El perdón que el Papa Francisco pidió el martes por los abusos sexuales a menores de miembros de la Iglesia en Chile generó reconocimientos y críticas, en momentos en que el pontífice intenta restaurar una dañada confianza en el catolicismo.
Francisco aprovechó un discurso en el palacio presidencial durante su visita de cuatro días al país sudamericano para manifestar “dolor y vergüenza” por el daño causado a niños por parte de sacerdotes.
La declaración fue recibida con aplausos tanto en La Moneda como en una multitudinaria congregación de feligreses en un parque donde el sacerdote encabezaría una misa.
“Se cometieron demasiados abusos durante mucho tiempo y creo que la iglesia no reaccionó con la fuerza, con la oportunidad que debía y por tanto que el Papa lo reconozca y pida perdón (…) es una buena señal”, dijo el presidente electo, Sebastián Piñera.
El canciller chileno Heraldo Muñoz dijo en su cuenta de Twitter que fue un “digno gesto” del prelado.
Pero otros consideran que la declaración de Francisco no es suficiente para resarcir el impacto en las víctimas de los crímenes cometidos por los clérigos.
“Es un gesto de titulares para la prensa, para que hablen de estas cosas, del apoyo a las víctimas, cuando a nosotros ni nos ha querido recibir. Jamás hemos recibido apoyo de ningún episcopado”, dijo Juan Carlos Cruz, una de las víctimas del emblemático caso del sacerdote chileno Fernando Karadima.
El escándalo en torno a Karadima, apartado de la vida sacerdotal activa pero no condenado penalmente, ha sido el caso más visible en el país de los abusos de los sacerdotes.
Grupos de defensa de derechos han pedido a la Iglesia apartar de sus puestos a sacerdotes que han estado involucrados o presuntamente han encubierto estos crímenes, incluido un obispo nombrado por Francisco.
Fuente: Reuters