La bandera de Cuba ya ondea en Washington y la de Estados Unidos en el Malecón de la Habana.
¿Y ahora qué? Es decír, ¿qué va a pasar con el embargo? ¿Se llenará La Habana de restaurantes de comida rápida? ¿Perderán los cubanos alguna de las concesiones que el gobierno de Estados Unidos ha mantenido como las preferencias migratorias?
“Cada cubano se ha levantado todos los días pensando hoy es el día que me voy a ganar la lotería porque Estados Unidos ya tiene buenas relaciones con Cuba”, le dijo a BBC Mundo la congresista cubanoestadounidense Ileana Ros-Lehtinen.
“‘Mi vida va a cambiar’, y todos los días, aunque se levante con mucha esperanza, se acostará por la noche decepcionado porque su vida diaria no habrá cambiado para nada“, señaló la legisladora republicana.
Esa es, por supuesto, la opinión de una conocida crítica con la nueva política hacia la isla impulsada por el gobierno de Barack Obama.
Pero BBC Mundo consultó también a varios expertos para analizar si coinciden con Ros-Lehtinen o es de esperar algún cambio y cómo y en qué áreas se pueden dar.
Privilegios migratorios
Con el espíritu de facilitar a quienes quisieran huir del régimen comunista, en el contexto de la Guerra Fría Estados Unidos aprobó en 1966 la “Ley de Ajuste”, que permite a los cubanos solicitar la residencia permanente al cabo de un año y un día de estar en territorio estadounidense.
Washington asegura que no tiene planes para alterar esa política migratoria pero a la larga no se puede descartar que sea una de las consecuencias de este acercamiento.
“Creo que en algún momento va a pasar”, apunta el analista Michael Schifter, presidente del Diálogo Interamericano, que considera que “no tiene sentido mantener esa ley cuando hay una actitud totalmente distinta”.
Pero no parece algo que EE.UU. esté dispuesto a cambiarlo a corto plazo.
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Ni lo está el congreso, en un año electoral.
Tampoco considera que sea el momento Jorge Duany, director del Instituto de Investigaciones Cubanas y catedrático del Departamento de Estudios Globales y Socioculturales de la Universidad Internacional de la Florida (FIU, en inglés).
“No creo que se vaya a revisar en este próximo año y medio. No creo que haya suficientes votos para conseguirlo”, señaló.
Para Duani, quizás “cuando se hable de una reforma migratoria integral, sí podría incluirse un debate”. Pero agrega que sería algo que le tocaría al nuevo Congreso tras las elecciones de 2016.
Fondos para la disidencia
Washington ha llevado a cabo durante estos años una serie de programas de ayuda humanitaria a los presos políticos y sus familiares, de promoción de la democracia y para facilitar el flujo de información a través de la Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID), que ha sido acusada de injerencia.
Estre esos programas está el polémico ZunZuneo, una red social con la que EE.UU. dice solo trataba de mejorar las comunicaciones en Cuba y que la Habana tildó de “plan subversivo”.
El académico y analista político Andy Gómez señala que “los programas de USAID fueron congelados ya hace más de un año porque eran un problema que le estaba causando el gobierno cubano”.
En realidad, el Congreso no dio fondos adicionales en los pasados presupuestos pero los proyectos que tenían asignación de fondos de años anteriores continúan funcionando.
Pero Gómez no cree que el gobierno estadounidense vuelva a desarrollar estos programas para evitar crear un problema en esta nueva relación entre ambos países.
No obstante, el Departamento de Estado pidió al Congreso ya para el año fiscal 2016 US$20 millones en concepto de ayuda exterior para Cuba, y en eso incluye fondos para los programas de USAID.
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Tomás Bilbao, director ejecutivo del Cuba Study Group, señala que la asignación de fondos para estos programas depende del congreso pero espera que ahora puedan emplearse en otros “más productivos” encaminados más hacia el intercambio entre profesionales y estudiantes, por ejemplo.
Bilbao recordó que aunque se redujeran esos fondos, desde el pasado diciembre, el gobierno estadounidense permite enviar dinero a organizaciones civiles y religiosas por lo que “ahora hay muchísimas más oportunidades de apoyar a la sociedad civil en Cuba y de hacerlo con fondos privados”.
Michael Schifter considera que hay que “redefinir” esos programas “porque si la política ha cambiado 180 grados, los programas tienen que alinearse con los objetivos”.
“Eso no quiere decir que no haya algunos que busquen abrir la sociedad cubana”.
El desembarco de inversión de EE.UU.
Todavía el embargo continúa vigente. Acabar con él depende del congreso y no es un tema que esté en su agenda, aunque el propio presidente Obama pidió que lo deroguen.
Incluso si llegase a levantarse el embargo, aún dependería de si las reformas dentro de Cuba permiten la inversión en diferentes áreas, señaló Bilbao: “El gobierno cubano no dará una carta blanca a las empresas americanas a que inviertan donde quieran”.
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La inversión extranjera no es algo nuevo en la isla, donde desde los años 90 hay presencia de países como España, China y Brasil, recuerda Duany.
Y si bien “una llegada masiva de capital extranjero podría desplazar a las pequeñas empresas incipientes en el sector no estatal de la economía cubana”, señaló que algo así no va a pasar de un día para otro y el embargo sigue siendo un obstáculo.
Del otro lado, los pequeñas negocios de los llamados cuentapropistsa también pueden resultar beneficiados.
Se amplió la lista de productos básicos y materias primas que pueden importarse de Estados Unidos, lo que servirá para ayudar a fortalecer sus pequeños negocios y a que estén preparados para un mercado más competitivo.
¿Se notan los cambios?
“Es difícil predecir el efecto inmediato, de momento yo no esperaría ningún cambio en las condiciones de vida del ciudadano cubano promedio”, apunta Duany.
“Sí, a largo plazo podrían mejorar las condiciones de vida, desde el punto de vista económico, en vista de lo que ya ha ocurrido sobre todo desde el lado de EE.UU. en el relajamiento de las restricciones de comercio”.
Pero para algunos congresistas cubanoestadounidenses que rechazan el acercamiento, la detención de casi un centenar de opositores cubanos, pocos días antes de la visita de Kerry, es el mejor ejemplo de que nada ha cambiado.
“Podrán estar alzando la bandera de Estados Unidos, que significa libertad y democracia, pero realmente lo que están haciendo es alzando la bandera blanca de la rendición de todos los principios de los Estados Unidos”, dijo el congresista Mario Díaz-Balart.
Después de medio siglo, la normalización de la relación no es fácil.
La lista de “temas sensibles y complicados” es larga, apunta Michael Schifter.
“50 años de hostilidad obviamente vienen con un costo muy grande acumulado”, pero asegura que “hay una voluntad clarísima para segur adelante”.