Desde 1983, las comunidades de las regiones purépechas de la Meseta, la Rivera del lago de Pátzcuaro, la Cañada de los Once Pueblos y de la Sierra celebran el Año Nuevo en estas fechas con la ceremonia de encendido del Fuego Nuevo, tradición que se remonta a la época prehispánica.
Según el calendario purépecha, el año consta de 18 meses de 20 días, y se inicia en estas fechas. El ritual se lleva a cabo cada vez en un pueblo distinto, que recibe el Fuego Viejo de la comunidad que lo custodió durante el año anterior, y enciende el Fuego Nuevo, que queda bajo su resguardo hasta que lo entrega a la siguiente sede.
La primera vez que se llevó a cabo la ceremonia fue en Tzintzuntzan; desde entonces se realiza cada año, siendo un elemento importante de fortalecimiento y cohesión del pueblo purépecha.
La ceremonia se llevó a cabo este año en la comunidad de Erongarícuaro, en la ribera del lago de Pátzcuaro, y fue trasladado días antes de la comunidad de Capacuaro, municipio de Uruapan, tras una caminata que duró varios días, en la que varios comuneros llevaron a cuestas el fuego para su renovación en su nueva sede, donde se encendió en una yácata de adobe, hasta que en 2024 se traslade a Ocumicho, municipio de Charapan.
Los tres principios de la Kurhíkuaeri K’uínchekua
“La tradicional ceremonia Kurhíkuaeri K’uínchekua (Año y Fuego Nuevo P’urhépecha) es una celebración de renacimiento de la cultura purépecha que se realiza cada primero de febrero.
“Mantiene al menos tres principios centrales: no se permite la intromisión de los partidos políticos, ni la participación de las religiones occidentales o la intervención de instituciones gubernamentales o privadas. Es una celebración originaria, autónoma e histórica del pueblo purépecha.
“La celebración Kurhíkuaeri K’uínchekua es una construcción histórica del pueblo purépecha, movimiento que lucha por la recuperación de las raíces p’urhé en lo político, económico, social, educativo, cultural y espiritual; es un elemento generador de orgullo e identidad frente al mundo mestizo.
“Es una organización que busca la autonomía cultural indígena; es un medio para el rescate y fortalecimiento del idioma purépecha; es un sistema de crítica y autocrítica a la religión católica y a los partidos políticos; es símbolo de resistencia, y, sobre todo, es el camino para la construcción de su devenir histórico”, informó el carguero del Fuego Nuevo, Pavel Guzmán.
Fuente: La Jornada