Los gobiernos del mundo industrializado están inclinándose a pagar más y mejor las horas extras que trabajan los empleados de sus países.
Pero en buena parte de América Latina ha venido imperando el sistema contrario. Con el argumento de mejorar la competitividad de las economías, las reglas en muchos países latinoamericanos han hecho que los empleados reciban menos por las horas extra que trabajan.
En Washington, el presidente estadounidense Barack Obama propuso el pasado 2 de julio cambiar la legislación vigente para aumentar el número de trabajadores que tendrían derecho al pago de horas extra.
Bajo su propuesta, cualquier persona que gane menos de US$50.400 anuales tendría derecho a que le pagaran bonificaciones extra al superar las 40 horas semanales de trabajo.
En este momento, solo los que ganan menos de US$23.600 anuales tienen derecho automático a esa prerrogativa.
Los beneficios, además de mejorar el bienestar del trabajador individual, están representados en un aumento de la capacidad adquisitiva de la población en su conjunto, lo que puede ayudar a mejorar la economía.
Pero en muchas naciones latinoamericanas la legislación de los últimos años ha ido en sentido contrario.
Por la competitividad
Colombia es un caso paradigmático. En 2002, el gobierno del entonces presidente Alvaro Uribe impulsó una reforma laboral que restringía el pago de horas extras.
Su objetivo era reducir los costos laborales de las empresas, y así impulsar la generación de empleo.
“Los sindicalistas de la época decían que Uribe había decretado que el sol se ocultara a las 10 pm”, le dijo a BBC Mundo Juan Carlos Guataquí, profesor e investigador de economía laboral en la Universidad del Rosario en Bogotá.
La queja venía a propósito de que la reforma estableció que solo se pagarían con recargo de hora extra nocturna las horas que los empleados laboraran después de las 10 de la noche, en vez de ser a partir de las 6 pm como ocurría antes, asegura el académico colombiano.
Una tendencia que se ha visto en muchos otros países de la región.
“En América Latina se maneja el paradigma que la reducción de costos laborales es la forma de mejorar la competitividad”, asegura Guataquí a BBC Mundo.
Esto pese a que en naciones industrializadas se vaya en dirección contraria, favoreciendo medidas legales que aumentan, en vez de disminuir, los costos laborales de las empresas.
“Incluso en Reino Unido, bajo un gobierno conservador, se anunció este mismo miércoles una elevación del salario mínimo”, recuerda el catedrático.
Flexibilidad
La actual legislación varía en la región según el país.
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En Chile, por ejemplo, la ley reconoce pago de horas extra para cuando se superen las 45 horas de jornada laboral semanal. En Argentina es por 48 horas y en Brasil por 44.
En México se aprobó una controversial reforma laboral en 2012 que también apuntaba a la flexibilización de las normas del sector, buscando que fuera menos caro para las empresas contratar empleados.
Entre otros asuntos, la reforma permite a las empresas contratar trabajadores por unas cuantas horas en vez de por jornadas completas.
“Aumentará el número de personas contratadas temporalmente, pero es previsible que no suba el número de horas disponibles de trabajo”, decía a BBC Mundo el investigador de la Universidad Obrera de México Marcos Tello en 2012, poco después de la aprobación de la medida.
A lo que el gobierno y líderes empresariales replicaban que las normas de flexibilización laboral combatirían la economía informal, en la que 18 de millones de mexicanos se encuentran subempleadas en trabajos que muchas veces desconocen totalmente las leyes del sector.
¿Cambio de paradigma?
Pero la marea puede estar cambiando en la región frente a la controversia de las llamadas reformas de flexibilización laboral.
Algunos gobiernos de izquierda han introducido cambios legales que avanzan en la dirección opuesta.
En Brasil en 2012, se aprobó una ley que ordenaba a los empleadores pagar horas extra a los empleados que recibiesen o enviaran mensajes de correo electrónico o llamadas telefónicas laborales fuera de los horarios normales de oficina.
Venezuela aprobó en 2012 una Ley Orgánica que consagró una jornada laboral de 40 horas semanales, en vez de las 44 existentes antes, garantizando el derecho a pagos de horas extra para las jornadas que superasen esas 40 horas.
Incluso en Colombia, uno de los países que apostaron a la reducción de costos laborales como una manera de generar empleo, se ha venido dando un cambio en la posición oficial.
El sucesor de Alvaro Uribe en la presidencia de ese país, Juan Manuel Santos, se opuso en 2012 a un proyecto de ley que buscaba derogar las normas que habían reducido las compensaciones por horas extra.
Pero en 2014 el mismo Santos prometió respaldar un proyecto de ley que restablecería el pago de horas extra a los niveles anteriores, a lo que grupos empresariales se han opuesto vehementemente, alegando que la medida generará más desempleo.
La polémica sigue abierta en ese país y en toda la región.
En materia de política económica, América Latina ha seguido con frecuencia el derrotero fijado por Estados Unidos y otras grandes naciones industriales.
Y ese derrotero parece indicar dudas grandes frente a los que argumentan que para generar más empleos y más prosperidad, hay que pagar menos.
Fuente: BBC