Por Servando Pineda Jaimes
Con los mejores augurios en el discurso, pero con pésimas noticias en la realidad, en breve México verá nacer la Secretaría de Cultura que anunciara el presidente Peña Nieto en su Tercer Informe de Gobierno.
A pesar de que en el proyecto de presupuesto enviado por el presidente a la Cámara de Diputados, se anuncia que “la cultura es una prioridad nacional” y su fortalecimiento es “un impulso al bienestar y al desarrollo integral de los mexicanos”, en los hechos, la naciente secretaría nacerá coja, con menos presupuesto del que actualmente gozan las instancias culturales, a menos que, como el año pasado, los diputados le enmienden la plana al presidente y recompongan el presupuesto.
De acuerdo a la iniciativa de su creación, la Secretaría de Cultura absorberá todas las funciones y bienes del actual Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA), así como muchos otros organismos e instituciones que actualmente se encuentran en la esfera de la Secretaría de Educación Pública y otras, como el Instituto Nacional de Bellas Artes y el de Antropología e Historia, que por su naturaleza seguirán bajo sus propios ordenamientos jurídicos.
El nacimiento de esta Secretaría implicará la modificación de por lo menos 19 leyes, y arduas negociaciones con los sindicatos de las diferentes instancias culturales que pasarán a formar parte del nuevo ente gubernamental, el 18 en la esfera de la administración pública federal.
Pero independientemente de los buenos deseos que se tengan para la creación de la Secretaría de Cultura, lo cierto es que nace, tal vez, en un mal momento presupuestal, cuando nuestro país se encuentra inmerso en una turbulencia económica donde los recursos son escasos (sic) y en la mayoría de las veces mal empleados, por lo que lejos de que se lancen las campanas al vuelo, lo más seguro es que, al menos en lo que resta de este sexenio, únicamente sea vea un cambio cosmético en cuanto a las políticas culturales se refiere.
Y es que las cuentas no cuadran y no cuadran porque no alcanzan. Por ejemplo, cuando Peña Nieto envió su proyecto de presupuesto para 2015, propuso un gasto de 5 mil 181 millones de pesos para el CONACULTA. Los diputados le enmendaron la plana y finalmente decidieron que debería ser de 7 mil 292 millones de pesos. Sin embargo, para este 2016, el presidente aparentemente se ve magnánimo y decide que para cultura se destinen 5 mil 342 millones de pesos, es decir 162 millones de pesos más con respecto al año anterior, pero en los hechos queda muy, muy debajo de los más de 7 mil millones aprobados finalmente por el Congreso. Si se aprueba tal y como ha sido enviado el proyecto, en la realidad, la nueva Secretaría iniciaría con un recorte de mil 949 millones de pesos, con respecto a lo ejercido en este año.
Ya en la revisión a detalle de la propuesta del presupuesto anunciado, muy pocas instancias se salvan del recorte presupuestal previsto para el próximo año, lo que implica que ni siquiera se podría mantener lo hecho hasta el momento, lo que impactará en planes y programas culturales, lo cual, en algunos casos es muy grave y ojalá y los legisladores tengan el tino de por lo menos dejar los presupuestos mínimamente como están actualmente.
Cuando se entra al análisis del presupuesto, uno se pregunta si alguno de los recortes anunciados tienen sentido, o si únicamente se hacen porque a todo se le tiene que recortar porque ninguna dependencia debe salir limpia. Sólo así podemos entender que se propongan recortes de 729 mil pesos, sí, entendió bien ¡729 mil pesos! Poquito más del sueldo mensual de un consejero electoral o un ministro de la Suprema Corte, a un organismo como el Consejo Nacional de Fomento Educativo. O un millón 664 mil 972 pesos, en el caso del Instituto Nacional de Derechos de Autor; o de 4 millones 583 mil 122 pesos en el del Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana. ¿Realmente nos ahorramos algo los mexicanos quitando estos recursos a tales organismos?, ¿cómo impacta en el presupuesto quitar a una dependencia un millón de pesos respecto a su presupuesto anterior? Luego ve uno que a los diputados, en lugar de ajustarles el presupuesto, se les aumenta. O lo mismo al gasto de comunicación social de la Presidencia, y entonces uno se pregunta si estos recortes tienen algún sentido.
Quien no se salva es el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), al que se le recortarán 184 millones 939 mil 845 pesos, grave, muy grave si tomamos en cuenta que en la exposición de motivos de la iniciativa de creación de la Secretaría de Cultura, se afirma que el país cuenta con más de 200 mil vestigios arqueológicos y mas de 140 mil monumentos históricos. (Iniciativa de Ley para la creación de la Secretaría de Cultura. Gaceta Parlamentaria, número 4358-8 del 8 de septiembre de 2015). ¿Con ese dinero se puede atender correctamente nuestro patrimonio cultural? Al menos en el caso del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) le darán, magnánimos que son, 24 millones 504 mil 205 pesos más con respecto a su actual presupuesto.
La danza de las tijeras alcanza al Centro de Capacitación Cinematográfica, al que le quitarán 7 millones 374 mil 52 pesos; a la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito, 333 millones 162 mil pesos; al Fondo de Cultura Económica 56 millones 571 mil 729 pesos; al Instituto Mexicano de Cinematografía 7 millones 259 mil 663 pesos; al Canal 22 de televisión le quitarán 9 millones 308 mil 41 pesos; los estudios Churubusco quedan con su mismo presupuesto de 71 millones de pesos.
Y para que no digan que la flamante SECULT o como le quieran llamar, no traerá nada nuevo, se anuncia la creación del Premio Nacional de Artes y Literatura, en los campos de lingüística y literatura, bellas artes, historia, ciencias sociales y filosofía, así como artes y tradiciones populares, dotado de 100 mil pesos. No queda claro si este premio sustituirá a los actualmente existentes o es uno nuevo que se agrega.
Pero ahora que los diputados del PRI se han puesto generosos y nos anuncian que no harán uso de sus prerrogativas, mismas que les dan derecho a auto nuevo y pago de celulares, redundará en un ahorro anual de 10 millones de pesos, 30 millones por los tres años que durará su legislatura, no sería mala idea que los enviaran a cultura, así, muchos de los recortes se salvarían o se podría dotar de otros ceros al naciente premio de artes y literatura, ¿no?
Por lo pronto, basta saber cómo es que impactará la nueva secretaría en los diferentes ámbitos de gobierno, donde la mayor parte de las administraciones estatales tienen fusionada la cultura en diferentes áreas; bien con educación, bien con deportes, como es el caso de Chihuahua. ¿Aquí también se creará una Secretaría de Cultura?, ¿se propondrá una al vapor para salir del paso?, ¿o se dejará ya para la nueva administración?
Veremos.