Reviven faraones tras primavera egipcia

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La noche del 28 de enero de 2011 la policía egipcia huyó en desbandada y los saqueadores se frotaron las manos. Era el momento idóneo para pescar en río revuelto. El Museo de Antigüedades Egipcias, a un tiro de piedra de la rebelde plaza cairota de Tahrir, se convirtió en blanco de un ataque que hizo desaparecer 54 piezas de sus caóticas y atestadas vitrinas.

Por Francisco Carrión

Desde este lunes una veintena de aquellas joyas faraónicas, halladas en el jardín del recinto o rescatadas de la basura, regresan a casa en una exposición que relata su costoso proceso de cura. “Algunas piezas quedaron totalmente dañadas. Nuestros conservadores las han cuidado y restaurado”, explica Mohamed Ibrahim, ministro de Antigüedades. La muestra, inaugurada este lunes en una de las abarrotadas salas del museo, reúne los 29 objetos recuperados que han superado con éxito su paso por el quirófano.

Del resto, casi tres años después de su extravío, no hay noticias. “Seguimos trabajando en las piezas robadas y confiamos en recuperarlas pronto”, asegura Ibrahim. Entre las figuras buscadas por la Unesco y la Interpol se encuentran un lapislázuli de la princesa Merit Amón, hija de Ajenatón, una estatua en bronce de Ibis o una colección de shabtis del periodo amarnico.

La exposición ‘Dañadas y recuperadas’ está instalada en la sala 44, en la planta baja de la mayor colección de arte faraónico del mundo, con 120.000 objetos exhibidos en sus estancias o guardados en su bodega. Huérfana de turistas -espantados tras la ola de violencia que ha vivido el país en los últimos meses-, la muestra recuerda la noche del cataclismo.

Y es que antes de que los tanques rodearan el edificio y una cadena humana protegiera el recinto, los ladrones treparon hasta el techo por la escalera de incendios y rompieron la cubierta de cristal. “Como en las películas, llegaron a 30 pies del suelo”, relató a este diario el entonces ministro de Antigüedades, el mediático Zahi Hawas, días después del expolio. Los cazatesoros descerrajaron una docena de vitrinas y dejaron objetos esparcidos por las salas y el jardín. Entre el 7 de marzo de 2011 y el 20 de febrero de 2012, policía y ejército rescataron 25 piezas.

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El ‘faraón hereje’, entre basura

“Para mí todas las piezas de la exposición tienen el mismo valor pero la más bella es la estatua de Ajenatón”, reconoce Ibrahim. La talla del rey que impulsó el monoteísmo y pagó su herejía con milenios de olvido es la “obra maestra” del repertorio expoliado. Su rescate resultó extraordinario: el esposo de Nefertiti (1353-1336 a.C.) fue hallado por un adolescente de 16 años entre la basura de la plaza de Tahrir mientras participaba en las manifestaciones contra Mubarak.

El joven se llevó la pieza a casa y su tío la entregó a las autoridades. La estatua, de caliza y siete centímetros de altura, está afianzada en una base de alabastro y representa al faraón vestido con una corona de color azul, mientras sujeta una mesa de ofrendas. El hombre que se alejó de Menfis, la sede política del reino, y Tebas, el corazón religioso, y ordenó construir una ciudad a su imagen en el desierto (la actual Tell Amarna) se ha reconciliado hoy con las estanterías del ‘museo almacén’.

Las vitrinas vecinas guardan dos estatuas de madera dorada de Tutankamón (1336-1327 a. C) descubiertas en su maravillosa tumba del Valle de los Reyes. En la primera, el faraón aparece sobre un leopardo en señal de su poder para superar las dificultades del más allá. La restauración se prolongó durante seis meses porque las piezas -desperdigadas por dos salas del museo- se encontraban seriamente dañadas.

En la segunda estatuilla, en cambio, la figura de Tutankamon se sitúa sobre un barco de papiro. El monarca acecha al enemigo, probablemente un hipopótamo símbolo de Seth (deidad de las tinieblas). En una mano, porta un arpón mientras con la otra sujeta una cuerda. Despedazada tras el saqueo, parte de la estatua fue encontrada en una estación de Metro. La exposición también exhibe un abanico de la colección del ‘faraón niño’ con forma de tallo de papiro y parte superior de flor de loto. Cuando ingresó en el laboratorio, el objeto -hecho de ébano, oro y marfil- estaba troceado en 12 fragmentos.

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Estatuas amputadas

No todas las piezas han completado su puzzle. La estatua de la diosa Menkaret ha quedado amputada: portaba una figura de Tutankamon en la cabeza para facilitar su paso a la vida de ultratumba que continúa perdida.

Entre los tesoros salvados de la catástrofe, hay retazos fascinantes como los 40 arqueros nubios, una embarcación de recreo, un par de sandalias de la tumba de Mesehti, gobernador de Asiut (sur de Egipto), las estatuillas de un gato que representa a la diosa Bastet y del toro Apis y la estatua de Tutmosis III, el mayor conquistador de la historia egipcia.

En el inventario sometido a cuidados paliativos figura incluso la momia de un niño llamado Amenhotep. Los ladrones le arrancaron la cabeza del cuerpo. La cirugía, realizada a partir de los materiales naturales que se emplearon en la momificación original, ha obrado el milagro. El pequeño vuelve a ser uno al otro lado del cristal de la vitrina que mantiene a buen recaudo milenios de eternidad.

Fuente: ElMundo.es

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