No por esperadas resultaron menos indignantes para el Kremlin las sanciones anunciadas ayer por Estados Unidos contra Rusia y tendrán –al menos en lo relativo a la expulsión de 10 diplomáticos– una respuesta simétrica, en lo que puede calificarse de una nueva crisis que pone en entredicho la perspectiva de una pronta mejoría de la ya de por sí muy deteriorada relación bilateral.
El subsecretario Serguei Riab-kov, encargado de la relación con Washington, convocó a la sede de la cancillería rusa al embajador de Estados Unidos, John Sullivan, para “una conversación poco agradable”, como la calificó la portavoz de la diplomacia rusa, Maria Zajarova.
Según el breve comunicado oficial, difundido por la cancillería local, Riabkov rechazó “las acciones inaceptables de la parte estadunidense, la cual en contra de su proclamada intención de ‘construir relaciones pragmáticas con Rusia’ volvió a propinarles un duro golpe”, así como informó al embajador que “a la brevedad se tomará una serie de medidas de respuesta”.
Por ironías del destino, la víspera Yuri Ushakov, el influyente asesor de política exterior del presidente Vladimir Putin, declaró, tras reunirse con el embajador Sullivan, que “Estados Unidos debe abstenerse de imponer sanciones a Rusia mientras estemos en el periodo de preparación de una cumbre de nuestros presidentes”.
En lugar de eso, Moscú recibió una suerte de bofetón de Washington apenas unos días después de que el inquilino de la Casa Blanca, Joe Biden, propuso a Putin reunirse “dentro de unos meses y en un tercer país” para definir cara a cara en qué ámbitos pueden impulsar su cooperación Estados Unidos y Rusia.
Mientras la Oficina de la Presidencia rusa, por conducto de su vocero Dimitri Peskov, adelantó el miércoles anterior estar considerando dónde sería mejor celebrar la cumbre de Putin y Biden, a partir de los ofrecimientos recibidos de Viena, Helsinki y Praga, ahora afirma que “es imposible en el corto plazo” y hasta comienza a ponerse en duda que pueda llevarse a cabo esa reunión, en palabras de Leonid Slutsky, presidente del comité de política internacional de la Duma o cámara baja del Parlamento ruso.
Causó malestar aquí más que las complicaciones que van a originar las restricciones financieras –son graves mas no tanto: se prohíbe adquirir bonos gubernamentales directamente a instituciones del Estado ruso, pero se pueden comprar a intermediarios– que se presente a Rusia como el malo de la película al acusarla de interferir en las presidenciales de 2020, de robar información mediante el hackeo de las redes de dependencias de la administración estadunidense y, en alusión a Ucrania, de violar la soberanía de otros países.
El Kremlin se sintió agraviado sobre todo por el hecho de que Biden haya recurrido a la prerrogativa presidencial de declarar la “situación de emergencia a escala nacional” en Estados Unidos por las “acciones hostiles” de Rusia, lo que otorga al mandatario estadunidense manos libres para adoptar hasta 136 medidas adicionales sin consultar al Congreso, salvo en 13 supuestos.
Fuente: La Jornada