Rusia responsabilizó este martes a extremistas de la conflictiva región del Cáucaso Norte de los dos ataques con más de 30 muertos cometidos en las últimas 24 horas en la ciudad de Volvogrado.
“Bandidos” como el líder islámico Doku Umárov envían bajo “la bandera de la Yihad (guerra santa)” a nuevos combatientes a una “guerra terrorista”, señaló el Ministerio del Exterior en Moscú en un comunicado.
“Seguiremos luchando contra el enemigo de manera consecuente”, anunció el ministerio. Los ataques son comparables a los perpetrados en Siria, Afganistán o Irak, agrega.
Hasta el momento nadie reinvindicó los ataques suicidas del domingo en una estación de tren y de hoy en un autobús.
Hace poco, Umarov había amenazado con un boicot mediante ataques a los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi, entre el 7 y el 23 de febrero.
Los recientes atentados terroristas cometidos en Rusia son atribuidos generalmente a los musulmanes fundamentalistas, especialmente activos en las repúblicas del Cáucaso del Norte. Allí funcionan una serie de grupos que además de ser extremistas son separatistas: aspiran a independizarse de la tutela del Kremlin y formar su propio Estado.
La estructura de estos grupos carece aparentemente de una organización centralizada, pero se considera que el jefe máximo de los muyahidines que actúan en Rusia es Doku Umárov, veterano guerrillero que combatió en las dos guerras de Chechenia (1994-1996 y 1999-2002) contra el Kremlin y que en 2006 fue proclamado presidente de la república separatista de Ichkeria. Al año siguiente, dimitió de ese cargo y anunció la creación del Emirato del Cáucaso, con él como autoproclamado máximo jefe.
Nacido en 1964, a Umárov se le considera el organizador de numerosos atentados y él mismo ha asumido la responsabilidad por algunos de los más sangrientos ataques terroristas de Rusia, particularmente por los del metro de Moscú en marzo de 2010 y por el del Aeropuerto Internacional de Domodédovo en enero de 2011.
El Cáucaso ruso es una región de mayoría musulmana, que en el siglo XIX ofreció una fuerte resistencia a las tropas zaristas. Aunque conquistado por Rusia, ha permanecido como una región rebelde con el centro y dispuesta a aprovecharse de la menor debilidad del Kremlin. Con frecuencia se le califica de polvorín de Rusia, pero no solo por su natural rebeldía hacia el centro de poder, sino también porque en él conviven decenas de grupos étnicos muchos de los cuales históricamente están enfrentados entre sí, por lo que siempre está latente el peligro de que estallen conflictos locales. Solo Daguestán —de donde provenía Oksana Aslánova, la mujer en un principio identificada como la suicida que causó la explosión en la estación de Volgogrado el domingo— está poblado por unos cuarenta grupos étnicos.
Daguestán y las otras repúblicas de la zona, especialmente Kabardino-Balkaria, se han convertido en fuente de terroristas principalmente debido a causas económicas: la pobreza, acompañada de un alto desempleo, hacen de los jóvenes presas fáciles de los islamistas radicales.
Las guerras de Chechenia —república que ha sido pacificada en su mayor parte por el polémico presidente Ramzán Kadírov, con el apoyo del presidente ruso, Vladímir Putin— sirvieron de catalizador a las ideas fundamentalistas, que han encontrado un terreno fértil en las tierras caucásicas. Aquí, los combates no han cesado en todos estos años: cada semana hay enfrentamientos con los separatistas.
De allí provienen las suicidas llamadas viudas negras, que reciben este nombre por haber perdido a algún familiar cercano en la lucha separatista. 46 mujeres han protagonizado atentados terroristas desde el último conflicto checheno. En Daguestán, en 2012 hubo cuatro atentados perpetrados por mujeres y este año ha habido más de 30 ataques en la zona. El último enfrentamiento ocurrió este lunes, el mismo día del atentado en el trolebús de Volgogrado, en la ciudad de Cheguem (Kabardino-Balkaria), y como resultado murieron tres presuntos separatistas y dos policías fueron heridos
Fuente: EFE y El País