Por Alejandro Páez Varela
El Secretario de Hacienda, Luis Videgaray, tuvo un supuesto ataque de sinceridad ayer por la tarde cuando hizo su balance de 9 meses en el poder:
Que la economía no ha avanzado en los últimos 30 años y que está asociado al nulo crecimiento de la productividad. Que el bajo crecimiento no ha permitido satisfacer las necesidades del segmento más bajo de la población y que, por ello, más de 45% de la población está en situación de pobreza. Que 61% de los mexicanos carece de acceso a la seguridad social y dos terceras partes de los adultos mayores nunca cotizaron en un esquema de protección. Que México es el único país de los integrantes de la OCDE que no tiene seguro de desempleo. Que 60% de la población que trabaja está empleada en la informalidad. Que somos el segundo país en la OCDE con mayor prevalencia de obesidad. Que en México, el consumo de combustibles por habitante es superior al de países más desarrollados y las emisiones de gases de efecto invernadero están generando grandes daños de salud pública. Y que en el último año, la economía se ha debilitado.
Ja, ahora resulta.
No dijo que en los últimos 30 años a los que hace referencia, el país entró en una serie de reformas que incluyeron la desincorporación de las empresas nacionales que, devoradas por la corrupción y la ineficiencia de los políticos, tuvieron que ser vendidas al mejor postor.
No dijo que, en esos 30 años, el modelo económico generó más pobres pero, en cambio, hizo obscenamente ricos a unos cuantos: los que recibieron a precios ridículos (los bancos o Telmex, por ejemplo) las empresas que pertenecieron al Estado mexicano. No dijo, en ese supuesto ataque de sinceridad, que hace 30 años gobernaba el entonces Presidente Miguel de la Madrid Hurtado, de su partido, el PRI, y que fue él quien inició la serie de reformas para llevarnos “al primer mundo”. No dijo que siguió el priista Carlos Salinas de Gortari, quien puso a todo Televisa a cantar su “Solidaridad” –algunos cantantetes hasta lloraron– y mientras, entregaba las empresas nacionales a unos cuantos que ahora son los multimillonarios que nos gobiernan. No dijo, Luis Videgaray, que después vino Ernesto Zedillo, del PRI, y con él tuvimos años de recetas amargas de liberalismo –para calmar una tormenta financiera– que no acabaron la desigualdad, sino que la acentuaron. Y tampoco dijo –faltaba más– que los dos mandatarios siguientes, Vicente Fox y Felipe Calderón, ratificaron ese mismo modelo económico que no ha sido sino una maldita fábrica de jodidos.
No dijo que la Reforma Energética que proponen es exactamente el mismo modelo que nos llevó a esta ruina: Hacer una venta escondida de Pemex (es decir: está desplumada, denle los negocios a los extranjeros), como lo hicieron en el pasado con otras empresas estatales: las quebraron con corrupción e ineficiencia, y luego las entregaron a sus aliados.
No dijo que los que saquearon Pemex y Telmex y Ferronales y los bancos y tantas y tantas empresas de los mexicanos nunca fueron a prisión, mientras los líderes sindicales y los políticos y sus empresarios favoritos se enriquecían.
Lo que Luis Videgaray no dijo es que con menos de un año en el poder, Enrique Peña Nieto y él, encargado de la hacienda pública, han llevado la economía de los mexicanos al resbaladero: estamos ya en recesión técnica por la cantidad de meses acumulados con crecimiento nulo.
Y ya ni le sigo. Como si no lo supiéramos, nos viene a decir que estamos de la fregada. Ja, qué caradura. Como si esta condición en la que nos encontramos no tuviera culpables: todos ellos presidentes priistas menos dos inútiles igualitos, pero del PAN: Fox y Calderón.
Nos viene a decir que los pobres son un montón y que algo debe hacerse. ¿En seriooo? Como qué, ¿como crear programas asistencialistas para secuestrar su votooo? ¿Como mantener a –y servirse de– líderes corruptos como Romero Deschamps, Juan Díaz, o los sátrapas con los que organizan sus circos cada 1 de mayooo?
(Alargo las “ooo” para darle tono de sarcasmo).
Pues más que un arranque de sinceridad, el del Secretario de Hacienda –y cerebro de Peña Nieto– es un arranque de desfachatez. Qué caradura son nuestros políticos, la neta.
Qué caradura, Luis Videgaray.
Fuente: Sin Embargo