Es el hombre que impulsó el referendo que se celebró en Reino Unido, el que construyó su carrera política haciendo campaña en favor de la salida del país de la Unión Europea (UE).
Ahora, si alguien puede proclamar la victoria tras el referendo en el que ganó la opción del Brexit, ese es Nigel Farage, el líder del Partido de la Independencia de Reino Unido (UKIP), junto al ex alcalde conservador de Londres Boris Johnson.
Y lo hizo sin haber puesto nunca un pie en la Cámara de los Comunes. Su intento de convertirse en parlamentario fracasó en las elecciones de 2015.
“Lo hicimos sin haber tenido que pelear, sin haber tenido que disparar ni una bala”, declaró Farage este viernes.
“Este es el amanecer de una nueva nación independiente“.
Aunque entre el pueblo británico es tan odiado como amado, una cosa es cierta: el referendo y la victoria del Brexit no hubiera sido posible sin los esfuerzos de Farage.
¿Cómo alguien que nunca formó parte de la campaña oficial del Brexit y quien durante mucho tiempo estuvo marginado en la política británica por sus controvertidas posturas sobre inmigración llegó hasta aquí?
“Contra el establishment”
Fue David Cameron quien convocó el referendo y ganó la mayoría requerida para llevarlo a cabo.
Pero lo convocó en respuesta a la presión de UKIP y de Farage -y de varios “euroescépticos” conservadores-, algo que se convirtió en una pesadilla para el primer ministro.
Así, Farage dijo durante la campaña: “Será una pelea del pueblo contra elestablishment“.
Y con esto sacó a relucir una de las mayores divisiones que se han visto en este país.
La pesadilla del primer ministro -y de la campaña para permanecer en la UE- comenzó cuando UKIP decidió vincular el referendo con la inmigración.
Y el punto más bajo de la campaña fue cuando Farage presentó un controvertido afiche que mostraba una fila enorme de inmigrantes -en su mayoría sirios huyendo de la guerra en su país- caminando a través de una campiña con el eslogan “Punto de quiebre”.
El póster, que fue presentado poco antes del asesinato de la parlamentaria laborista Jo Cox, y retirado horas después, fue extensamente criticado y calificado de “racista” y “homofóbico“.
Farage lo defendió y dijo que éste “reflejaba la verdad” sobre la inmigración y la UE.
¿Quién es?
Farage ha ganado tracción en la política británica cuando ni siquiera es miembro del Parlamento de los Comunes y nunca lo ha sido.
A parte de su discurso furiosamente antiinmigrante y antieuropeo, su arma secreta es vender una imagen de hombre común, que sigue viviendo en el mismo pueblo en el que nació, y que desde hace más de 30 años asiste al mismo pub, el George & Dragon.
Farage nació en 1964 en Kent. Su padre, el corredor de bolsa Guy Oscar Justus Farage, abandonó la familia cuando él tenía apenas cinco años.
Pese a esto, creció en una familia acomodada y asistió a una escuela privada exclusiva, donde cultivó su amor por el cricket, el rugby y el debate político.
No asistió a la universidad y prefirió, al contrario, hacer carrera en el mercado financiero de Londres no bien salió de la escuela secundaria.
Así, antes de los 30 años ya ganaba suficiente para tener una vida más que confortable, con ingresos que sobrepasaban las 200.000 libras esterlinas anuales.
Contradicciones
Farage siempre hizo de la fobia a la inmigración y de su posición antieuropea la palanca sobre la que afianzó su carrera política.
“Queremos un divorcio amigable con la Unión Europea y su reemplazo con un acuerdo de libre comercio que es lo que le vendieron a la generación de mis padres”, ha dicho en reiteradas ocasiones.
Le saca partido a sus frecuentes peleas con sus rivales y con funcionarios europeos.
Pero sus críticos señalan que su actitud frente a Europa siempre ha estado plagada de contradicciones.
Ha sido parlamentario europeo desde 1999 y es en el Parlamento Europeo donde su partido tiene mayor presencia.
Fue su posición rabiosamente antieuropea lo que lo llevó a salir del Partido Conservador, del que fue miembro desde sus años en la escuela secundaria hasta 1992.
Farage abandonó el partido descontento con la decisión del entonces primer ministro John Major de firmar el Tratado de Maastricht.
Fundó el UKIP en 1993.
Y se le enrostran otras contradicciones. Por ejemplo, el hecho de que es crítico feroz de la inmigración, aunque su propia esposa es alemana.
Sus críticos apuntan que Farage y su partido son racistas y antiislámicos y, de hecho, su discurso y sus referencias al Islam pueden interpretarse como tales, pero él argumenta: “No somos racistas”.
“De ninguna manera es racista decir que debemos controlar la cantidad y la calidad de los migrantes que entran a Reino Unido”, ha dicho.
“Uno de nosotros”
Nigel Farage se ufana de ser el típico “hombre de pub”, el tradicional bar británico.
Es el único político en Reino Unido que dice abiertamente que le encanta beber y fumar “porque sólo se vive una vez” y ha hecho temblar al “establishment”, la clase dirigente británica.
Ha construido su carrera política con un hábil manejo de los medios de comunicación.
Con una pinta de cerveza o un cigarrillo en mano, o con ambos, ataca a los demás políticos por estar, según dice, desconectados del sentir popular de su país.
Afirma ser un representante de los excluidos que llega a sectores del electorado británico a los que sus rivales no pueden llegar.
Habla sin pelos en la lengua y sin mucha preocupación por guardar las formaso ser “políticamente correcto”.
Y por esto, hasta opositores como Boris Johnson, el exalcalde de Londres y otro de los principales líderes de la campaña del Brexit, le reconocen méritos.
“Es un tipo divertido, a quien le disgusta la pomposidad y las actitudes políticamente correctas, y es contrario a las regulaciones absurdas de la Unión Europea”, dice Johnson.
Y agrega: “Nosotros los conservadores lo vemos, vaso de cerveza y cigarrillo en mano, y con su sentido del humor, e instintivamente reconocemos en él a alguien fundamentalmente como nosotros”.
Ahora es claro que Nigel Farage y su partido UKIP han cambiado el mapa político británico.
La salida de Reino Unido de la UE tendrá uno de los efectos más profundos en su política y sus relaciones con el resto del mundo.
Será en el futuro cuando se podrán juzgar si los efectos de este voto serán positivos o negativos.
Y la historia juzgará si Nigel Farage se llevará el crédito de la victoria o será el responsable del fracaso.
Fuente: BBC Mundo