Con el acompañamiento de Isis Kiwen (directora) y Jairo Sifuentes (productor), un grupo de actores del pueblo minero de Cusihuiriachi resultó preseleccionado en el Short Film Corner del Festival de Cannes en Francia.
Por Patricia Mayorga
En sólo 15 minutos, con técnicas de segunda y tercera dimensión, Isis Kiwen, guionista del cortometraje El árbol de los números (The tree of numbers), logra llevar al espectador al mundo onírico de Vera (Jocelyn Olague), la niña protagonista.
Vera, habitante de Cusihuiriachi, asiste a la única primaria del pueblo, pero en lugar de atender las clases, a través del dibujo la niña recrea sus sueños en busca de su madre muerta.
El profesor (David Pérez) la reprende de manera constante por la falta de atención y la castiga poniéndole orejas de burro, lo que le genera la burla de los otros alumnos.
La pequeña vive con su padre (Miguel Serna), de quien también recibe regaños ante las quejas del maestro.
El cortometraje abre con imágenes animadas de Manuel Alderete y Ángel Chacón (editor), y música de Héctor González Sifuentes, que llevan al espectador a la escuela del pueblo donde Vera dibuja.
La fotografía de Héctor Lozoya capta las imágenes reales del pueblo, que se fusionan con los dibujos de la protagonista, quien en su libreta da vida al viaje de Ada y Ramón, dos personajes imaginarios que durante una noche son perseguidos y atrapados por una bruja a quien atacan y vencen.
La fusión que Isis Kiwen hace de las dos historias, imaginaria y real, son calificadas por el productor Jairo Sifuentes como un reto intelectual, donde descubre el lenguaje gráfico de Vera.
La animación digital se intercala con el relato y en todo momento se fusiona con la fotografía de Lozoya. El maestro del audio es Carlos Rojas, del estudio Rot Producciones.
En un ambiente onírico, con la mezcla de imágenes reales y ficticias, Vera logra encontrar a su madre en un árbol grabado con números, hasta donde es guiada por ese deseo de mirar una vez más a quien le dio vida, sin darse cuenta que cada vez se aleja más y más del pueblo. Luego de horas de búsqueda, su padre finalmente la encuentra al lado de ese árbol, sin imaginar que Vera se reencontró ahí con su madre.
El cortometraje, realizado en un lapso de tres años, con la participación de aproximadamente 50 personas y un presupuesto de 120 mil pesos, ya ha sido seleccionado en otros festivales fílmicos, entre ellos el de Cine de Madrid y la Bienal Mikonos de Grecia, y ahora podría ser escogido para participar en la edición 68 del Short Film Corner del Festival de Cannes, que se realizará del 13 al 24 de mayo próximo.
Para Isis Kiwen, el hecho de que el cortometraje haya sido preseleccionado es un orgullo y un logro para la empresa que conforman los creadores, SecuenciaFi.
“Cada integrante del equipo estudió algo relacionado al cine sin saber que haríamos cine, es decir que todos coincidimos en que contar una historia era la base de nuestra carrera, lo que nos llevó a esto. Nos juntamos pensando en realizar este cortometraje sin apoyo, sin una industria, pero poco a poco reclutamos gente que pudiera realizar un trabajo específico en la producción”, dice.
En un principio obtuvieron apoyo del Instituto Chihuahuense de la Cultura (Ichicult) y posteriormente de la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACh), pero nadie confiaba en que pudieran contar una historia exitosa. Luego iniciaron su pequeña industria, hasta que lograron concentrar a dos familias detrás de la producción en diferentes áreas: Sifuentes y Olague, apunta.
Al equipo se unió el talento de Manuel Alderete, animador egresado de talleres impartidos por Pixar y Disney, y Carlos Rojas Hagelsieb, quien participó con su estudio de audio.
“Hoy hay confianza en nosotros, ya que tenemos nuestros productos, como El árbol de los números, que ha sido seleccionado en diferentes festivales. El logro y mérito, por lo tanto, es inmenso, porque con el poco presupuesto que tenemos, nuestro cine, que cuenta historias de la gente y del estado de Chihuahua, llama la atención. Y porque es bueno contar cosas buenas de Chihuahua”, detalla en entrevista.
Según la directora, el cine puede tener el mismo efecto psicológico que un coche vandalizado en una ciudad que seguirán vandalizando, pero si la gente ve algo agradable dejará de atacar.
“Esta es nuestra manera de contribuir a nuestro estado en contra de la violencia. En el festival Internacional Infantil de Chicago (2014) participamos con otro corto, hubo muchas preguntas y gran interés sobre cómo sobrevivíamos en un lugar donde no se hace cine y donde la violencia era de lo que más se conocía”, destaca sobre el cortometraje El dibujar del idioma, que cuenta una historia rarámuri.
Kiwen asegura que en Cannes estarán con la frente en alto, no sólo porque representan a unas 50 personas que trabajaron en el cortometraje, sino al estado de Chihuahua y específicamente al pueblo de Cusihuiriachi, que tuvo su época de bonanza, pero que se ha convertido prácticamente en un pueblo fantasma donde su gente lucha por sobrevivir.
Explica que ella llegó del set cinematográfico más antiguo del mundo en Alemania (donde estudió), en los estudios Babelserg, a la ciudad de México.
“En los estudios Babelserg se hace cine como una maquila. Y en la ciudad de México (llegué) a la productora más famosa de dos actores, donde la gente compite hasta por el aire que respira. De pronto me encontraba en Cusihuiriachi, Chihuahua, haciendo un corto con un pueblo que salió a recibirnos, a apoyarnos, y que al final nos rogaban que nos quedáramos. Eso cambió nuestras vidas y por eso nos agrada tener a nuestro estado como set cinematográfico. Conocemos más de él y su gente, y eso nos mantiene enfocados en nuestro objetivo: contar historias, las historias de Chihuahua”.
Para SecuenciaFi, el cine como industria en Chihuahua no existe, sólo hay individuos que coinciden en el gusto por contar una historia de manera visual, y en ese sentido buscan crecer en su empresa, pero también trabajan para que los gobiernos estatal y federal apoyen a Chihuahua con sus pequeñas, medianas y grandes producciones, porque apoyar el cine, asegura, no es apoyar a quien toma una cámara y cuenta una historia, sino a una industria que necesita carpinteros, costureras, diseñadores, cocineros, ingenieros y otros.
En solo cuatro años, en SecuenciaFi se ha seguido el proceso natural de una carrera, porque cada uno de los participantes tiene su propia trayectoria, han “picado piedra”, y la unión de todos ha florecido, dice Isis Kiwen.
“Nuestros cortos han estado en Colombia, donde coinciden con nosotros en que el cine puede reestructurar al individuo. Hemos estado en Chicago como antesala a los premios Óscar. Hemos estado en varias exhibiciones en México con un producto llamado Eleuterio El Héroe (también tarahumara), que pronto viaja a Corea al foro mundial de agua junto a la Conagua. Estaremos en Granada, España y París con nuestro corto rarámuri El dibujar del idioma, ante académicos, y El árbol de los números viajará pronto a Grecia, como parte de su circuito de festivales. Nos han buscado diferentes organizaciones como World VIsion México y diferentes asociaciones civiles a favor de los derechos humanos”, subraya.
Jairo Sifuentes, por su parte, reconoce que levantar un proyecto independiente en Chihuahua es complicado porque se debe convencer a los inversionistas e instituciones de cuánto cuesta hacer
cine.
“Con el precedente de SecuenciaFi se pretenden generar pequeñas industrias audiovisuales en Chihuahua. Creemos que se debe profesionalizar el cine. Independientemente de los esfuerzos, uno debe buscar vivir de esta profesión”, dice.
Kiwen añade: “Pero lo más importante es que un cortometraje literalmente dedicado para todos los niños en el mundo será visto en Cannes. Debo mencionar que el pueblo de Cusihuiriachi, Chihuahua, está contento y esperando ver el corto que nos ayudaron a realizar durante cinco días intensos y el cual literalmente lloró en nuestra partida”.
Fuente: Proceso