Salud mental, otra víctima de la crisis

0

Por Marta González Borraz

El consumo de tranquilizantes, somníferos y sedantes ha aumentado en España en los años que coinciden con la crisis, según informes recientes. El porcentaje de personas que los consumen se ha disparado y se ha situado en un 11,4% en el año 2011, frente al 5,1% de la población que lo hacía en 2005. Los expertos afirman que existe un  vínculo entre nivel de ingresos y salud y que la incertidumbre provocada por la crisis conduce a muchas personas a recurrir a estos fármacos hipnosedantes para calmar su ansiedad  y angustia.

Es la primera vez que el nivel de consumo de estas sustancias se sitúa por encima del cannabis y se convierte, junto con el tabaco y el alcohol, en la droga más frecuente. El consumo de las demás se ha reducido de forma considerable. Sin embargo, el uso de hipnosedantes es el único que aumenta cada año. Un hecho que, aunque las autoridades pretendan desviar del tema, se achaca a la crisis y a la política de austeridad que se ha implantado en toda Europa.

Tranquilizantes, somníferos y sedantes se alejan de la norma impuesta por el resto de drogas. Son las únicas que consumen más mujeres que hombres, en concreto existe un 15,3% de consumidoras y un 7,6% de consumidores. Antonio Cano, presidente de la Sociedad Española de Ansiedad y Estrés (SEAS) considera que “la prevalencia de la ansiedad y la depresión es superior en las mujeres, que duplican a los hombres en trastornos emocionales”. Algo que, entre otras cosas, guarda una estrecha relación con el patrón tradicional de cuidados y responsabilidades que la mujer debe seguir en el hogar.

Los despidos, las bajadas de sueldo, los desahucios, las subidas de precios y los fuertes recortes que han hecho nuestros políticos debilitan la moral de quienes los padecen. Cada vez menos gente puede hacer frente a sus gastos, lo que genera preocupación e intranquilidad, y hace que tenga que recurrir a estas sustancias. A pesar de que en su mayoría se adquieren con receta, según Luis Bononato, de Proyecto Hombre, “su uso continuado genera mucha dependencia, un peligro que la mayor parte de la sociedad no contempla”.

Se abusa de estos medicamentos, que se han convertido en el principal tratamiento para el tipo de problemas psicosociales que sufren muchas personas. Sin embargo, los expertos consideran que no es la solución, y apuestan por un mayor soporte psicológico. Jordi Reviriego, médico de familia y psicoterapeuta afirma que “la industria farmacéutica ha sabido aprovechar este escenario y se trata con fármacos a pacientes que sólo necesitan ayuda psicológica o mejorar su situación social o económica”.

Los recortes han empeorado la atención psicológica disponible en el sistema público de salud, por lo que la más eficaz se ha desviado a las consultas privadas. Esto provoca que muchas personas que deben recurrir a este servicio, no puedan costeárselo y sean tratadas con hipnosedantes, que unido a la dependencia tanto física como mental, pueden producir otros efectos secundarios, muchos de ellos inevitables de por vida, como debilidad corporal, trastornos del sueño o disfunción sexual.

El alcance de la crisis va mucho más allá de lo que a simple vista parece. Junto a las consecuencias más evidentes, se suman otras que a largo plazo pueden generar situaciones de riesgo entre la población. Consecuencias que en muchas ocasiones se basan en meras estadísticas, números vacíos que muestran el aumento o disminución del consumo de tranquilizantes, sedantes, somníferos y otros fármacos para combatir la desgana y la impotencia. Detrás de las cifras se encuentran las vivencias diarias, el desasosiego y la perseverancia de las personas más vulnerables, que necesitan algo más que medicamentos. La mejor medicina es un sistema de apoyo y protección, que se constituye como la medida más eficaz para evitar los peores efectos de la crisis sobre la salud mental.

* Marta González Borraz. Periodista

ccs@solidarios.org.es

Twitter: @CCS_Solidarios

Comments are closed.