“Estamos en guerra contra un enemigo poderoso que está dispuesto a utilizar la violencia sin ningún límite, advirtió anoche el presidente de Chile, Sebastián Piñera, tras una nueva jornada en la que la población desafió el estado de emergencia decretado en seis de las principales ciudades del país, con nuevos enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas militares, y continuaron ataques a estaciones del Metro en esa capital y saqueos a decenas de comercios.
AHORA| Rodeado de militares, en la Guarnición Santiago, Sebastián Piñera declara: "Estamos en guerra" pic.twitter.com/2DoGC02AVY
— el mostrador (@elmostrador) October 21, 2019
Piñera, quien también llamó a la calma, aseguró: vamos a tener (hoy) un día difícil. Estamos muy conscientes de que los autores de los disturbios tienen un grado de organización, de logística propia de una organización criminal
Agregó que entiende a los que protestan por las carencias, porque no les hemos dado lo que se merecen, y prometió que se aumentarán las pensiones, sin dar más detalles.
La escalada de violencia empezó el viernes y hasta ayer había dejado 10 muertos y casi mil 500 detenidos, de acuerdo con medios de información, aunque el gobierno aclaró más tarde que son siete los fallecidos y 152 arrestados.
Los peores disturbios desde el retorno a la democracia en 1990 tienen al país paralizado, sin transporte público en Santiago, con taxistas y aplicaciones móviles de transporte –como Uber– cobrando tarifas altísimas, prácticamente todo los negocios cerrados y suspensiones de vuelos en el aeropuerto capitalino.
Seis de las grandes ciudades se encuentran bajo estado de emergencia –lo que restringe las libertades de reunión y movilización– tras las protestas estudiantiles que con la consigna evasión masiva que estallaron por el alza de tarifas en el Metro –medida que el gobierno revirtió el sábado– derivaron en un estallido social y actos vandálicos.
El reclamo del alza de la tarifa del Metro se amplió contra el modelo económico neoliberal heredado de la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990), en el que el acceso a la salud y la educación es prácticamente privado, contra la desigualdad social, las bajas pensiones y el alza de los servicios básicos, entre otras demandas, con una fuerza que sorprendió al gobierno del conservador Piñera y a la clase política.
La Cámara de Diputados suspendió oficialmente ayer el alza de 30 pesos chilenos (0.042 dólares) en las tarifas del Metro, por lo cual regresó a su precio de 800 pesos (1.12 dólares).
Encapuchados se enfrentaron ayer nuevamente con efectivos policiales en la céntrica Plaza Italia, fuertemente resguardada, en una nueva jornada de rabia callejera que desde el viernes dejó a Santiago sumida en el caos por los saqueos, incendios y actos vandálicos a estaciones del Metro.
En abierto desafío al toque de queda, alrededor de 5 mil personas se manifestaron pacíficamente en Ñuñoa, al nororiente de la capital, con los hashtags en redes sociales #PiñeraRenuncia y #ChileSeCanso
Al amparo del estado de emergencia decretado la madrugada del sábado tras los disturbios del viernes en la capital, los militares volvieron a las calles después de casi tres décadas.
La presencia de 10 mil 500 efectivos policiales y militares no impidió que se perpetraran más saqueos e incendios a supermercados, farmacias y demás comercios en Santiago y otras ciudades.
Cinco personas murieron en un incendio de una bodega saqueada en Renca, al norte de la capital, informó el segundo comandante de bomberos de Santiago, Diego Velásquez. Otras cuatro perecieron calcinadas en saqueos a supermercados de la cadena Walmart en Santiago, detalló Sputnik.
Un joven de 21 años falleció en la ciudad de La Serena, a causa de un disparo al parecer efectuado por miembros del ejército, aunque el gobierno no ha corroborado el incidente, mientras dos personas resultaron gravemente heridas por bala en un altercado con una patrulla militar de madrugada.
Los disturbios siguieron en las ciudades Valparaíso, Concepción y Rancagua, en la zona central, Antofagasta, La Serena y Coquimbo, por el norte, y Valdivia, al sur, que también están bajo toque de queda nocturno.
El caos en la capital chilena, de 7 millones de habitantes, se extendió al aeropuerto internacional, donde un par de aerolíneas locales suspendieron o reprogramaron cientos de vuelos, y al cierre de esta edición había miles de personas en la terminal esperando poder viajar.
El Metro de Santiago permaneció cerrado luego de que entre el viernes y el sábado 78 de las 136 estaciones fueron vandalizadas. A pesar del toque de queda, la noche del sábado al domingo otras ocho estaciones fueron atacadas.
El presidente de la empresa del subterráneo, Louis de Grange, informó que hoy tratarán de hacer funcionar tramos de una línea, que otras cuatro tardarán semanas en recuperarse y que la última es probable que esté meses paralizada.
Algunos vecinos ayudaron a trabajadores municipales a limpiar los escombros y a quitar las barricadas en las calles de la capital.
En los pocos comercios que abrieron y en algunas gasolineras había extensas filas para surtirse de víveres y combustible ante el temor de que se genere desabasto y el caos sea mayor.
Universidades y colegios suspendieron clases este lunes, mientras estudiantes convocaron a una nueva jornada de manifestaciones.
El presidente venezolano, Nicolás Maduro, cuya administración ha sido duramente atacada por el gobierno chileno, responsabilizó al modelo neoliberal por las protestas y comparó a Piñera con el ex dictador Augusto Pinochet.
“Ya no es Piñera ahora es Piñechet. Le están diciendo que ya no son los 30 pesos (de aumento del pasaje), son los 30 años, es la educación, es la salud, es la electricidad, es el gas, es el transporte, es e trabajo, son los salarios, es la desigualdad, le están diciendo los pueblos de Chile a Piñechet”, expresó.
La ex presidenta chilena (2014-2018) y actual alta comisionada de la Organización de las Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, seguía hasta anoche sin pronunciarse sobre la situación en su país; su último tuit es del jueves pasado.
La masiva protesta tomó por sorpresa al gobierno de Piñera, que sólo días antes había afirmado que Chile era una especie de oasis en la región, y que se prepara para ser sede de la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, en noviembre, y a la cual asistirán los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump; de Rusia, Vladimir Putin, y de China, Xi Jiping, así como la Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, en diciembre.
Con el ingreso per cápita más alto de América Latina, un crecimiento estimado para este año de 2.5 por ciento del producto interno bruto y una inflación de 2 por ciento, el malestar en la sociedad chilena creció a la par de sucesivas alzas en los costos de la salud y la electricidad, y una crónica –y elevada– desigualdad social.
Fuente: AFP/ AP