Donald Trump está reviviendo los añejos intentos de vincular las vacunas con el autismo, y solicitó a un abierto escéptico que encabece una comisión sobre seguridad de las vacunas, una acción que alarmó a especialistas en salud infantil.
Robert F. Kennedy Jr. se reunió el martes con el presidente electo en la Torre Trump en Nueva York y dijo a reporteros que había aceptado encabezar la iniciativa, sin importar la forma que tome.
“El presidente electo Trump tiene algunas dudas sobre las actuales políticas de vacunas y tiene preguntas al respecto”, dijo Kennedy; “debemos debatir la ciencia”.
Para los pediatras, no existe tal debate.
“Las vacunas han sido parte del tejido de nuestra sociedad durante décadas y son la innovación médica más significativa de nuestro tiempo”, dijeron el martes en un comunicado los médicos Fernando Stein y Karen Remley, de la Academia Estadounidense de Pediatría.
Los científicos han descartado un vínculo entre las vacunas y el autismo. Pero Kennedy, hijo del fallecido secretario de Justicia y senador federal del mismo nombre, ha argumentado desde hace mucho tiempo que las vacunas que contienen el agente conservante timerosal pueden ocasionar autismo, y ha abogado por que los padres opten por no aplicar vacunas a sus hijos durante la infancia.
Trump también ha manifestado escepticismo en relación a las vacunas, a través de Twitter y durante uno de los debates entre precandidatos presidenciales, cuando dijo que el autismo está “totalmente fuera de control”. En ese debate señaló: “Estoy totalmente a favor de las vacunas, pero quiero dosificaciones menores por un período más prolongado”.
Esos son puntos de vista que no se sustentan con evidencia científica, y los expertos los consideran una teoría conspiratoria cuyo resurgimiento resulta preocupante. La vacunación evita anualmente millones de muertes en todo el mundo. Enfermedades infantiles letales que fueron alguna vez comunes podrían reaparecer si disminuye el apoyo a la inmunización: Durante 2015 una epidemia de sarampión que inició en Disneyland, muchos de los que enfermaron no estaban vacunados.
Diversos estudios científicos en Estados Unidos y el extranjero no han encontrado evidencia de que las vacunas en general _o las que contienen timerosal en particular_ ocasionen autismo. Ese conservador ha sido eliminado de las inmunizaciones infantiles de rutina; y aunque se conserva en algunas vacunas contra la gripe, hay versiones sin timerosal.
“La ciencia ha hablado. El timerosal es un asunto muerto”, dijo el doctor Paul Offit, un investigador de vacunas en el Hospital Infantil de Filadelfia y crítico de los grupos que se oponen a la vacunación. “Es preocupante; se tiene a un presidente electo que niega la ciencia”.
Más allá del tema del timerosal, los investigadores han desacreditado las preocupaciones respecto a que los niños reciben demasiadas vacunas juntas.
“Retrasar la vacunación únicamente deja a un niño en riego de enfermar”, dijeron Stein y Remley, del grupo de pediatras. “No son los niños los únicos beneficiados”, señalaron: “La vacunación extensa disminuye la propagación de la enfermedad que también puede amenazar a ancianos o personas con sistema inmunológico débil”.
Fuente: AP