Por Jesusa Cervantes
Los priistas Alfredo del Mazo y Arturo Montiel –jefes políticos de Enrique Peña Nieto–, y no sólo el inquilino de Los Pinos, así como algunos de sus subalternos, como Luis Enrique Miranda Nava, subsecretario de Gobernación, y su amigo el empresario Luis Maccise –quien por cierto anda tras una de las nuevas cadenas de televisión–, son parte de la élite que tiene sus “villitas de descanso” en el paradisiaco Country Club Gran Reserva de Ixtapan de la Sal, en el Estado de México.
Más aún, Arturo Montiel vive en la calle Paseo de la Cima, y su sobrino Peña Nieto, en Real de la Cantera.
La amplia zona de aguas termales, clubes de golf, zonas residenciales y parques recreativos son administrados por los hijos del patriarca, Arturo San Román Chávez, quien con visión empresarial obtuvo en 1947 la concesión del gobierno federal para explotar las aguas termales de San Gaspar del mismo municipio mexiquense.
El pueblo de Ixtapan de la Sal se convirtió entonces en todo un atractivo turístico y, hábil como empresario, San Roman Chávez logró que a fines de los años setenta la Comisión Nacional del Agua (Conagua) le diera una de las 13 concesiones de riego. Once pertenecen a distintas comunidades, entre ellas las que hoy luchan por cancelar la vía Toluca-Naucalpan que construye Juan Armando Hinojosa Cantú, el empresario favorito de Peña Nieto, y que a su paso destruye bosques, maizales y casas de los comuneros.
La otra concesión la tiene el municipio, pero a diferencia de la de los San Román, apenas brotan 16.2 litros de agua por segundo, mientras que la del patriarca es de 158.7 litros por segundo.
Y ¡vaya que los San Román demandan el agua!, pues el resto de la familia posee hoteles, campos de golf y villas.
De esta forma el patriarca logró conformar un emporio que más tarde heredaría a sus descendientes: Roberto San Román Dunne es el propietario original de los terrenos del exclusivísimo Country Club Gran Reserva.
Y Arturo San Román Widerkehr es el accionista principal del parque Acuático Ixtapan y quien, a través de su empresa Zona Uno S. de R.L. de C.V., construyó la llamada zona Residencial Ixtapan y en donde hay por lo menos 400 viviendas de tipo popular.
Otro de los San Román, Ricardo, es el dueño del Ixtapan Golf Resort Country Club el cual, según su página de Internet, tiene 18 hoyos, canchas para tenis, padel y raquet, además de club hípico, un fraccionamiento, un spa de clase mundial, lago para la pesca deportiva, lago para remar y salones de juego.
Otra de las firmas de los San Román es CUISA, Constructora Urbanizadora Ixtapan, que durante el gobierno de Peña Nieto tuvo la ampliación de los laterales de la carretera Toluca-Tenango del Valle.
Comuneros de la región otomí narraron que desde hace años los San Román han ido despojando de sus tierras a sus pobladores originarios para luego construir grandes campos de golf y zonas residenciales.
Varios de ellos, que entre 2006 y 2007 laboraron en la construcción del aeropuerto que “ganó” CUISA, han relatado que mientras Teya, la empresa de Hinojosa Cantú se encargaba de edificar el estacionamiento del aeropuerto de Toluca, los San Román ganaban la licitación para los acabados de la terminal.
Incluso, a los mismos trabajadores de CUISA les tocó, años más tarde, construir la mansión que Peña Nieto compró en la Gran Reserva; también detallaron que cuando éste fue gobernador, a su casa acudían el titular de Conagua, David Korenfeld, Luis Miranda y otros que hoy están en el gobierno federal para disfrutar de largas parrandas.
La casa de Peña Nieto en Country Club Gran Reserva salió a la luz pública la segunda semana de abril de 2010, cuando la revista de la farándula de Televisa, TV Notas, publicó fotografías de la residencia, acompañadas de una foto de Peña Nieto y Angélica Rivera, entonces novia del aún gobernador mexiquense. La “cabeza” principal del reportaje advertía: “El gobernador Enrique Peña Nieto quiere tanto a su ‘Gaviota’, que ya mandó construir un enorme ‘nidito de amor’ para los dos, en Ixtapan de la Sal, Estado de México”.
Luego dos fotos aéreas y cinco más que mostraban la terraza, la rampa para estacionamiento, una fuente que semeja un río, la fachada, amplia área de juegos y los dos lotes que conforman la “villa de descanso”.
A dos páginas, la revista destaca que “la casa ocupa dos terrenos y es de las más grandes de la zona”; bajo las fotos anuncia: “En un mes, la pareja y sus 6 hijos podrían estrenar la propiedad que está en un exclusivo club de golf”.
Más adelante, señala que, “la casa en la que la pareja pasará sus fines de semana, se construye sobre dos terrenos, tiene dos pisos, cinco recámaras, estacionamiento, jardín con fuente que simula un río, dos salas de TV, estancia y acabados de lujo, como pisos de mármol, siendo la propiedad más grande de la zona, ubicada en un exclusivo club de golf”.
La semana que acaba de concluir, el diario estadunidense The Wall Street Journal (WSJ) llamó la atención sobre esta mansión de Peña Nieto, pues reveló que CUISA, una de las empresas de los San Román, ganó licitaciones por más de 100 millones de dólares durante el gobierno de Peña Nieto en el Estado de México y otros 40 millones de dólares desde que es presidente de México.
El WSJ exhibió así el conflicto de interés en el que, de nueva cuenta, Peña Nieto se ve envuelto.
Es evidente entonces el descaro de Peña Nieto al establecer relaciones de complicidad política y empresarial. Y lo que más asombra a la prensa mundial es que el jefe del Ejecutivo no ha hecho nada por ocultar su ambición al otorgar licitaciones a sus amigos a cambio de lujosas residencias.
Primero se reveló que Armando Hinojosa Cantú, dueño del emporio HIGA y quien se vio fuertemente beneficiado con licitaciones millonarias en el Estado de México, “le vendió” a Angélica Rivera la hoy llamada “Casa Blanca” en la calle Sierra Gorda en Las Lomas.
Después se reveló que el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, también compró en el municipio mexiquense de Malinalco, en cómodos pagos, otra residencia a Hinojosa Cantú. Y el caso más reciente, el de CUISA de los San Román, “los dueños” de Ixtapan de la Sal, también beneficiarios de los gobiernos de Peña Nieto, que le “vendió” una villa de descanso al hoy presidente de México.
El conflicto de interés es claro, así como el abuso del poder, el tráfico de información privilegiada y la entrega de grandes obras para sus cuates es algo que debiera estarse investigando con un fiscal independiente, ciudadano, en tanto que Peña Nieto debiera dejar la Presidencia para facilitar el desarrollo de las indagatorias.
En otro país, un escándalo de este tipo ya hubiera provocado la caída de un mandatario quien, por decencia, ya habría anticipado su renuncia al cargo.
Twitter: @jesusaproceso
Fuente: Proceso