Por Nathaniel Janowitz
La película más reciente de James Bond, Spectre, comienza con el espía británico persiguiendo al chico malo del filme en el histórico centro de la Ciudad de México, mientras cientos de asistentes disfrutan el Festival del Día de Muertos.
Enormes esqueletos de papel maché fumando cigarros y usando penachos aztecas atraviesan las congestionadas calles. Los lugareños están maquillados como calaveras y bailan animadamente. Bond está vestido con un traje que asemeja un esqueleto.
La escena de esta película, estrenada hace un año, parecía hecha a la medida para promover esa celebración mexicana entre una audiencia internacional. Pero había un problema: la ciudad de México no tiene un Festival del Día de muertos.
Pero ahora posiblemente la tendrá.
“Tenemos que inventar un Carnaval de Día de Muertos porque después de la película de James Bond, los turistas van a que querer venir a verlo y no lo van a encontrar”, dijo el secretario de Turismo, Enrique de la Madrid Cordero.
La aparición de la Ciudad de México en Spectre fue de por sí controversial, ya que las autoridades tuvieron que pagar por dicho privilegio.
Una serie de correos electrónicos filtrados reveló, unos meses antes del estreno del filme, que los ejecutivos del estudio eligieron la locación después de recibir 14 millones de dólares del gobierno mexicano.
Los mensajes también incluían acuerdos por otros 6 millones de dólares y solicitudes del gobierno para eliminar una escena en donde el alcalde de la ciudad es asesinado, además de que se pedía que el villano no fuera mexicano y que hubiera lugar para la primera ‘Chica Bond’ mexicana, todo lo cual ocurrió.
A pesar de que el Día de Muertos en México sí involucra algunas ofrendas a gran escala y muchas calaveras, de azúcar o chocolate, es en realidad una celebración íntima caracterizada por reuniones familiares junto a las tumbas de los seres queridos que fallecieron. El espíritu de la celebración recae en la creencia de que el espíritu de los familiares muertos regresa para visitar a los que dejaron.
Actualmente, la mayoría de los turistas que buscan la experiencia del Día de Muertos visitan comunidades indígenas en estados como Michoacán, donde los cementerios se llenan de flores, velas, colores y melancolía.