Rufino Tamayo decía que su sentimiento, su color y sus formas eran mexicanas, sin embargo su concepto era una mezcla basada en la igualdad de los hombres. Hoy, en el 25 aniversario luctuoso del artista oaxaqueño, recordamos la valía del pintor que se atrevió a invitar a la crítica desde un ángulo distinto, casi escapista.
Del caballete al muro y de vuelta, Rufino Tamayo expresó en su obra un profundo interés por romper las barreras de los prejuicios y los nacionalismos, nutriéndose de su tierra pero utilizando su inspiración para desarrollar lo que él llamó como su “credo mexicano internacional”.
Se mantuvo activo hasta muy poco antes de su muerte el 24 de junio de 1991, tras una fecunda y larga vida de 91 años.
Hoy la doctora e investigadora Ana Torres, quien estudió un doctorado en Historia del Arte en la UNAM para el que desarrolló una tesis que más adelante publicó bajo el título de ‘Identidades pictóricas de Rufino Tamayo ¿un pintor de ruptura?’, nos ayudó a aterrizar aquel discurso artístico en el siglo XXI.
“Lo que hice ahí fue más bien cuestionar el lugar donde tradicionalmente se había colocado a Tamayo en la historiografía, siendo que pensábamos o teníamos la idea de que él no pertenecía a la escuela de la pintura mexicana ya que siempre se le había estudiado bajo ciertos criterios”, dijo.
Esto ya que cuando se habla de Tamayo la primera referencia es lo distinto que fue a Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, aquellos que fundamentaron la base de la política como el discurso válido del momento.
“Lo coloco dentro de un movimiento artístico post revolucionario al que describo como una práctica plural y diversa donde todos los pintores participaron. Lo que él aportó fue una reflexión sobre las culturas prehispánicas y populares resignificando sus características y elementos respecto a la modernidad”, comentó la doctora.
Con esto, Torres no pretede decir que todos eran iguales menos Tamayo, sino que cada uno de estos pintores se encargó de crear un lenguaje distinto y que él forma parte de esta diversidad.
A pesar de las constantes riñas entre Tamayo, Rivera y Siqueiros, lejos de ser despreciado el pintor consiguió gran reconocimiento dentro y fuera del país.
“Logró posicionarse muy rápido dentro del mercado del arte gracias a que desarrolló el primitivismo, corriente que surgió entre el siglo XIX y XX con pintores europeos que se cuestionaron el trazo académico para voltear a ver a las culturas no occidentales”, señaló.
Fue esta visión la que ayudó al oaxaqueño a recuperar elementos de las culturas mesoamericanas y antiguas mexicanas para dialogarlas con las vanguardias, proyectando la percepción de un indigenismo contemporáneo que lo llevó a exponer varias veces en Nueva York.
¿Y al día de hoy?, “creo que Tamayo sigue siendo una figura somera y considerada por sus aportes a la historia del arte y el movimiento artístico post revolucionario; la crítica sigue considerándolo como un pintor relevante que trascendió el nacionalismo folclórico y que construyó un nacionalismo muy distinto al de sus contemporáneos” aseguró.
Sin embargo finalizó resaltando que la clave se encontraba en la expresión de la subjetividad, dándose el lujo del expresionismo y la emotividad sensitiva de lo mexicano que nunca perdió de vista.
¿Qué opinaría Tamayo sobre los enfrentamientos en Oaxaca?
Rufino Tamayo fue docente y oaxaqueño. “Creo que lo que estamos viviendo en la actualidad remontaría a una respuesta de Tamayo inclinada hacia la pluralidad de la búsqueda de un diálogo para una reforma educativa mucho más diversa, lejos de la hegemónica que se está presentando y sí atacaría la parte de confrontación y asesinatos entre la gente que piensa de manera diferente pero que si tiene la capacidad de dialogar”.
CLAVES PARA ENTENDER A TAMAYO
Ana Torres señaló que:
-Aunque se habla de él como un artista sin ideas políticas y un mensaje poco profundo, esto es un error ya que a través de sus elementos pictóricos: el color y la forma como invitación para la crítica.
-Consideraba que lo revolucionario del arte se encontraba en la experimentación formal y la reflexión del contenido, en su caso siendo más fuerte el factor de los colores, que asociaba con el dolor y el sufrimiento del pueblo mexicano, lejos de las tonalidades estridentes.
-Durante el periodo entre los años 20 y 30 fue cuando resaltó la figura indígena en su trabajo, atrayéndola a la contemporaneidad de aquel entonces colocando las figuras en escenarios oscuros que poco se conocen de estas culturas indígenas como el abandono y la soledad con la que vivían y viven.
-Abordó plenamente la diversidad en una época donde este no era un tema tan común como lo es hoy en día; hablaba de la diversidad del país, los indígenas y su autonomía integrándolos a los proyectos de la nación y buscando un diálogo universal.
-Otro elemento importante que trabajó fueron las máscaras, cargadas de un amplio significado en la actualidad ya que a través de su corriente primitiva las colocaba como un elemento que oculta pero revela, que esconde pero también protege, que libera pero que disfraza, destacando la vulnerabilidad de las etnias abandonadas y atacadas, problemáticas que se remontan a nuestra realidad.
SinEmbargo/Vanguardia