A casi 20 años del crimen por el que fue sentenciado a 45 años de cárcel en 2004, Mario Aburto Martínez asegura que él “no disparó” contra Luis Donaldo Colosio, candidato presidencial del PRI en 1994, en Tijuana. Por su parte, la familia pidió el indulto al presidente Enrique Peña Nieto, publica El Universal.
En una de las últimas cartas que dirigió a su padre, con fecha 23 de diciembre de 2011, Aburto dice: “Tan cierto que yo no disparé en contra del Lic. Colocio [sic]que inclusive las huellas dactilares encontradas en la pistola eran de la otra persona que se parecía a mí”.
En el documento que dirigió a su padre, Rubén Aburto —cuya copia tiene El Universal—, para explicarle cómo acceder a información pública de instituciones y dependencias de gobierno, el asesino de Colosio asegura que los “videos de mi caso estan [sic]alterados, manipulados y en algunas partes de los mismos están borrados”.
Aburto, que en la actualidad purga su condena en el Cefereso 6, en Huimanguillo, Tabasco —a donde fue transferido a mediados de 2012—, añade que en su expediente [41/94] aparece un anexo del “Estudio de Movimientos de Personas y Rasgos Faciales de la Policía Científica Española que concluye que la persona que aparece en los audiovideos disparando contra el Lic. Colosio en la colonia Lomas Taurinas en Tijuana, Baja California, México, no es Mario Aburto Martínez, sino otra persona que tenía cierto parecido con Mario Aburto Mtz.”.
A su padre le dice que fue obligado a declarase culpable y señala a testigos. “Por medio de diferentes torturas físicas y psicológicas me hicieron hacerme culpable de un delito que no cometí jamás. Inclusive, en una de las primeras torturas hecha en la zona de aguas negras del Río en Tijuana (el 23 ó 24 de marzo de 1994) el gobernador de Sonora, Manlio Fabio Beltrones, estuvo presente ordenando a mis torturadores, aprovechando que el Presidente C. Salinas había mandado llamar (unos días antes) a Los Pinos al gobernador de Estado de Baja California (Sr. Ernesto Rufo A.)”.
El hombre, que por el delito por el que fue sentenciado, y que según los beneficios que la ley otorga, podría alcanzar la libertad condicional en 2014, reitera que el fue “un chivo expiatorio por un crimen que no cometí jamás”. Remata con la afirmación de que nunca tuvo una “verdadera defensa […] ni se me ha dado el Derecho de Réplica”.
Petición a Peña Nieto
Según El Universal, desde el 19 de abril de 1994, unos días después del asesinato, María Luisa viajó a identificar a su hijo. Ahí lo vio, flaco, “chupado”. “Me senté en un comedor y lo tenían ahí, porque yo quería saber si era mi hijo. Me dijo que él no había sido, que fue de curioso a ver el mitin, ‘pero me tocó mala suerte de que por andar allá viendo, pero yo no fui y bien Dios sabe que yo no fui’”.
Denuncian que se ha negado el acceso al penal, que ha sido mantenido en condiciones físicas limitadas y bajo un régimen de incomunicación, aislamiento, intimidación. Incluso, a Mario, el preso número 502, durante su estancia en Almoloya de Juárez le fueron inyectadas sustancias no identificadas que le han provocado violentos malestares gastrointestinales y náuseas.
Este año, don Rubén Aburto (padre de mario) y su esposa enviaron una carta al Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez. Exponen que su hijo fue transferido a mediados de 2012 al Cefereso 6, en Huimanguillo, Tabasco. Le piden a la asociación que represente a su hijo con un abogado. “Soy una persona de muy bajos recursos y nunca podría pagar los honorarios de un abogado particular”, escribió Rubén.
“Mario escribió una carta donde directamente les pide que le ayuden con un abogado de oficio de su organización. Estoy seguro que ustedes entenderán las súplicas de un padre que no ha visto a su hijo que fue acusado injustamente”.
En una segunda carta al presidente Peña Nieto, el 9 de abril de 2013, le ruegan que escuche sus súplicas y tenga voluntad política y moral de reabrir y esclarecer el caso para que su hijo sea liberado.
Don Rubén se desvanece. La mirada retadora al comenzar la entrevista y la voz brava, se quiebran al terminarla: “Si ya le quitaron injustamente 20 años a mi hijo, ya se taparon los que fueron, ya que tienen a mi hijo, lo vuelvo a repetir a los ex presidentes que les tocaron vivir, a los procuradores, ya los perdonamos; para qué lo tienen ahí, ya lo queremos ver y tenemos muchísimo temor que nos vayamos a morir sin ver a mi hijo”.
Pese a la distancia, su madre lo recuerda como la última vez que lo vio con un pantalón claro y una camisa morada. Desde hace mas de cuatro meses no saben nada.
“A Othón Cortés, a quien acusaron de ser el segundo tirador y que quedó libre, el presidente Peña Nieto concedió el indulto en marzo de este año por una deuda con el gobierno, pues a raíz de una demanda contra el Estado, la cual perdió, debía 18 millones de pesos”, de acuerdo con El Universal.