El gobierno de EPN espera para 2017 un crecimiento de 2%, contra el 0.9% de este año. La esperanza es que se demanden más productos mexicanos, manufacturas sobre todo, por parte de EU, y se generen más divisas para el país, más ingresos…
Por Carlos Acosta Córdova/ Proceso
Se acabó el sueño, la fantasía, la esperanza…
El paquete económico para 2017, que el nuevo secretario de Hacienda y Crédito Público, José Antonio Meade Kuribreña, entregó este jueves 8 a la Cámara de Diputados, es la confirmación del fracaso de la política económica del presidente Enrique Peña Nieto, que condujo hasta el martes pasado Luis Videgaray Caso.
El fragor con el que se propusieron y promovieron las reformas estructurales en el primer año de gobierno, hoy choca de manera brutal con la realidad.
En 2013 el gobierno confiaba, aseguraba, que la economía crecería –con las reformas ya aprobadas e implementadas– en 4.7% en 2015; 4.9% en 2016; 5.2% en 2017, y 5.3% en 2018, para una retirada gloriosa del gobierno de Peña Nieto.
Y advertía, en ese mismo año, que sin reformas la economía sólo crecería de manera “inercial”: con un “pobre” 3.8% en 2015; 3.7% en 2016; 3.6% en 2017, y 3.5% en 2018.
Los documentos que hoy recibió el Congreso de la Unión dibujan una triste realidad.
Para 2017 se espera un magro crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de entre 2 y 3%, un promedio de 2.5%, que no alcanza ni la tasa “inercial”, y queda a años luz de la tasa prevista con las reformas estructurales, de 5.2%.
Eso en 31% por debajo de la meta inercial y 52% debajo de la meta de crecimiento con reformas estructurales.
Una comparación del Marco Macroeconómico –que es el documento contenido en los Criterios Generales de Política Económica y que sintetiza las previsiones de los principales indicadores macro de la economía– da cuenta del retroceso que ha experimentado el desempeño de la economía nacional en el actual gobierno, ya incluido el año próximo.
Como los cangrejos, siempre para atrás:
Para 2017 se espera un crecimiento real del PIB de entre 2 y 3%, un promedio de 2.5%. En 2016, la previsión original fue de un promedio de 3.1%. La última revisión hecha por Hacienda, hace un par de semanas, ya sólo da para una meta de 2.3%.
En 2015 se fijó un pronóstico de crecimiento económico, original, de 3.7%. Sucesivas revisiones terminaron por fijar una tasa de crecimiento del PIB de 2.4%. Al final, resultó de 2.5% real anual, en su serie original.
En 2014, el marco macroeconómico de ese año planteó un crecimiento del PIB de 3.9%, y en el propio documento se anotaba que esa estimación ya consideraba las reformas estructurales.
Pero, otra vez, la realidad se impuso. Ese 3.9% se fue revisando a la baja y acabó en un pronóstico oficial de 2.7%, que al finalizar el año acabó siendo de 2.2% real anual.
Y en el primer año de gobierno, 2013, los documentos del programa económico respectivo planteaban un crecimiento de 3.5% real anual del PIB. Ante el mal desempeño de la economía, la estimación se fue recortando hasta 1.7% que, al concluir el año, acabó en un definitivo 1.4%.
En resumen, el proyecto contra la realidad: 2013: de 3.5 a 1.4%; 2014: de 3.9 a 2.2%; 2015: de 3.7 a 2.5%; 2016: de 3.1 a 2.3% (última estimación, en agosto) y, finalmente, 2017: de 2.5%, ya muy lejos del 5.2% estimado con las reformas en pleno.
En los demás indicadores del marco macroeconómico tampoco se espera gran mejoría. Al final del 2017 se prevé una tasa de interés de 5.3%, contra una de 4.5% esperada al final de este año. Se encarecerán, pues, el dinero, los créditos y le pegará al consumo.
Se espera un tipo de cambio de 18.20 pesos por dólar, marginalmente debajo de los 18.30 que esperan como promedio para este año.
Para la inflación, se prevé una tasa anual de 3%, por debajo de la de 3.2% esperada para 2016. Al menos, una buena noticia.
En materia de cuenta corriente también hay optimismo, pues se espera que el déficit en ella baje a 3% desde el 3.2 de este año.
En las variables externas del marco macroeconómico, es donde el gobierno fija –como siempre, pues en los motores internos de la economía nomás no se aplican– sus esperanzas de que le vaya mejor al país en 2017.
Hacienda prevé un crecimiento del PIB de Estados Unidos de 2.2%, arriba del 1.5 esperado para este año. La lógica es simple, y es el gran deseo: si la economía estadunidense crece, pues jala a la mexicana.
En particular, la actividad industrial en ese país. El gobierno espera para 2017 un crecimiento de ese indicador en 2%, contra el 0.9% de este año. La esperanza es que se demanden más productos mexicanos, manufacturas sobre todo, por parte de Estados Unidos, y se generen más divisas para el país, más ingresos.
En materia de precios del petróleo, el planteamiento del gobierno es optimista: prevé un precio para la mezcla mexicana de exportación, de 42 dólares por barril, en promedio, seis dólares más de los 36 dólares por barril esperados para este año como promedio.
Sin embargo, se prevé en los documentos, la continuación del declive tanto en la plataforma de producción como en la de exportación.
De 2 millones 130 mil barriles diarios, en promedio para este año, la producción bajará al millón 928 mil barriles diarios. Es decir, se producirán 202 mil barriles diarios menos, en promedio en 2017, que significan una caída de -9.5%. Que no es buena noticia.
Como tampoco lo es que la plataforma de exportación de crudo, promedio, baje de 976 millones de barriles diarios a 775 mbd, un reducción de 201 mil barriles diarios, equivalentes a una fuerte baja de 20.5%.
No hay datos, pues, que indiquen una mejoría sustancial de la economía mexicana en 2017.
Fuente: Proceso