El Estado Islámico Khorasán (EI-K), rama afgana del Estado Islámico y el grupo detrás del ataque de este jueves junto al aeropuerto de Kabul, es enemigo de los talibanes que controlan hoy Afganistán y más radical. Se ha enfrentado por igual a talibanes y fuerzas estadounidenses.
De acuerdo con el Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), EI-K tenía entre mil 500 y dos mil 200 combatientes hasta 2018.
EI-K, además, es más brutal que el Estado Islámico que ha operado en Irak o Siria, conocido por decapitar, por ejemplo, a periodistas.
“Son más proclives a elegir como blanco a civiles a quienes consideran infieles”, dijo a NBC Seth G. Jones, experto antiterrorista del CSIS.
EI-K surgió en Afganistán en 2015 y en Nangarhar, zona fronteriza con Paquistán, creó su bastión.
Compuesto principalmente por afganos y paquistaníes, se denomina EI-Khorasán por su objetivo de expandirse a la región del mismo nombre, que históricamente abarca zonas del actual Irán, Asia Central, Afganistán y Paquistán.
Menos activo en internet, y con menos propaganda, las fuerzas estadounidenses y los talibanes enfocaron sus fuerzas contra el EI K y mataron a su líder en julio de 2016. En 2019, se habló de que el grupo estaba prácticamente erradicado.
Sin embargo, este año Naciones Unidas advirtió que desde junio de 2020, el nuevo líder de EI K, Shahab al Muhajir, “permanece activo y es peligroso”, capaz de “reclutar talibanes descontentos y otros militantes para engrosar sus filas”.
Las campañas militares contra el EI-K derivaron en que el grupo se dividiera en pequeñas células, que actúan de forma independiente en Afganistán.
Según un informe del Center for Strategic and International Studies (CSIC), el primer emir fue un ciudadano de Paquistán, Hafiz Saeed Khan, un comandante veterano de los talibanes pakistaníes que operan mayoritariamente en la frontera con Afganistán.
Él y unos cabecillas desertores de los talibanes fueron el núcleo del Estado de Khorasán y en 2014 juraron lealtad al difunto líder del EI, Abu Bakr al-Baghdadi, y empezaron a recibir el apoyo de la organización central desde Irak y Siria.
De hecho, desde la derrota territorial del EI y el colapso en 2018 del “califato”, el grupo otorgó más importancia a Afganistán hasta considerar convertirlo en “la base para su califato global”, según el estudio del CSIC.
Desde 2015, el llamado EI-Khorasan ha reivindicado alrededor de 100 ataques contra civiles en Afganistán y Paquistán, y ha protagonizado unos 250 enfrentamientos con fuerzas locales, con los talibanes y con tropas de Estados Unidos.
El EI-K y el Estado Islámico estuvieron alguna vez aliados con Al-Qaeda, el grupo fundado por Osama bin Laden y que perpetró los ataques del 11 de septiembre. Los tres son considerados grupos terroristas.
“Todos vienen de la misma pileta yihadista”, explicó Jones a NBC. Los tres favorecen la Sharía, o ley islámica, se oponen a la igualdad de derechos de las mujeres, y a los no sunitas.
El objetivo del EI K es construir un califato islámico en Medio Oriente y Asia que incluya Afganistán, señalaron los expertos.
(El Universal con información de EFE)