Es capaz de detectar objetivos balísticos, identificarlos, realizar su seguimiento y guiar, cuando es necesario, los antimisiles contra blancos seleccionados como peligrosos.
El objetivo de esta enorme instalación situada en Sófrino, una localidad cercana a Moscú, es albergar el radar de alerta temprana Don-2N, elemento clave de la defensa antimisiles de la capital rusa.
Pese a las potentes emisiones que se emiten desde este monstruo de hormigón parecido a un zigurat de Mesopotamia, el portal de defensa ruso DefendingRussia tuvo acceso al Don-2N y a algunos de sus secretos.
Su principal singularidad es la flexibilidad y versatilidad. El Don-2N es capaz de detectar objetivos balísticos, identificarlos, realizar su seguimiento y guiar, cuando es necesario, los antimisiles contra blancos seleccionados como peligrosos.
El sistema de defensa antimisiles A-135 Amur, llamado a defender Moscú y del que forma parte este radar, fue puesto en servicio operacional en 1995. Sus misiles se someten a pruebas anuales en el polígono militar de Sary Shagán, en Kazajistán.
También ha habido un ensayo práctico. Durante una serie de experimentos dentro del programa conjunto ruso-estadounidense ODERACS, la nave espacial de EE.UU. Discovery lanzó tres bolas con diámetros de 5, 10 y 15 centímetros con el objetivo de comprobar su ‘detectabilidad’ por los radares de alerta temprana más potentes del mundo.
En el curso del experimento las bolas de 15 centímetros fueron detectadas por todos los radares.
Las bolas con un diámetro de diez centímetros fueron vistas solo por tres radares: dos rusos y uno estadounidense (COBRA DANE en Alaska). Sin embargo, las bolas de cinco centímetros fueron localizadas a unos 500-800 kilómetros de Moscú solo por el Don-2N. La altura máxima de detección fueron 40.000 kilómetros.
En cuanto a las dimensiones del radar, también son impresionantes: una enorme pirámide truncada de 140 metros de ancho en el borde inferior, y una altura de cuarenta metros. En la construcción del radar fueron utilizadas 32.000 toneladas de acero, 50.000 toneladas de hormigón, 20.000 kilómetros de cables y 100 kilómetros de tubería de refrigeración de sus equipos.
La mayoría de los subsistemas del radar son clasificados pero algunos de ellos se han mostrado y han sido fotografiados.
Durante el funcionamiento del radar permanecer a su lado está completamente prohibido debido a enorme potencia de sus emisiones. No en vano, el Don-2N puede rastrear el espacio de la mitad del continente asiático y casi la totalidad del territorio europeo y es capaz de seguir los vuelos de más de un centenar de objetos a la vez, ya se trate de misiles balísticos o de desechos espaciales que se encuentren a hasta 40.000 kilómetros de altura.
Bajo sus cimientos se encuentra un sofisticado sistema de túneles donde operan militares altamente capacitados que desempeñan específicas funciones de seguridad, inteligencia y también de análisis y control del espacio.
Los militares que operan el radar explican que el Don-2N es un enorme ‘horno microondas’ que calienta objetivos situados fuera de la instalación mientras protege sus ‘entrañas’. Diez minutos antes de activarse, el radar emite señales de alarma para que todos los soldados que se encuentren fuera salgan del territorio considerado peligroso.
Todo el sistema de defensa antimisiles en Moscú es automático. Desde el momento de la detección de misiles balísticos en vuelo todo el ciclo se lleva a cabo sin intervención humana. El personal es necesario solo para controlar y mantener constantemente operables los subsistemas del Don-2N.
Una vez tomada la decisión se derribar algún objeto seguido por radar, el sistema asigna automáticamente esta tarea a alguna de las 68 posiciones de los antimisiles 53Т6, que se encuentran en silos ubicados alrededor de Moscú.