Como un recordatorio de los peligros que se vivieron durante de la Guerra Fría, se llevó a cabo hoy la plenaria cinco titulada, Cuatro Prioridades para el Desarme Nuclear, en el marco de la 17 Cumbre Mundial de Premios Nobel de la Paz. Seis ponentes, representantes de organizaciones mundiales laureadas por el organismo sueco, alertaron a la comunidad sobre el riesgo que aún representa el armamento nuclear para todo el mundo.
En su intervención de apertura, Frederik Willem De Klerk, ex presidente de Sudáfrica, señaló que a 74 años de los eventos en Hiroshima y Nagasaki, las armas nucleares continúan siendo una de las principales amenazas para la población mundial. Afirmó que de parte de los políticos que lideran países con este tipo de dispositivos, no existe un iniciativa para deshacerse de sus arsenales y que Sudáfrica, junto con Kazajistán y Ucrania, ha sido de las únicas naciones que desaparecieron sus misiles. El ex mandatario concluyó diciendo que el peligro continuará siempre que hayan países que se sientan vulnerables y en riesgo.
El enviado de la Cruz Roja a la cumbre, Anton Camen, llamó a acabar con las armas nucleares por sus implicaciones legales y porque violan la llamada “ley de la guerra”. Desde un punto de vista funcional, el activista mencionó que el uso de ese tipo de dispositivos resulta en un combate desigual y que es imposible evitar pérdidas civiles cuando se utilizan.
En su intervención, Ira Helfand puso a temblar a los presentes en la cumbre con un relato. El doctor, miembro de la laureada Campaña Internacional para Reducir las Armas Nucleares, narró que es lo que le sucedería a la Tierra tras un ataque de pequeña escala: planteando una posible escalada entre la India y Pakistán, Helfand señaló que un ataque con 50 misiles acabaría con la vida de 20 millones de personas a corto plazo y 2 billones a la larga, debido a las hambrunas y la disrupción climática.
“Ese es el panorama tras una ataque pequeño, imagínense uno masivo entre Estados Unidos y Rusia”, dijo antes de agregar que “sólo nos hemos salvado de morir a mano de una guerra nuclear por suerte”. Si no acabamos con esta amenaza no se trata de un tal vez, sino de cuándo ocurrirá la catástrofe, finalizó el doctor.
Sociedad organizada, el medio para acabar con las armas
María Eugenia Villarreal, la representante del Tratado Sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, aprovechó el foro para llamar a que la sociedad civil se una para acabar con los arsenales nucleares en todo el orbe. “Necesitamos estigmatizar a los gobiernos que poseen estos dispositivos y debemos obligar a más líderes a suscribirse al pacto”, dijo. En un contundente tono de alarma, Villareal afirmó que los gobiernos deben reparar los daños de las víctimas de las armas, y refirió el caso de las personas en islas y atolones que sufren por las pruebas nucleares. “Todos tenemos derecho a la vida”, finalizó.
En un balance de la situación actual en la lucha contra la proliferación nuclear, el ex comisionado de Naciones Unidas, Sergio Duarte, reveló que no tenía datos positivos para compartir. “No han habido avances en el ámbito en los últimos 20 años y los tratados existentes se han erosionado”, señaló. El peligro de una catástrofe es muy real porque existe una falta de diálogo entre las dos principales potencias nucleares. El ex diplomático llamó a que la comunidad internacional retome las iniciativas multilaterales para evitar una proliferación y alertó que “una guerra nuclear nunca podrá ser ganada y nunca debe ser peleada”.
El encuentro concluyó con comentarios finales en los que los participantes señalaron que la situación de peligro que vive el mundo se debe a la falta de iniciativa para acabar con la guerra y que los gobiernos siguen invirtiendo y promoviendo los conflictos. “Si queremos paz debemos prepararnos para la paz”, finalizaron.
Fuente: La Jornada