Por Pineda Jaimes
Estamos a unos cuantos días de que finalice la Copa del Mundo y los saldos no pueden ser más que contrastantes. Los que tenían que ganar, ganaron y los que tenían que perder, lo hicieron. Tanto en el futbol como en lo que más interesa a la FIFA: los negocios.
En el caso del primero, pese al deseo de muchos, y a los momentos en que parecía que sí se podía, la terca realidad terminó por imponerse. Al final, la camiseta pesó, y mucho.
Así, pese a la gallarda defensa que hizo Costa Rica, finalmente no pudo ante los marrulleros y cancheros holandeses, que a mi juicio, son los que mejor manejan toda clase de estrategias y trucos futboleros con una frialdad pasmosa. Si para la FIFA negocios son negocios, la divisa holandesa se traduce en futbol es futbol, y todo se vale para lograr el título que se les ha negado cuantas veces han llegado a él en toda su historia: 1974 contra Alemania, 1978 contra Argentina y 2010 contra España.
Costa Rica nos hizo soñar, pero hasta ahí. Un Van Gaal con el colmillo de Brasilia a Amsterdam, le ganó el partido a un ingenuo Pinto que pensó que llevar el juego a los penales era garantía de triunfo para ello, en vista de lo que hicieron contra Grecia. Nunca pensaron que el técnico holandés, cual mago de Las Vegas, se sacara de la chistera a su ¡tercer portero! para convertirlo en el héroe del partido y enviar a la banca a su titular Jasper Cillessen, a unos segundo de que terminara el tiempo extra. A Van Gaal poco le importó el berrinchazo que se aventó Cillessen cuando lo envió a la banca. El técnico holandés sabía que Krull, con su estatura de 1.93 metros, se ha especializado en detener penales. No importa que las estadísticas operaran en ese momento en su contra, pues de los últimos 20 tiros de los 11 pasos, Krull sólo había detenido dos, pero el golpe psicológico a los ticos estaba dado. ¿Por qué cambiar al portero?, ¿éste es mejor? De lo demás el arquero tulipán se encargó; bastó que alzara sus manos para tocar la red y confundir a los centroamericanos, quienes pensaron que al ser tan alto, tenían que lanzar sus tiros por tierra. Craso error, pues la especialidad de Krull es al ras de piso y ahí les detuvo dos tiros. Suficientes para pasar a la siguiente ronda. Después de esto, todo regresará a la normalidad y Krull irá a la banca, y Cillessen retomará su lugar. Nada personal, sólo cálculos matemáticos. Eso es pensar con la cabeza fría. Ya con México había dado muestras de no tentarse el corazón y sacar a su estrella Van Persie, para dar paso a un Hunte Laar que a la postre le dio el triunfo.
Así es el futbol, la llamada Naranja Mecánica está a punto de lograr su sueño de conquistar una Copa del Mundo, con el peor futbol que haya practicado en su majestuosa historia futbolística. Paradojas del destino, para ello deberá vencer a la peor Argentina también de la historia, que no sabe qué hacer con su horrendo 5-3-2, mientras todos los jugadores le exigen más poder a su técnico Sabella, que si logra hacer la hombrada de ganar este Mundial, lo hará siendo el técnico de una selección albiceleste con el menor sueldo que se le haya pagado a un técnico argentino: sólo 600 mil dólares, muy muy por debajo de los casi 9 millones de dólares que cobra Capello con Rusia, que quedó eliminada. Este Argentina-Holanda fue la final de 1978 en el que definitivamente se impusieron los sudamericanos. Ahora tendrán que eliminarse para ver quién pasa a la final.
La otra semifinal la disputará el anfitrión Brasil contra Alemania, en un encuentro de mucho morbo. Los brasileños, al parecer, han perdido a su principal arma de juego, su mediático Neymar, a quien un desparpajado colombiano casi lo parte en dos. Lo triste para el brasileño es que finge tantas faltas y se revuelca en la cancha como almeja con limón, que ahora que en verdad lo lesionaron, tardaron en creerle. Para su mala suerte, tampoco contará con su defensor Thiago Silva. O sea que sin Neymar y Silva, ¿qué hará Brasil?
Por el otro lado, la poderosa Alemania, fiel a su estilo, sólo avanza y avanza en los mundiales, cumpliendo el apotegma: el futbol es un juego de 11 contra 11 en el que siempre gana Alemania.
Como sea, el negocio ya salió redondo para la FIFA. Le invirtió directamente en gastos a este mundial casi 2 mil millones de dólares, de los cuales sus ganancias serán de cerca de 4 mil millones de dólares. Sus patrocinadores más o menos esperan ganar la misma cifra al final del torneo; mientras que la cuenta de la fiesta la pagarán los brasileños ,quienes en verdad también hicieron un negociazo: su gobierno invirtió cerca de 11 mil millones de dólares, una buena parte en construir estadios, y de esta cantidad si bien le va, “recuperará” de forma directa, poquito más de 3 mil millones de dólares. A cambio de todo esto, los patrocinadores de la FIFA quedarán exentos del pago de impuestos en Brasil durante los próximos 12 meses. ¡Chulada de negocio!
No sólo eso: la FIFA, que se distingue por su coherencia y que es famosa por su calidad moral, no sólo inhabilitó a un jugador, Luis Suárez, sino que llegó al extremo de prohibirle toda actividad que tenga que ver con el futbol, como acudir a estadios, entrenarse en instalaciones de algún equipo profesional, etc., -sanción que luego suavizó-, ah, pero eso sí, no prohibió que se hagan negociaciones para que el jugador pueda ser vendido al Barcelona, que dicho sea de paso, también había sido inhabilitado para comprar jugadores debido a las irregularidades detectadas por el traspaso de la estrella brasileña Neymar. O sea que para la FIFA, en tratándose de negocios, las sanciones no cuentan. ¡Ah, nuestra adorada FIFA!
El de Brasil, ¡oh paradojas del futbol!, pasará a ser recordado como el Mundial donde el jogo bonito no corrió a cargo de las grandes potencias, sino de los inesperados enanos que crecieron como diablos en este torneo. Los hinchas extrañarán la entrega de un México, el orden táctico de una gloriosa Costa Rica, la vergüenza deportiva de Chile, a los guerreros estadounidenses y desde luego, la magia de una Colombia que maravilló a más de uno.
A cambio, los aficionados tendrán que chutarse a una fría Alemania, a una canchera Holanda, a una medrosa Argentina y ¡oh tragedia!, a un desorientado Brasil donde sus mejores jugadores son ¡sus defensas!
Adiós pues, al jogo bonito.
Y así, entre acusaciones de corrupción contra funcionarios de la FIFA, escándalos arbitrales, favoritismos –en Latinoamérica ha caído muy mal que no dejaran tomar una foto en la cancha con sus hijos al arquero colombiano Mondragón, que había roto un récord como el jugador más longevo que participa en un Mundial con 43 años de edad; mientras que a todas las estrellas holandesas, empezando por Robben, sí se los permitieron-; ayudas innecesarias a las potencias y un largo etcétera, avanza hacia su final la máxima justa futbolera del país, que todo indica se encamina al sueño mágico de la FIFA: Brasil contra Argentina, para asegurar el negocio. Dos de los equipos con mayor tradición, aunque en esta ocasión practiquen un futbol que traiciona la grandeza de sus selecciones. De darse así, sería el peor Brasil contra la peor Argentina. Sin Neymar, pero con Messi.
Y por supuesto, sin el jogo bonito.
Pero eso, sí, con las arcas llenas.