Quién fuera Alfonso Cuarón

0

Por Alejandro Páez Varela

El silencio que reclama justicia, cómo en Sinaloa se abandonó la protesta. Las madres, las familias, las organizaciones, las víctimas de la violencia (desapariciones, asesinatos, feminicidios, tortura), han hecho una pausa para refugiarse en casa con sus penas. ¿Para qué –se cuestionan–, si la respuesta es siempre la misma: el silencio?

Qué contraste con los 10 puntos de Alfonso Cuarón, la carta en la que este afamado director de cine exige que Enrique Peña Nieto responda a sus dudas sobre las presuntas bondades de la Reforma Energética. Dos secretarios de Estado, el vocero de la Presidencia y hasta el mandatario salieron a darle una respuesta. Qué contraste. El gobierno federal se movió como si le hubieran puesto toques eléctricos.

Por supuesto que no critico a Cuarón: ojalá y todos esos que tienen poder de convocatoria y que han llevado una vida bajo los reflectores, asumieran ese compromiso mínimo. Gente como Vicente Fernández, Luis Miguel, Salma Hayek y otros tantos, que ya están más allá (y que son, podría decirse, intocables) podrían retribuir en algo a este país que les ha dado todo. Pero es más cómodo su silencio. Cuarón, sin embargo, levantó la voz y representó a miles (¿quizás millones?) que pensamos que esa reforma es una trampa, como nos revela la experiencia de las últimas décadas, para que un grupo de saqueadores se lleve los recursos de los mexicanos.

No deja de ser notoria la respuesta del gobierno, decía, sobre todo en un país en donde la tendencia es azotar a los ciudadanos que osen expresar lo que piensan. El Presidente, dos secretarios de Estado, el vocero de Los Pinos. Vaya reacción.

Los migrantes han marchado; las organizaciones civiles que los ayudan también; miembros de la iglesia católica más comprometida con los desamparados, como los padres Raúl Vera y Alejandro Solalinde, han exhibido este drama a los ojos del mundo y ante las autoridades mexicanas. Desaparecidos, secuestrados, asaltados, mutilados; nada les conmueve. La respuesta es el silencio.

Los familiares de los desaparecidos han salido a protestar, han gritado su dolor; comparten el holocausto mexicano, en su desesperación, a quien quiere escucharlos: periodistas, activistas nacionales y extranjeros, organismos como la ONU. Hay 28 mil víctimas, se calcula, sólo del gobierno de Felipe Calderón, y las desapariciones, algunas forzadas (de acuerdo con Amnistía Internacional), es decir, de parte de las fuerzas del Estado, continúan. En Nuevo León intentaron borrar sus nombres de una plaza pública y en Sinaloa dejaron de marchar: para qué, dijeron, si la respuesta es el silencio.

Periodistas de todo el país y organizaciones internacionales denuncian, con la lista de víctimas en la mano, el clima que se vive en México y la impunidad con la que operan los criminales (casi siempre policías) contra los medios. Cuando no son policías federales son locales; cuando no son personeros de políticos son los gobernadores. Ataque tras ataque. Un ejemplo: después de una cadena de agresiones físicas contra reporteros y fotógrafos por parte de agentes a cargo del Gobernador Mario López Valdés “Malova”, el director general de los Noroeste de Culiacán y Mazatlán, Adrián López Ortiz, es herido de un disparo por sujetos que siguen libres. Después de peticiones y peticiones de que el gobierno federal atraiga la investigación porque existe conflicto de interés de “Malova” (se “investiga” a sí mismo) en el proceso, la respuesta es el silencio.

Divididas y a lo bruto, las fuerzas de izquierda llevan meses diciendo que es necesaria una consulta popular para saber qué queremos hacer los mexicanos con nuestros recursos naturales. Hubo marchas, manifestaciones, plantones, expresiones y pleitos en el Congreso. Otros ciudadanos sin partido han dicho lo mismo, y han agregado sus dudas puntuales: ¿qué van a hacer con tanta riqueza? ¿Quién dará la cara cuando los funcionarios públicos se hinchen de billetes y se repartan con empresarios el botín, si el día de hoy todas las investigaciones de fraude se detonan en el extranjero; vienen de Estados Unidos porque allá se investiga y acá no? ¿Quién? ¿Alguien responderá? ¿Pedro Aspe, el súper Secretario sin cartera de Peña Nieto? Nada. La respuesta es el silencio.

Los padres de la Guardería ABC de Hermosillo siguen marchando, protestando, levantando la voz. Tenían la promesa del candidato Enrique Peña Nieto de que se les haría justicia; el Presidente Enrique Peña Nieto se ha escondido ahora en su búnker y no da la cara. No importa la tragedia, no importa el tamaño de la cochinada y la impunidad. La respuesta es silencio.

Y así me puedo seguir. Preguntas y preguntas reciben sólo una respuesta: el silencio.

Los directores de cine aparecen en páginas de la farándula. Son personajes de la televisión y sus entrevistas aparecen en las portadas de las publicaciones de espectáculos. Las madres que lloran la desaparición de sus hijos, no; tampoco los que viven a diario con la terrible pesadilla de su bebé envuelto por las llamas, como los del ABC. Los periodistas no son nota y los desaparecidos o los migrantes pueden irse, básicamente, al carajo. No un director de cine, para alguien que llegó a la Presidencia por su cara bonita en la televisión y que está casado con una actriz. Los Cuarones del mundo importan para un hombre que no lee, por supuesto, y tiene inclinaciones por la farándula. Allí puede explicarse por qué dos secretarios de Estado, el Vocero de Presidencia y el mismísimo jefe del Ejecutivo federal respondieron ipso facto.

“Con todo esto me di cuenta del país en el que vivimos. Ya no quise seguir. Tuve miedo, tú sabes cómo se manejan las cosas en Sinaloa, porque afectas intereses. La autoridad no te protege. Te das cuenta que no hay más seguridad para nadie, que pedir justicia, es pedir favores. Uno se deja de todo esto porque no hay apoyo, a veces ni de la familia. Quienes salimos a las calles a pedir justicia no tenemos seguridad. Para las autoridades yo andaba de revoltosa. Yo quisiera seguir, pero tengo miedo. La misma familia me  dijo: ‘¡Ya párale!”. La lucha de Alma Trinidad Camacho duró tres años. Organizó marchas por las principales calles de la ciudad, plantones en la Casa de Gobierno, en la Unidad Administrativa, en el Zócalo de Culiacán  junto al poeta Javier Sicilia. Quería justicia por el asesinato de su hijo Cristóbal Herrera Camacho. La respuesta, cuenta la reportera, fue el silencio.

Quién fuera Alfonso Cuarón y saliera en la tele.

Fuente: Sin Embargo

Comments are closed.