(O de cómo el momento México se hizo pesadilla)
Por Jorge Zepeda Patterson
Que el Primer Informe de Gobierno de Enrique Peña Nieto se tenga que celebrar en el Campo Marte entre tribunas improvisadas y al abrigo del Ejército es más que sintomático del desplome del “momentum Peña” que se vive.
El descontento que comienza a advertirse obedece a varios factores: los indicadores económicos a la baja que golpean a los de menos ingresos y desaniman a los inversionistas; la preeminencia de la inseguridad pública, la pérdida de territorios completos a manos del crimen organizado y las guardias auto armadas; las reformas entrampadas por el apresuramiento del Ejecutivo y la parálisis de los partidos en las Cámaras.
Lo cierto es que la luna de miel del Presidente con el pueblo mexicano duró menos que la de Angélica Rivera, “La Gaviota”. Y al igual que la de aquella fue más mediática que otra cosa. En realidad sólo el 39% de los votantes sufragó en su favor; es decir 61% de los electores votaron “en contra” de Peña Nieto. Peor aún, si se considera los que se abstuvieron, veremos que apenas uno de cada cinco ciudadanos en edad de votar lo hizo por el actual Presidente.
La supuesta euforia a favor de Peña Nieto fue en realidad una construcción mediática. Los índices de aprobación del mandatario han estado por debajo de los que obtuvieron Vicente Fox y Felipe Calderón a lo largo de su primer año de gobierno.
Lo que sucedió es que el regreso del PRI restableció la relación entre el poder y los dueños de los medios de comunicación, a tal grado que la burbuja mediática logró infundir la sensación de que el país tendría su época dorada con la llegada de los que “sí saben gobernar”. The New York Times y The Economist se hicieron eco de este entusiasmo y proclamaron el dichoso Mexico’s Moment, más por ganas de salir de la parálisis del gobierno calderonista que por una lectura real de las posibilidades de cambio que ofrecía la nueva administración
A diez meses de gobierno está claro que se sobreestimaron las posibilidades y las intenciones de cambio por parte del gobierno de Peña Nieto. Sus dos iniciativas más espectaculares, el Pacto por México apoyado por la oposición y el encarcelamiento de Elba Esther Gordillo, se fueron desinflando y, en cierta forma, resultaron contraproducentes.
Lo de Elba Esther Gordillo fue presentado como un paso decisivo en el combate a la corrupción y generó una lectura positiva sobre las intenciones del nuevo Presidente. Pero al pasar las semanas quedó claro que había sido una maniobra política para castigar la deslealtad de Gordillo y para regresar al SNTE al control del PRI. La impunidad ostensible de Carlos Romero Deschamps y otros de su calaña, retratados una y otra vez al lado del Presidente, hizo obvio que el PRI no combatirá la corrupción ni nada que se le parezca. Al final, la decepción fue más grande que el entusiasmo que pudo generar la caída de “la Maestra”.
El Pacto por México ha seguido similar trayectoria. Firmado inicialmente por todas las fuerzas políticas parecía que por fin se habían construido los consensos para poner en marcha las reformas y sacar a México de su parálisis. Pero terminó siendo un beso envenenado para los dos partidos de oposición; hoy enfrentan una verdadera guerra civil por parte de los cuadros y las bases sociales, molestos por su complicidad con el gobierno. Las dirigencias del PAN y del PRD están más debilitadas que nunca y carecen de la capacidad de operar los acuerdos tomados con el Presidente. Menos foto y más trabajo en la letra chica de las reformas y en las leyes secundarias, habría sido más provechoso para el país y menos lesivo para los partidos de oposición.
Por otro lado, senadores y diputados, incluso del PRI, están en abierta confrontación contra el Pacto por México, al considerar que esos acuerdos de cúpula intentan sustituir la tarea del Legislativo.
La búsqueda de golpes mediáticos llevó a Peña Nieto a presentar iniciativas de reforma apresuradas que han generado expectativas no cumplidas. Todas ellas se han atorado en la discusión de los pormenores y están lejos de comenzar a operar.
Finalmente, el tema de la inseguridad los ha alcanzado. Los primeros seis meses generaron la expectativa de un cambio en la estrategia contra el crimen organizado lo cual permitiría su acotamiento. Por el simple expediente de no hablar de la guerra contra el narco y con la complicidad de los medios de comunicación, se generó la sensación de que el fenómeno estaba disminuyendo. Hoy sabemos que las estadísticas de la nota roja son iguales y en algunas regiones peores que antes. Con el ingrediente añadido de una proliferación de guardias auto armadas generadas por la exasperación que deriva de la ausencia de Estado en varias entidades.
Peña Nieto presenta su Primer Informe de Gobierno contra la pared. Tendría que entender que el tiempo de las burbujas mediáticas ya ha pasado, y que ese recurso se ha agotado. Ha querido gobernar a partir de una narrativa de éxito construida con el apoyo de los medios de comunicación, pero la realidad ha comenzado a colarse por todas las grietas de su escenografía de cartón.
Frente a la inconformidad creciente de los grupos más angustiados, Peña Nieto necesitará un cambio de narrativa de manera urgente. Sólo espero que ese cambio no tenga la represión como salida.
@jorgezepedap
Fuente: Sin Embargo