Luego de purgar una condena de 11 meses y cuatro días por delitos que no cometió, el líder yaqui Fernando Jiménez abandonó anoche el Centro de Readaptación Social (Cereso), en esta ciudad.
“¡No pudieron apagar el grito namakasia (firmes), la voz de la tribu!”, exclamó Jiménez tras la pesadilla que vivió después su captura, ordenada desde el Ejecutivo estatal por tratarse de uno de los principales opositores al Acueducto Independencia, que trasvasa mil 200 litros de agua por segundo de la cuenca del río Yaqui a esta capital.
“Ya sabía a lo que me enfrentaba al oponerme a las políticas hídricas del gobernador Guillermo Padrés, y de antemano sabemos que la persecución de yaquis es una muestra más de que este gobernante no supo llevar las riendas del estado”, añadió, en medio del llanto y aplausos de familiares y amigos que lo esperaban afuera del penal.
Jiménez abandonó el Cereso con un semblante tranquilo y la férrea consigna de lograr la libertad para el otro líder yaqui, Mario Luna, preso desde el 11 de septiembre de 2014.
“Esta lucha no está completa, nos falta Mario. Primero lo arrestaron a él y después a mí, porque yo siempre lo acompañé en las incursiones que realizó a la Ciudad de México, y por eso el gobierno me tenía fichado”, subrayó.
Fernando Jiménez, aprehendido el 23 de septiembre del año pasado, fue acusado sin pruebas –al igual que Luna– de la privación ilegal de la libertad de Francisco Delgado Romo y el robo de un automóvil.
Bajo esas falsas acusaciones fue perseguido durante meses desde los ocho pueblos Yaquis hasta la Ciudad de México, hasta que elementos de la Procuraduría General de Justicia del estado (PGJE) lograron detenerlo.
“Ya tenía advertida a mi familia porque sabía que en cualquier día me iban a levantar y ni modo, porque podría haber sido cualquier indígena Yaqui por frenar las acciones del gobierno”, señaló.
Hace tres días el Juzgado Tercero de Distrito desechó el recurso de revisión interpuesto para neutralizar el amparo que se le concedió a Jiménez en febrero pasado, pero la iniciativa no prosperó.
De acuerdo con el líder Yaqui, pasó tres meses en “el hoyo” totalmente en penumbras e incomunicado, hasta que compareció ante los visitadores de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y Amnistía Internacional. Los ocho meses restantes fue enclaustrado en una celda aislada del resto de los internos.
Horas antes de la liberación de Fernando Jiménez, la organización Amnistía Internacional (AI) en México entregó a la Secretaría de Gobernación (Segob) un documento con más de 15 mil 600 firmas para exigir justicia en favor de la tribu Yaqui de Sonora.
En un comunicado, el organismo internacional detalló que las obras del Acueducto Independencia han afectado los derechos humanos de la tribu Yaqui, debido a que no se cumplió con el derecho a la consulta previa e informada de los pueblos indígenas.
“Es crucial que se analice inmediatamente que las autoridades no estén imponiendo restricciones a los derechos humanos de la Tribu, verificando que dichas limitaciones no pongan en riesgo su subsistencia, de lo contrario, podrían ocasionarse daños irreparables”, precisó Perseo Quiroz, director ejecutivo de AI México.
El organismo internacional de derechos humanos destacó que además del documento con las firmas para exigir que cesen los abusos contra ese pueblo originario, entregaron a la Segob una escultura monumental en forma de venado (símbolo de la cultura Yaqui), realizada por e artista Humberto Sandoval.
Las firmas fueron recabadas por AI México, junto con FIAN México, Fundar Centro de Análisis e Investigación, Movimiento de Pueblos, Comunidades y Organizaciones Indígenas, y el Programa de Interculturalidad y Asuntos Indígenas de la Universidad Iberoamericana, entre otros organismos.
Fuente: Proceso/ Milton Martínez