Rusia anunció la expulsión de más de 150 diplomáticos, entre ellos 60 estadounidenses, y dijo que cerrará un consulado de Estados Unidos en represalia por la ola de expulsiones de diplomáticos rusos en países de Occidente por el envenenamiento de un exespía ruso y su hija en Gran Bretaña, una respuesta que intensifica el distanciamiento del Kremlin con Estados Unidos y Europa.
Más de 20 países, incluyendo a Estados Unidos, muchos miembros de la Unión Europea y la OTAN, ordenaron esta semana la salida de más de 150 diplomáticos rusos en una muestra de solidaridad con Gran Bretaña, lo que representa un acto masivo que no se había presenciado incluso en los momentos más álgidos de la Guerra Fría.
El ministro del Exterior de Rusia, Sergey Lavrov, dijo ayer en conferencia de prensa que en represalia Moscú expulsará al mismo número de diplomáticos de cada país.
El embajador de Estados Unidos, Jon Huntsman, fue convocado por el Ministerio del Exterior mientras Lavrov hablaba. Ahí se le informó que Rusia respondería ojo por ojo a la decisión estadounidense de expulsar a los 60 diplomáticos rusos.
Huntsman señaló en un comunicado que “no hay justificación” a las acciones y que demuestran que Moscú no tiene interés en dialogar con Estados Unidos sobre asuntos importantes.
“Rusia no debería actuar como víctima”, comentó la portavoz del Departamento de Estado, Heather Nauert.
El Ministerio del Exterior dijo que los diplomáticos estadounidenses, incluyendo a 58 miembros de la embajada en Moscú y dos del consulado en Yekaterimburgo, deben salir del país antes del 5 de abril. Añadió que Estados Unidos debe abandonar su consulado en San Petersburgo inmediatamente.
La dependencia advirtió que si Estados Unidos toma “medidas hostiles” adicionales en contra de las misiones rusas, Rusia responderá del mismo modo.
“Invitamos a las autoridades estadounidenses que alientan esta campaña difamatoria contra nuestro país a recuperar la cordura y poner fin a estas imprudentes medidas que destruyen las relaciones bilaterales”, comentó.
Lavrov enfatizó que las expulsiones ocurrieron después de una “presión brutal” por parte de Estados Unidos y Gran Bretaña, que obligaron a sus aliados a “continuar la campaña antirrusa”.
El asesor de seguridad nacional de Gran Bretaña, Mark Sedwill, dijo a la prensa durante un viaje a Washington que el ataque fue parte de una “guerra híbrida” de Rusia que opera por debajo del nivel de un conflicto armado.
Sedwill señaló que las expulsiones coordinadas de funcionarios rusos de inteligencia fueron “una postura coherente por parte de la alianza occidental a una serie de comportamientos agresivos de Rusia, en el que el ataque en Salisbury fue tan solo el ejemplo más reciente y, obviamente, el más grave”.
Fuente: AP