Por John Saxe-Fernández
En medio de titulares en Estados Unidos sobre el fin del monopolio estatal (artículos 27 , 28 y Pemex) o que ya era hora de que llegara la muerte, del monopolio de 75 años (en Forbes México se anunció que las petroleras… ya se frotan las manos), Enrique Ochoa, subsecretario de Energía, que parece cabildero de esas petroleras, confirmó a los reporteros extranjeros en la ciudad de México que, literal: (El plan de Peña Nieto) permite a firmas privadas como Exxon Mobil y Chevron extraer crudo por primera vez desde 1938, cambiando los artículos 27 y 28 de la Constitucion.
Para calmar dudas de que el plan va en serio y, en efecto, aniquila la nacionalización petrolera, agregó queaunque el gobierno retiene la propiedad del petróleo, el plan es “suspender (lift) las restricciones para que las firmas registren el valor de sus contratos ante la Securities and Exchange Commission (SEC)”.
Ochoa fue claro: (Según la propuesta las compañías recibirían una porción de las ganancias en un modelo de riesgo compartido que también les permitiría registrarlas como un porcentaje de las reservas bajo las normas de la SEC a través de contratos de riesgo o de utilidades compartidas (que) contienen un interés económico de largo plazo, por lo que la SEC los incluye para definir el porcentaje que la compañía puede usar para registrar las reservas de un proyecto dado.
Mientras Bloomberg destacaba que para Pedro Joaquín Coldwell, secretario de Energía, los contratos propuestos son similares a los usados en Ecuador e Irán ¿para aplacar la crítica ya que ambos son integrantes de la OPEP? El orden de magnitud de la transa/acción lo calibró Citigroup (dueño de Banamex y de un importante bloque accionario de Exxon Mobil) así: permitir a las firmas registrar algunas reservas les facilita financiarse, pero quitar esas restricciones es algo secundario.
Lo importante es la propuesta del gobierno (mexicano) de modificar la Constitución para que los privados desarrollen campos (petroleros) por primera vez desde 1938. Bloomberg agregó que si hasta ahora el petróleo y toda la cadena productiva, refinación y distribución ha sido la propiedad legal del pueblo mexicano desde 1938 eso cambiaría.
Ahora otras firmas podrían hacerlo corriente arriba (exploración y extracción) hasta agotar el recurso, interviniendo además corriente abajo, en la inmensa cadena de transformación, distribución y comercialización. La meta es que las grandes firmas le entren a todo, hasta a la combinación petroeléctrica que, aseguran especialistas, tiene mayor potencial para las ganancias que cada actividad por separado, algo que ha venido practicándose en México como actividad nacional desde tiempos de Cárdenas en petróleo y de López Mateos en electricidad. Lo que ahora se busca es terminar de desactivar y luego extranjerizar, las sinergias y ganancias petroeléctricas.
La apertura es estación de paso a más extranjerización y descontrol nacional, como en Ferrocarriles, agroindustrias, banca, etcétera. Dar curso a la competencia internacional significa que las refinerías y gasolineras de estas firmas, se desplazarían –como Coca Cola– por todo México (hasta el último rincón) –un negociazo con nuestro gas petróleo– alimentando y enviando fuera un enorme flujo de riqueza. Es todo un saqueo integral articulado paso a paso de tiempo atrás; una gran transa cuyo diseño por el Banco Mundial cumple la tecnocracia desde 1983, paso a paso, permitiendo:
1) contratos de riesgo,
2) que exista inversión extranjera mayoritaria en petroquímica,
3) dividir a Pemex en filiales separadas,
4) la competencia interna e internacional frente a Pemex y
5): privatizar Pemex.
En Brasil los resultados de un recetario similar los sintetizó Fernando Siqueira, de la Asociación de Ingenieros de Petrobras en entrevista con Carmen Aristegui: el cambio de la ley fue malo para Petrobras y pésimo para Brasil. Brasil, que tenía ciento por ciento de la propiedad del petróleo pasó a tener 10 por ciento de impuestos. Por ser el sector tan estratégico y redituable, una vez que se abre no se tiene más control. La apertura tiende a crecer cada vez más, las compañías, muy poderosas, presionan a la prensa, a la sociedad, presionan de tal forma que es difícil controlar (y) aunque esta apertura sea gradual, no tiene control.
Ya Lázaro Cárdenas advirtió a la nación que la presencia de las compañías petroleras en México ha hecho mucho daño al país. La serie de crímenes y asesinatos dirigidos por los directivos de las empresas para asegurar sus instalaciones, su actitud altanera frente a las autoridades del país y su provocación constante para crear conflictos en el interior y en el exterior, son dolorosa experiencia de la nación mexicana, que ha pagado muy caro su vieja política de facilitar la inversión de capitales extranjeros para el desarrollo del país que habían usado algunos gobiernos anteriores como el de Calles y, por supuesto, el de Porfirio Díaz.
Fuente: La Jornada