Reforma energética: soltaron al tigre…

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Por Servando Pineda Jaimes*

En lo oscurito, en una sede alterna porque ni siquiera pudieron sesionar en su casa, los diputados del PRI, PAN, PVEM y Panal, aprobaron con 354 votos a favor, por 134 en contra, la reforma constitucional que permitirá a las trasnacionales hacerse de contratos de riesgo, concesiones y licencias para extraer y llevarse todo el petróleo que encuentren en el territorio nacional y abrir a la inversión privada la Comisión Federal de Electricidad.

Al grito de: “de nada sirve la soberanía enterrada en el fondo del mar”,[1] que lanzara la diputada priísta Francisca Corrales; sin rubor alguno, panistas y priístas defendieron la modificación a los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución que dará al capital privado plena intervención para explorar y explotar el petróleo mexicano en todas sus etapas.

De manera más que vergonzosa, sin cumplir con la normatividad parlamentaria y sólo como si se tratara de un torneo de vencidas, panistas y priístas nuevamente se aliaron para sacar adelante una reforma constitucional.

Atrás quedaron los gritos, protestas e insultos de los legisladores panistas contra los priístas que avalaron la reforma hacendaria que nos trajo un aumento al IVA en esta frontera. Rápidamente se les olvidó a los legisladores panistas su campaña para exhibir a los priístas como traidores a la patria, personas no gratas y toda clase de epítetos que lanzaron a los tricolores en su momento.

Hoy, nuevamente se juntan, a contrapelo de lo que la mayoría de los mexicanos opina.

Lo que acabamos de ver los mexicanos, además de un espectáculo lastimoso de nuestros legisladores, sean diputados o senadores —con honrosas excepciones como los senadores panistas Javier Corral y Ernesto Ruffo que votaron en contra—, es un simplismo y pragmatismo político tan ramplón que debe llevarnos a la reflexión. ¿Para eso sirven nuestros representantes populares? ¿Para eso mantenemos una clase política rapaz, que lo único que le interesa e importa es mantener sus privilegios a costa del bienestar de miles y millones de mexicanos?

Los diputados dieron muestra del escaso nivel intelectual que tienen. Mostraron el poco criterio e independencia que deben tener ya ni siquiera como diputados, sino como seres pensantes, al votar bajo consigna, por el simple hecho de que así se los ordenaron las jerarquías de sus partidos. ¿Qué no? Entonces que nos expliquen por qué el dictamen no pasó a comisiones como marca el proceso legislativo, por qué la dispensa de la lectura de la reforma propuesta. ¿Qué una reforma de la trascendencia e importancia que tiene como lo es la energética, no merecía siquiera ser leída? Pues la respuesta es no. Los diputados del PRI y el PAN dijeron que no. Se dieron por satisfechos con lo que les enviaron los senadores y simplemente ellos avalaron todo lo que recibieron, sin lectura, sin saber su contenido, sin discusión alguna. Una vergüenza nacional.

Deje usted el triste espectáculo que la nación entera vio en vivo y a todo color. Diputados actuando como peleadores callejeros, cuál gánsters, amenazándose de muerte por no acatar los designios del señor, poniendo cadenas en recintos legislativos, aprobando la más importante reforma que en materia constitucional hemos tenido en los últimos años, amontonados en un pequeño recinto que se supone honra la memoria de la primera mujer que fue diputada federal en México, doña Aurora Jiménez Palacios, del PRI por cierto.

Lo que vimos en la Cámara de Diputados, más se asemejaba a una asamblea del mítico Consejo Universitario de Huelga del 68 o del Consejo Universitario Estudiantil encabezado por el no menos mítico e icónico Mosch. En bola, arrebatándose la palabra, insultándose, gritando y aplaudiendo como niños de primaria que ganan una votación. Así se comportaron nuestros legisladores, quienes, quién sabe si supieron lo que aprobaron.

Quién sabe si lo sepan, pero ellos ya lo aprobaron. A partir de que entre en vigor la reforma, PEMEX y CFE pasarán de ser organismos descentralizados a “empresas productivas del Estado”,[2] -cualquier cosa que esto signifique- cuya operación se sustentará en criterios de eficacia, eficiencia, honestidad, productividad y transparencia con base en las mejores prácticas de su sector respectivo. ¿O sea?, ¿quiere decir que eso no sucede ahora?, ¿qué no es así como se deben conducir todas las empresas del Estado, con eficiencia, con honestidad, con productividad y con transparencia? Pues ya vemos con esto se reconoce que no, pues ahora nuestros insignes legisladores ven necesario dejarlo plasmado en la Constitución. ¡Vaya cinismo!

Don Carlos Romero Deschamps, como líder de los petroleros que es, ¿habrá ya informado a sus representados que a partir de la reforma, PEMEX deberá calcular las remuneraciones al personal de manera equivalente a las existentes en la industria o actividad correspondiente? Esto por supuesto, incluye también a los trabajadores de la CFE. Claro que nuestros eximios legisladores precisan que los actuales trabajadores nada tienen que temer y esta cláusula sólo aplica para el personal que se vaya contratar en el futuro. Mayor desvergüenza no podíamos ver. Nada más eso nos faltaba, que la reforma se la quisieran aplicar a los actuales trabajadores; pero así se las gastan nuestros diputados y senadores.

La nueva reforma faculta también a la Secretaría de Energía (SENER) para otorgar permisos para tratamiento y refinación de petróleo, así como para el procesamiento del gas natural. Es decir, una vez extraídos del subsuelo, los hidrocarburos pueden ser vendidos por quien tenga su posesión, a fin de ser procesados, incluso dentro de territorio nacional.[3]

Generosos, los legisladores aprobaron que PEMEX pueda continuar trabajando en proyectos vigentes en exploración por un plazo de 3 años, prorrogables 2 años más. Si hay éxito en los resultados esperados, PEMEX podría continuar con las actividades de extracción. De no ser así, el Estado atraerá de nuevo los proyectos a fin de eliminarlos o reasignarlos.[4]

Y como de lo que se trata también es de generar espacios para el pago de favores por la reforma, se crea más burocracia, sin imponer candados para que los futuros puestos sean encabezados por gente especialista en la materia y no por arribistas o  favores políticos. En este rubro, la reforma crea, y da un plazo de un año, para nazca el Centro Nacional de Control del Gas Natural, encargado de la operación del sistema nacional de ductos de transporte y almacenamiento y el Centro Nacional de Control de Energía, encargada de vigilar la correcta apertura al mercado en esta área.

Lo más dramático es que instruye al Ejecutivo federal a proponer al Congreso un programa de sustitución de subsidios generalizados por uno de subsidios focalizados en el rubro energético. Con ello, la promesa de que la reforma traerá bajos precios se va al traste, pues en la práctica los libera a las fuerzas del mercado. Es decir, usará gasolina quien la pueda pagar, así de simple.

Otra sorpresa que nos despertará viene en la generación y la comercialización de energía eléctrica que también serán abiertas a la participación de particulares, quienes harán uso de las redes de transmisión y las redes de distribución para comercializar la energía que produzcan. ¿Recuerdan Telmex y como se apoderó de toda una infraestructura que nos costó a todos los mexicanos?, y que ahora es el principal obstáculo para que haya una verdadera competencia en este rubro, ya que cualquier telefónica que quiera ingresar a nuestro mercado, le debe pagar a Telmex por el uso de su infraestructura. Bueno, pues a ver ahora quién se apodera de la red de la CFE.

Absolutamente nada de esto les mereció una discusión seria y profunda a nuestros legisladores. Claro que ya sabemos que tienen el procedimiento de la famosa reserva de articulados que no es otra cosa que el derecho de “pataleo” que se le da a la oposición, a la que dejan despotricar todo lo que quiera, y al final le avientan la aplanadora; pues lo importante y trascendental ya está hecho, al aprobar la reforma en lo general y en pleno.

Así se juega el futuro de nuestro país. Mientras en una cobachita era aprobaba la más importante reforma del país, a la misma hora, pero en Los Pinos, con toda la pompa que el poder impone, el presidente Peña Nieto ofrecía una cena a los senadores por su “heroico patriotismo” al haber aprobado la reforma.

Tal vez se hayan salido con la suya, pero el daño que le han causado a la incipiente democracia mexicana es de dimensiones incalculables. Han destrozado el germen de la esperanza que podía ver a la democracia como una forma pacífica de transformación del poder.

¿Quiénes son pues los traidores a la patria? Ahora, ¿quién va a proponer qué legisladores deben aparecer en espectaculares como personas no gratas?

Bien decían nuestros sabios abuelos: Dios los cría, y ellos se juntan. O parafraseando a don Porfirio Díaz que en su momento le espetó a Madero: han soltado al tigre, a ver si pueden con él.

Servando Pineda Jaimes. Sociólogo e integrante del equipo de Hilo Directo

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