Las reformas fiscal, política y financiera no cumplieron con las expectativas de los empresarios, mientras la laboral, a dos años de su aplicación, no ha beneficiado a la competitividad de las empresas, revela el estudio Perspectivas de la Alta Dirección 2015 de KPMG. Corrupción e inseguridad son las principales preocupaciones.
Por Genaro Mejía
La agenda de reformas estructurales impulsada por el gobierno de Enrique Peña Nieto decepcionó a los empresarios mexicanos.
De las seis principales reformas aprobadas en los últimos dos años, la peor evaluada por los directivos de empresas es la fiscal, de acuerdo con el estudioPerspectivas de la Alta Dirección 2015, que por décimo año consecutivo realizó la consultoría de negocios KPMG México, cuyos resultados serán presentados a los medios el próximo viernes 17 de abril.
Para 94% de los 716 líderes empresariales que participaron en la encuesta (en especial, directores y presidentes de empresas), la reforma fiscal no cumplió con sus expectativas, mientras que lo mismo ocurrió con las reformas política (84%), laboral (73%) y financiera (57%).
“Esto suena razonable porque muchos empresarios han tenido que esforzarse todo el año para ajustarse a las nuevas disposiciones”, se explica en el estudio cuyos resultados fueron adelantados a Forbes México.
El caso de la reforma laboral es aún más grave, pues a dos años de su aplicación, 83% de los empresarios consideran que no ha beneficiado la competitividad del país.
La nueva ley laboral aportó “mayor flexibilidad a la vida laboral, disminuyó el costo de algunos juicios y creó nuevas figuras, pero no ha alcanzado a aceptarse en la práctica”, señala el estudio dirigido por Roberto Cabrera, socio líder de Industrias y Mercado de KPMG México.
Las dos reformas que salen más o menos bien libradas son la energética y la de telecomunicaciones, pues cumplieron las expectativas de los altos directivos en 64% y en 58%, respectivamente.
El gobierno, reprobado
Otra vez, al igual que en el estudio de 2014, los empresarios evaluaron de forma negativa el trabajo que hace la autoridad en favor de la competitividad. Para más de la mitad de los encuestados por KPMG (52%), el gobierno realizó un papel malo o muy malo como promotor de la competitividad (39%, malo, y 13%, muy malo), mientras que 41% lo percibe como regular, sólo 7% lo califica de bueno y nadie de “muy bueno”.
“Se podría decir que las reformas estructurales y otras medidas destinadas a mejorar la competitividad del país no han dado resultados y deberán pasar uno o dos años para que puedan verse de manera más consistente”, puntualiza el reporte.
La fuente de descontento de los empresarios encuestados es, en especial, su creciente preocupación por el combate a la corrupción, que por cuarto año consecutivo se posicionó como la principal variable que requiere mejorarse en México para incrementar su competitividad.
En esta edición de las “Perspectivas de la Alta Dirección”, 89% de los empresarios pide mejorar el combate a la corrupción, 9% más que el año pasado. La segunda preocupación es la seguridad pública (81%) y le siguen la estabilidad económica (65%), los incentivos fiscales (58%), simplificar y reducir trámites burocráticos (45%) y, en último sitio, realizar reformas estructurales (38%), donde 67% de los directivos pide una nueva reforma fiscal.
“Durante muchos años los empresarios pedían reformas estructurales; era la petición número uno. Hoy, las reformas estructurales ya se fueron hasta el final de las peticiones. Lo único que piden es una reforma fiscal porque los empresarios consideraron que no fue una buena reforma”, explica Roberto Cabrera en entrevista.
“La mala nota —dice el socio de KPMG— es que ahora los empresarios están preocupados por la corrupción. Piden que la corrupción se combata para poder mejorar en materia de competitividad.”
En la investigación, los expertos de la consultoría concluyen que “para lograr el objetivo de las reformas estructurales, donde se espera participación del capital privado, la corrupción debería ser claramente combatida y eliminada”.
Fuente: Forbes