicarse el aguinaldo (hasta llegar a 300 mil pesos), dedicando para tal fin el dinero extra que abultó sus emolumentos. Muy jugosos lo recibió también la alta burocracia y los integrantes de los poderes Legislativo y Judicial: van de 200 mil a más de 500 mil pesos. Una prueba de que la reforma energética comienza antes de tiempo a rendir frutos. No para todos: el aumento diario del salario mínimo para el año próximo supera por poco al establecido para un boleto del Metro.
Cerremos este año reafirmando que el generalísimo Morelos es el Siervo de la Nación. Otros, como no pocos funcionarios y políticos, se sirven de la nación.
Fuente: La Jornada