Por Sabina Berman
Estimad@ lector, lectora:
sincerémonos, ¿no hemos aspirado ya cien veces el aire envenado del horror? ¿No hemos cruzado ya cien límites de indignación, cada uno insoportable en su momento?
¿Tal vez toca hoy que los ciudadanos no bárbaros –los no asesinos, los no ladrones, los que no hemos secuestrado a nadie– nos hagamos a nosotros mismos algunas preguntas?
¿Tal vez toca que nosotros, 90% de la población, nos preguntemos si sabemos qué hacer para que esta última masacre, la de Iguala, no se sume al montón de masacres atroces de los últimos 10 años?
¿Cómo haremos para que este horror sea un punto de quiebre? ¿Un momento de cambio en el país?
¿Incendiaremos casas de gobierno? ¿Asaltaremos camiones de uso público? ¿Vaciaremos comercios? ¿Es decir: nos volveremos en lo que odiamos: en bárbaros, vándalos, criminales?
¿O nos quedaremos dentro de los límites de la ley y apelaremos a los que gobiernan, a pesar de que no creemos ya en su eficacia o siquiera en la verdad de su palabra?
¿Qué reclamos haremos hoy a esa autoridad moralmente dudosa que no sea una calca de los reclamos inútiles de ayer?
¿Qué reclamos haremos hoy que no acaben en un solo caso –excepcional porque ha capturado la atención mundial–, sino que trasciendan a todo el sistema político?
¿Y cómo vincularemos con la obligación a un presidente que responde a nuestro horror a regañadientes y con las promesas que ya hizo otro presidente hace cinco años, idénticas a las que hizo otro presidente hace 10 años?
¿Otra marcha? ¿Más puños alzados? ¿Más frases iracundas?
¿Más artículos de prensa rabiosos?
Tormentas que los funcionarios dejan pasar mientras juegan bridge dentro de los palacios del poder.
¿Cómo escapar de los rituales de victimización en los que estamos atrapados?
¿Exigir una Comisión contra la Corrupción, que adivinamos desde ya formada por miembros de una clase política cohesionada por el mutuo encubrimiento de la corrupción?
¿Y luego qué?
¿Luego el retorno a la tranquila tristeza reaccionaria del pesimismo?
¿Luego sentarnos ante la tele para esperar la invasión de nuestra inmovilidad, otra vez, por la barbarie: el familiar secuestrado, el vecino robado, el pago al extorsionador de la colonia, la amistad con el político que sabemos es un ladrón, la aceptación silenciosa de la arbitrariedad de otro funcionario prepotente, la nueva y más atroz noticia de otra masacre?
¿Cómo haremos del grito YA BASTA de hoy un verdadero ya basta?
¿Podemos enlistar en 10 puntos los reclamos de toda una sociedad?
¿En 10 puntos realizables a corto plazo? ¿10 puntos que el presidente puede realizar sin dilación, porque obedecen a las leyes? ¿10 puntos que rebasen las ideologías, que sean indiscutiblemente morales? Morales: benéficos para el bien común de los mexicanos.
¿10 puntos que exijan del presidente acciones inéditas? ¿Acciones que lo obliguen a ejecutar un viraje? ¿A realizar lo nunca visto en nuestro país?
¿10 puntos que aunque no contengan todo el crimen y el abuso (¿cómo podría caber tanto en 10 puntos o en mil?), pero sí obliguen al presidente a cruzar a otro momento histórico, a dar la espalda a los rituales de la impunidad?
¿El juicio, por fin, a un pariente del presidente, Arturo Montiel?
¿El juicio, por fin, a un miembro del partido gobernante, Humberto Moreira?
¿La captura de La Tuta, así sea necesario un estado de sitio en Michoacán para no dejar ni una sola piedra sin voltear, para encontrarlo?
¿El excarcelamiento del doctor Mireles?
¿Podemos coincidir en 10 puntos?
¿Podemos realizar en las redes sociales una encuesta, para que la mayoría los elija, y que la mayoría los adopte y los presente al presidente del país?
¿Si no nosotros, quiénes? ¿Si no ahora, cuándo?
Fuente: Proceso