Jesús Medina Aguilar, el rescatista desaparecido en Morelos desde el pasado 30 de septiembre, está vivo y se encuentra en la Ciudad de México; pasó anoche a las oficinas de Proceso, donde responsabilizó a los gobiernos municipal –de Tetela del Volcán–, estatal –de Morelos– y federal por cualquier agresión en contra de él o de su familia.
Los últimos tres días fueron para él una pesadilla: los pasó escondiéndose de dos personas que lo amenazaron de muerte por meterse “con el gobierno” y lo persiguieron en una van de color blanco durante varios kilómetros con la evidente intención de embestirlo.
El brigadista de 36 años, originario del municipio de Tetela del Volcán, en Morelos, es periodista en la agencia ARP, un medio local que opera una radio comunitaria y publica el mensual La Gaceta.
En entrevista, asevera que no sabe de dónde ni de “qué nivel de gobierno” viene la amenaza, pero identifica tres situaciones que documentó en las últimas semanas y que pudieron generar la agresión.
Inmediatamente después del temblor del pasado 19 de septiembre, criticó en su medio la tardanza del gobierno municipal en atender la emergencia humanitaria en zonas de riesgo inminentes –como en la colonia Lomas Lindas–, así como en rancherías de la región donde las casas colapsaron.
El pasado 30 de septiembre, a mediodía, Medina grabó con su celular cómo un helicóptero de la Policía Federal se llevó una tonelada y media de víveres desde la unidad deportiva de Tetela del Volcán hacia el poblado vecino de Hueyapan, pese a las quejas de los pobladores.
“En el video se oye cómo la gente se molestó, decía que la ayuda era para Tetela”, dice el periodista, al afirmar que el helicóptero no era necesario, pues Hueyapan se encuentra a escasos kilómetros de la cabecera municipal y está accesible por carretera.
Además, desde hace varios meses el periodista reporteaba la oposición de pobladores de Tetela del Volcán contra un acueducto, que desviará el agua del río Cuautla hacia la central termoeléctrica de Huexca, la cual fue impulsada por el gobierno estatal de Graco Ramírez como parte del llamado Proyecto Integral Morelos.
Al realizar acciones de rescate en la zona, Medina se percató que un grupo de ingenieros se encontraba en las inmediaciones de la cuenca del Río Amatzinac. Preguntó, “en calidad de ciudadano”, qué hacían ahí y le contestaron que analizaban una grieta.
El periodista asegura que, en días previos al terremoto, la presencia de ingenieros en la zona hubiera despertado alertas en la población que se opone al acaparamiento del agua y del territorio. “No se sabe si llegaron de manera altruista o si iban a hacer algún trabajo de manera oculta, aprovechando la confusión y la cantidad de gente ahí”, dice.
“Temo del gobierno municipal, del estatal e incluso del federal porque todos tienen injerencia del Proyecto Integral Morelos”, dice el periodista.
El pasado 19 de septiembre, media hora después del sismo, Medina acudió a las oficinas de Protección Civil para ponerse a la disposición de las autoridades y atender la emergencia, pues partes enteras de Tetela del Volcán quedaron devastadas por el terremoto.
Durante los siguientes días, realizó recorridos en las zonas afectadas para priorizar la ayuda, participó en la evacuación de personas y apoyó en el retiro de escombros. Todo lo hizo en coordinación con la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), siempre encima de su moto.
“Por todos lados me involucré con el afán de apoyar. Muy pocos se enteraron de que era periodista. Como ciudadano común, empecé a recibir quejas de la gente. Algunos me mostraron cómo se descargó un tráiler en la explanada, pero nunca llevaron los víveres al centro de acopio, me dijeron que los habían llevado a Hueyapan”, recuerda.
Así pasaron diez días, hasta que el pasado viernes 29, a las 6 de la tarde, Medina arreglaba su moto en Tetela del Volcán cuando una camioneta de tipo Van de color blanco, con dos personas a bordo –que no eran del pueblo–, se detuvo a su lado.
“Te estás metiendo con el gobierno, hijo de tu puta madre, te va a cargar la verga”, soltó uno de ellos, y la camioneta arrancó.
El periodista trató de identificar el vehículo, pero éste no traía placas; lo único que logró observar fue un logotipo deteriorado en la parte lateral.
El día siguiente, Medina salió en su moto rumbo a Tlayacapan, donde iba a reunirse con un convoy de voluntarios que venían de la Ciudad de México con víveres. Quería guiarlos hacia Tetela del Volcán.
Pero apenas salió del municipio, miró hacia atrás y vio que la misma camioneta blanca del día anterior llegaba a toda velocidad hacia él, en su carril, con la intención de embestirlo. El periodista penetró en las calles del municipio de Ocuituco; se quitó la chamarra de color fosforescente y logró perder a la camioneta en los caminos de terracería.
Menos de media hora después, dejó la moto en los campos de Huexca –misma que fue encontrada el fin de semana–. Pidió auxilio a un campesino quién, al verlo asustado, le indicó el camino hacia el transporte público. Subió a una combi que lo dejó en Cuautla, se quedó en casa de amigos y tomó otro autobús hacia la Ciudad de México.
“No quise pedir auxilio a nadie, desconfié de la policía de Ocuituco. Por obvias razones, por la noche mi familia se enteró de que no había llegado a mi destino. Pero si yo me quedaba en el pueblo me quedaban dos opciones: o me pasaba algo a mí, o les pasaba algo a mis hijos, para silenciarme”.
“La verdad no he podido ni levantar una denuncia porque no traigo mi credencial, sólo la de prensa”, dice. Pero asevera que tomará las acciones pertinentes contra quien resulte responsable.
Fuente: Proceso