Por M. K. Bhadrakumar/ Asia Times
Dice el refrán que “De los escarmentados nacen los avisados”. Rusia y China afirman que escarmentaron cuando Occidente puso cabeza abajo la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y procedió a invadir Libia. Moscú y Pekín eludieron el asunto cuando Occidente trató de hacer en Siria lo mismo que en Libia. Cuando Occidente planteó sucesivos proyectos de resoluciones sobre Siria, evitaron el tema.
Por ello es una sorpresa que los dos países hayan perdido su cautela y hayan permitido que los embauquen otra vez respecto a Malí.
Curiosamente, Moscú y Pekín todavía no han comentado la intervención francesa en Malí, que salió a la luz ipso facto y que se ha transformado rápidamente en una empresa occidental concertada la semana pasada. La madre de todas las ironías es que la intervención en Malí es de muchas maneras el resultado directo de la intervención occidental en Libia, cuya ilegalidad condenaron Moscú y Pekín.
Todavía es pronto y puede que la idea de Moscú y Pekín sea esperar a ver qué pasa. Los expertos rusos y chinos consideran que la misión francesa será larga e improductiva.
Mientras tanto, París hizo una sorprendente afirmación en el sentido de que Moscú “propuso suministrar medios de transporte” para el despliegue de las tropas francesas en Malí. Rusia no ha confirmado ni desmentido la afirmación francesa, que tuvo lugar el sábado después de una conversación telefónica entre los dos ministros de exteriores.
Sin duda, la intervención occidental en Malí tiene implicaciones en la política de las grandes potencias y en la coordinación de Rusia con China respecto a temas regionales. Sin duda hay implicaciones para la “Primavera Árabe” y a corto plazo también para Siria.
Francia afirma que respondió a un llamado de ayuda del gobierno maliense. Pero entonces, en marzo del año pasado, Malí tuvo un golpe militar dirigido por un oficial militar entrenado en EE.UU., el capitán Amadou Haya Sanogo.
Aunque era un modesto capitán, Sanogo fue un frecuente visitante de EE.UU., al menos siete veces en los ocho últimos años. Es seguro que Sanogo tiene poderosos patrocinadores extranjeros. Desde marzo, Malí ha tenido tantos golpes y contragolpes que se pierde la cuenta y todos ellos los ha dado un ejército que ha sido armado y entrenado por EE.UU.
Por lo tanto, Francia hace una afirmación falsa respecto a una invitación formal de un gobierno legítimo. Ni siquiera se ha molestado en pedir un mandato de la ONU. La resolución del Consejo de Seguridad de diciembre pasado fue específica al otorgar mandato a una fuerza africana dirigida por los africanos y esperaba una expedición cerca de septiembre de 2013, una vez que fuera entrenada y equipada por la ONU.
Sin embargo, la retórica ya oscurece la dura realidad. El primer ministro británico David Cameron dijo:
Nos enfrentamos a un grupo terrorista islámico extremista vinculado a al Qaida. Quiere destruir nuestro modo de vida, cree que debe asesinar a todas las personas que pueda. Algo semejante a lo que combatimos en Pakistán y en Afganistán, por lo tanto el mundo tiene que unirse para enfrentar esta amenaza en el Norte de África.
Se trata de una amenaza global y exige una respuesta global. Requiere una respuesta que tiene que ver con años, incluso décadas, en lugar de meses. Requiere una respuesta paciente y concienzuda, dura pero también inteligente, pero que sobre todo tenga una determinación absolutamente férrea y es eso lo que lograremos durante los próximos años.
Reconquista total
Por cierto, las potencias occidentales están cerrando filas. El Pentágono reveló que su avión militar C-17 ha transferido soldados y equipamiento franceses y está considerando el despliegue de aviones cisterna.
El Secretario de Defensa de EE.UU., Leon Panetta, dijo que EE.UU. suministra inteligencia. Italia envía dos aviones de transporte C-130, un Boeing KC-767A y entre 15 y 24 delegados expertos a Malí. Canadá envió un avión transporte militar de carga pesada y el Reino Unido suministrará “ayuda logística aérea”.
La fuerza francesa consiste en 2.000 soldados y París está enviando otros 500. El Ministro de Defensa Le Drian dijo: “El objetivo es la reconquista total de Malí”. Se hizo eco de la declaración del Presidente François Hollande de que las tropas francesas permanecerán en Malí todo el tiempo que se tarde en derrotar al terrorismo.
Sin embargo, el fantasma de al Qaida es exagerado. El conflicto de Malí se parece más a una guerra civil basada en agravios que existen hace tiempo y que solo pueden ser encarados por un gobierno legítimo y estable mediante la gobernanza local, la descentralización y un programa sostenible de desarrollo económico.
Un destacado experto en la región, Evgueni Korenddyasov, que fue embajador de Rusia en Malí y actualmente dirige el Centro para Relaciones Rusas-Africanas en la Academia Rusa de Ciencias de Moscú, dijo: “La solución solo se puede encontrar a través de conversaciones sobre una mayor autonomía y más representación de los tuaregs”.
Los organismos regionales –la Unión Africana y la Comunidad Económica de Estados Africanos Occidentales– trataron en realidad de obtener de la ONU un paquete exhaustivo que encarara la crisis política de Malí, y el Consejo de Seguridad reconoció debidamente la necesidad de una reconciliación política, pero el acento pasó de un día al otro a la acción militar occidental.
Existen dudas de las verdaderas motivaciones. Es verdad que algunos grupos de al Qaida, que fueron armados por las potencias occidentales y les sirvieron de peones en el “cambio de régimen” de Libia, se han repartido por los países vecinos. Aparte de Argelia y Malí, por lo menos otros cinco países de África Occidental podrían contagiarse, Mauritania, Ghana, Níger, Burkina Faso y Nigeria.
Sin embargo existe una gran parte de la historia moderna en la que Occidente utilizó por una parte a las fuerzas del Islam radical para sus propósitos geopolíticos (por ejemplo, Afganistán, Libia y Siria), mientras en otras ocasiones las mismas tropas eran una coartada de las invasiones militares occidentales (de nuevo Afganistán).
Malí se extiende por una vasta región en África, rica en petróleo, gas, oro, cobre, diamantes y uranio. Las plantas de energía nuclear de Francia son abastecidas por las minas de uranio de Níger, vecino de Malí. Sin duda, Francia tiene importantes intereses estratégicos y económicos en la región y se han expresado dudas sobre si su intervención en Malí puede ser otra cosa que una empresa neocolonial. El Arzobispo de Accra la calificó de “intento de colonización”.
Baste decir que la intervención en Malí de Occidente debería haber provocado una reacción de Rusia y China. Podría haber tres consideraciones principales en la mente rusa. Primero, las relaciones de Rusia con las potencias europeas ya son tensas y Moscú dudaría antes de exacerbarlas.
Segundo, Malí es, irónicamente, Siria al revés. Rusia tiene serios intereses geopolíticos en Siria, mientras que Malí y África occidental y septentrional constituyen el patio trasero de Europa. Es interesante que París (que adoptó una posición estridente respecto a Siria) haya sentido la necesidad de acercarse a Moscú respecto a Malí.
También desde una perspectiva ideológica, Rusia y Occidente se ven repentinamente diciendo lo mismo respecto al aumento del islamismo en Medio Oriente y el Norte de África después de la Primavera Árabe.
Ansia de minerales
China, al contrario, tiene otros profundos pensamientos, principalmente, su conflicto de intereses con Occidente en África. La ansiedad en Pekín es evidente en una crítica cáustica de la intervención de Occidente en Malí en el Global Times del martes. Fue escrita por He Wenping, director de Estudios Africanos del Instituto de Estudios Asiáticos Occidentales y Africanos, que pertenece a la Academia China de Ciencias Sociales. Escribió:
China tiene ciertos intereses en Malí debido a sus proyectos de inversión. No es necesariamente algo malo para China ya que la decisión francesa de enviar a sus soldados puede estabilizar la situación… Sin embargo, a pesar de todos los beneficios potenciales, hay una posible causa de alarma, las fuerzas francesas. La participación de las fuerzas francesas en Malí justificará la legalización de un nuevo intervencionismo en África.
No podemos subestimar los intereses económicos directos de Francia en Malí… Una de las desventajas de esta acción es que trae a la memoria la “Gendarmerie Africaine”, el estatus colonial de Francia.
La gran pregunta es si las acciones de política exterior coordinada de Moscú y Pekín incluirán también el escenario africano.
Después de las recientes consultas entre Rusia y China, celebradas en Pekín el 9 de enero, sobre la seguridad estratégica, el secretario del Consejo Ruso de Seguridad Nikolai Patrushev reveló que los dos países planean intensificar su cooperación en la defensa de misiles como respuesta a los crecientes despliegues de EE.UU. Patrushev dijo:
Nos preocupan los planes de EE.UU. de construir un sistema global de defensa de misiles, incluso en la región de Asia-Pacífico. Nuestros socios chinos comparten nuestras preocupaciones y hemos acordado coordinar nuestras acciones al respecto.
Sin embargo, China tiene intereses mucho mayores en África que Rusia. Ha sobrepasado a EE.UU. y a Europa como mayor socio comercial de África (160.000 millones de dólares) y sus empresas invirtieron 15.000 millones en África solo el año pasado. China se interesa por los minerales de los países africanos occidentales, septentrionales y centrales y el petróleo de África occidental. Productos agrícolas de Chad, Malí, Benín y Burkina Faso proveen a la masiva industria textil de China. África occidental también es un importador clave de productos chinos. Nigeria figura como el principal consumidor (42%).
Como señala el artículo de Global Times, Pekín comprende perfectamente que Occidente se está lanzando a una estrategia de contención en África, recuperando simplemente el control de las antiguas colonias en las que China progresa. El punto es que Occidente no puede competir con China equiparando su oferta de una relación más amplia con las naciones africanas.
Los proyectos transcontinentales de China toman la delantera en el camino hacia la creación de bloques económicos regionales, que aumentan la capacidad de las naciones africanas de crear espacio frente a las potencias occidentales y negociar mejor. En resumen, el fantasma que persigue a Occidente no es tanto al Qaida como su incapacidad de igualar la oferta china de una negociación y una relación amplias con los Estados africanos.
En comparación, la política rusa en África carece de enfoque e interés sostenido. Para citar a Irina Filatova, destacada experta rusa en África: “Rusia está interesada en desarrollar relaciones económicas con África pero no tiene mucho que ofrecer. Y cuando tiene algo que ofrecer no sabe cómo hacerlo.”
Por cierto, el expresidente Dmitry Medvedev trató de revertir la tendencia e incluso nombró a un enviado especial para asuntos africanos con el fin de inyectar nueva energía y contenido a la diplomacia rusa. Medvedev se quejó tras una visita a Nigeria de que Rusia está “casi demasiado atrasada” en su actividad en África.
La acción militar occidental en Malí podría ser una llamada de atención para Moscú en el sentido de que nunca es demasiado tarde en la vida y la política.
* El embajador M. K. Bhadrakumar fue diplomático de carrera del Servicio Exterior de la India. Ejerció sus funciones en la extinta Unión Soviética, Corea del Sur, Sri Lanka, Alemania, Afganistán, Pakistán, Uzbekistán, Kuwait y Turquía.
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