Una fuerte réplica de 6.1 registrada la madrugada del miércoles generó pánico entre los miles de ecuatorianos afectados por el terremoto de 7,8 grados de magnitud que causó destrucción en varias ciudades y dejó al menos 525 muertos.
El Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés) situó el epicentro del temblor en el mar a 25 kilómetros al oeste de Muisne. La réplica se produjo a las 3:33 de la madrugada (0833 GMT).
El director del Instituto Geofísico, Mario Ruiz, dijo a radio Exa que estos movimientos “siguen este patrón de liberación de energía… que pone en riesgo a personas que aún quedan en viviendas vulnerables”.
Añadió que “los pobladores que viven en la zona epicentral deben tener máxima prudencia con lo que está sucediendo”.
La noche del sábado un terremoto de 7,8 grados de magnitud sacudió las costas centrales de Ecuador y provocó extensos daños en ciudades como Portoviejo, donde acabó con el centro comercial y bancario; Manta, en la que destruyó buena parte del sector hotelero, y Pedernales, donde quedaron apenas dos o tres edificios en pie.
El sismo causó la muerte de al menos 525 personas y más de 4.000 resultaron heridas.
La fuerte réplica del miércoles revivió el temor.
“Casi todos estamos durmiendo en la calle, en las plazas o en las veredas, pero con estos temblores salimos corriendo. Mucha gente empezó a gritar y los niños lloraban por el terror”, relató a The Associated Press Mauro Madero, habitante de San Vicente, cerca del epicentro.
Elvis Moreira aseveró a AP que “ya casi nadie queda en sus casas. Sólo los locos duermen adentro. Cuando sentimos que la tierra temblaba se nos vino a la mente el terremoto y uno queda sin saber qué hacer, sólo quiere correr. Yo cogí a mi hija de la mano y la halé para cualquier lado”.
Cuando se produjo el temblor se suspendieron las tareas de búsqueda en Pedernales. Allí, rescatistas de Colombia y Ecuador lograron extraer cuatro cuerpos abrazados entre sí, aparentemente de una familia, que estaban atrapados en las ruinas de un hotel.
El rescatista colombiano Ricardo Méndez relató que “en cuanto se produjeron las réplicas salimos de los restos del hotel y nos reagrupamos en los puntos de encuentro para ver si todos estábamos bien”.
De a poco los ecuatorianos han empezado a enterrar a los muertos, mientras se desvanecen las esperanzas de encontrar más sobrevivientes.
En la pequeña localidad de Montecristi, cerca de Manta, dos niños fueron enterrados el martes. La ceremonia para despedir sus restos se realizó en una carpa improvisada porque la iglesia del pueblo sufre daños estructurales.
Las escenas de luto se repiten en la normalmente tranquila costa ecuatoriana del Pacífico. Las funerarias se quedan sin ataúdes para acomodar a tantas víctimas y los gobiernos locales pagan para traer ataúdes desde otras localidades.
El Departamento de Defensa indicó que existen todavía más de 200 desaparecidos y que entre los muertos había al menos 11 extranjeros: tres de Colombia, tres de Cuba, dos de Canadá y uno de República Dominicana, Estados Unidos, Inglaterra e Irlanda.
El personal de rescate llegado de 13 países indicó que seguirá buscando sobrevivientes el miércoles, pero advirtió que está acabando el tiempo y las posibilidades de encontrar más gente con vida se diluyen con el paso de las horas.
Cuba envió médicos, Venezuela comida y el gobierno estadounidense dijo el martes que enviaría un equipo de expertos en desastres, así como 100.000 dólares en ayuda. En tanto, el subsecretario general de Asuntos Humanitarios de las naciones Unidas, Stephen O’Brien, visitó las zonas devastadas para ver cómo podía dirigirse mejor la ayuda.
El presidente Rafael Correa ha pasado los últimos días supervisando la ayuda y entregando suministros. El martes estimó las pérdidas en unos 3.000 millones de dólares, en torno al 3% del producto interno bruto, y dijo que la reconstrucción llevará años.
Fuente: AP