Por Sanjuana Martínez
Dicen que para liberarse de la tutela del padre, hay que “matarlo” metafóricamente, romper con el vínculo de sus enseñanzas, sus ideas o sus principios. Es un concepto básico de la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud centrado en el conflicto edípico.
Enrique Peña Nieto ha tenido varios padres intelectuales, pero el gran operador en la sombra de sus “decisiones” se llama Carlos Salinas de Gortari; se podría decir que es el ex presidente el que realmente gobierna este país. Y como suele suceder, el hijo putativo, quiere olvidarse de quien lo sentó en la Silla del Águila y liberarse.
El distanciamiento entre ambos se produjo hace algunos meses y terminó de consumarse con la salida de Francisco Rojas de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), la primera baja de la nefasta reforma energética de Peña, un hombre nunca logró una buena relación con el Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM).
El pleito Peña-Salinas tiene otras razones. A diez años de la difusión de los llamados videoescándalos donde René Bejarano recibía dinero de Carlos Ahumada, sabemos que Salinas y Diego Fernández de Cevallos estaban atrás de la operación, junto a Cuauhtémoc Cárdenas, según dijo el diputado panista Federico Döring.
Ahumada ha despejado las dudas: “Salinas me utilizó en toda la extensión de la palabra, y me dijo lo que iba a hacer, que era sacar a su hermano de la cárcel; lo sacó, era parte de lo que había negociado con Fox. Es una persona que alcancé a ver en el transcurso del tiempo, muy vengativa, muy rencorosa”.
A cambio de esto, Salinas y Fernández le pagaron a Ahumada “solamente” 68 millones de pesos de los 400 prometidos, como había adelantado en su libro. Las nuevas declaraciones del argentino, involucran a otro funcionario del gobierno peñista: Rosario Robles, actual secretaria de Desarrollo Social e impulsora de la llamada “Cruzada contra el Hambre”.
Ese es el siguiente cambio que supuestamente está preparando Peña, la “renuncia” elegante de la gran traidora de la izquierda, la señora Rosario Robles, muy cercana a Carlos Salinas de Gortari. La ex amante de Ahumada, consumó su venganza contra sus compañeros del PRD, gracias precisamente a sus vínculos con el ex presidente priísta, vínculos que siguen tan estrechos como siempre.
Salinas de Gortari mueve los hilos de varios títeres, es decir, varios secretarios y funcionarios del gabinete peñista y eso es lo que el nuevo inquilino de Los Pinos quiere cambiar. El pleito con su principal padrino va más allá. Peña quiere ser independiente, tener campo libre, para llevarse el gran botín producto de sus reformas. No está dispuesto a compartir las riquezas obtenidas del robo a la nación.
Frente a este rompimiento estratégico que puede generar consecuencias devastadoras para México, Peña no ha pensado que su camino está indisolublemente unido al de Salinas. Ambos comparten formas e historias. Ambos llegaron a Los Pinos con una elección robada, sin legitimidad, ni proyecto de nación.
Al igual que Salinas, Peña ha intentado legitimarse en el poder a base de golpes judiciales. Primero Elba Esther Gordillo, al igual que hizo Salinas con la detención de Joaquín Hernández Galicia “La Quina”. Pero “la maestra” era otro “títere” de Salinas, la única que tuvo el valor de rechazar frontalmente reforma educativa. Pero no todos los aires reformistas de Peña son del agrado de Salinas.
Con la formula salinista, Peña pensó que podría tener credibilidad a base de golpes mediáticos como la detención del Chapo Guzmán y otros más que nos tiene preparados.
A Salinas tampoco le ha gustado la liberación de Gustavo Ponce, ex secretario de Finanzas del Distrito Federal, acusado de fraude y lavado de dinero. Estuvo preso diez años y fue él quien desde su labor como subsecretario de la Contraloría ofreció las pruebas de enriquecimiento ilícito contra Raúl Salinas, el hermano incómodo.
La hora de la emancipación le ha llegado pronto a Peña. Y Salinas como bien dice Ahumada, es rencoroso y muy vengativo, un auténtico Maquiavelo que vive bajo la máxima de “el fin justifica los medios”. El ex presidente esperará el momento oportuno de su venganza. Y seguramente no le importará llevarse entre las patas al país.
Mientras tanto, Peña goza de su incipiente libertad condicional, condicional porque tiene muchos padrinos: aquellos empresarios “dueños de México” para los que gobierna y a quienes les debe lealtad y gratitud eterna. Mantener sus privilegios es su tarea principal y lo está haciendo de maravilla, empobreciendo cada día más al pueblo a base de una riqueza descomunal producto de los sueldos de hambre que pagan.
El alejamiento y la consecuente autonomía de Peña es una metáfora, al igual que el “asesinato” del padre. En realidad, el inquilino de Los Pinos debe lealtad al grupo de su otro padrino Arturo Montiel, el grupo Atlacomulco en donde no cabe Salinas, será el más ganón de los ganones.
En la teoría freudiana, se distinguen tres etapas principales del desarrollo psicosexual: la oral, la anal y la fálica. La fase pregenital del desarrollo de la libido se manifiesta e edad temprana. Me pregunto en cuál de esas tres etapas se encuentra Enrique Peña Nieto frente a Carlos Salinas de Gortari, el hombre que lo llevó a Los Pinos junto a Monex, Soriana y el corrupto IFE.
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Fuente: Sin Embargo