Por Luis Javier Valero Flores
Ni duda cabe que el mamotreto de reforma fiscal aprobado por la Cámara de Diputados tiene inocultables vicios, defectos y un sinfín de cosas paradójicas y que, incuestionablemente, tiene una pretensión recaudatoria -¿Cuál régimen fiscal no lo tiene?- pero también tiene un muy atenuado objetivo, el de intentar arrancar unos cuantos pesos más a los sectores más privilegiados.
De repente a la élite empresarial juarense le brotó una inagotable veta filantrópica y se ha puesto a -o ha pretendido- liderar a los opositores de buena fe a la homologación del IVA fronterizo, acompañados por el panismo local.
Han pretendido, y lo han logrado, hacer que se confunda la homologación del IVA con la imposición del mismo impuesto a la importación temporal de la industria maquiladora, así como la de que se le pretende quitar la deducción de todos los bonos entregados a los trabajadores de la maquila.
Con ello han logrado que una buena parte de la opinión pública se haga eco al rechazo a tales impuestos.
Vayamos por partes. Se puede aceptar que homologar el IVA puede desatar una avalancha de alzas en los precios de las mercancías -en alimentos y medicinas no habría justificación alguna- pero ese crecimiento se les puede achacar a empresas y negocios claramente ubicados en el sector del comercio y la prestación de servicios.
Si en estos momentos los precios fuesen 5% menores a los del resto del país, tendrían justificación.
No es así. Una sencilla revisión de algunas tarifas y precios basta para darnos un panorama muy distinto al ofrecido por los catastróficos dirigentes empresariales.
Ejemplos: Ayer, el restaurant de la cadena norteamericana de la manzanita cobraba, por el mismo buffet para la comida, exactamente lo mismo en Chihuahua que en Juárez, 109 pesos;
La más grande cadena de cines en el país, la que dice ser la ciudad del cine, cobra exactamente lo mismo por una entrada, 68 pesos, en sus complejos ubicados en las zonas residenciales; las salas ubicadas en zonas de poblaciones con menor capacidad adquisitiva, cobran lo mismo en Juárez que en Chihuahua, 44 pesos la entrada;
Más. La empresa telefónica más grande en el país ofrece el mismo plan de renta de una línea telefónica de celular, con prácticamente el mismo número de minutos tiempo-aire (500-550 minutos) y la misma capacidad en internet con las mismas tarifas (499-529 pesos) en una y otra ciudad, con el agravante que es 30 pesos más barato en Chihuahua que en Juárez.
En el caso de las empresas automotrices, prácticamente todas están ofreciendo el mismo precio de los modelos 2014, tanto en Chihuahua y Torreón, que en Juárez.
¿Dónde está, pues, la diferencia del IVA fronterizo en estos momentos? ¿Cuánto le dicen a Hacienda que están cobrando, y cuánto les cobra Hacienda por el mismo concepto?
Muy probablemente nos encontraremos que los precios finales son los mismos, sólo que en Juárez sí cobran, solamente, el 11% de IVA y el diferencial del 5% va directo a la suma de utilidades de las empresas. Entonces no se acuerdan de lo que ahora arguyen, “que se pierde competitividad con El Paso”.
Si lo bueno es que tales maniobras no las pueden hacer con los alimentos y medicinas.
De ahí la estridencia del rechazo.
Cosa semejante ocurre con las prestaciones económicas que los empresarios deducen del pago de impuestos.
Ahí perdemos todos, por varias vías: En primer lugar, los empresarios pagan menos impuestos extendiendo bonos y vales -fundamentalmente de despensa-, lo que se refleja en una menor obtención, tanto de ventas, como de utilidades; los trabajadores no pueden acreditar los bonos como parte de su salario, por lo que pierden todos los derechos laborales sobre ellos; a su vez, como los empresarios adujeron menores utilidades, el porcentaje de ellas a los trabajadores también disminuye. Este esquema permite una más alta tasa de ganancias para los empresarios, por lo que éstos no están dispuestos a los cambios en la producción -¿Para qué, si así nos ha ido requete bien?
Por eso causa escozor ver a tantos líderes empresariales que no fueron capaces de percibir la tragedia que se gestaba ante sus ojos e intereses empresariales: Las generaciones de la “maquila”, los niños y jóvenes a los que les arrancaron madre, padre, abuelos, entorno social y se convirtieron en la carne de cañón de “La Guerra de Juárez” y, encima, ahora, los llaman a que defiendan las ganancias de los empresarios.
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