Además de factores externos, las preocupaciones por la empresa petrolera, las finanzas públicas y la balanza de pagos lo han debilitado.
El peso mexicano es la moneda emergente que más ha perdido terreno frente al dólar en junio afectado por factores externos como la posibilidad de que Reino Unido abandone la Unión Europea y la candidatura de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos pero también por preocupaciones internas como la situación de Petróleos Mexicanos (Pemex) y las finanzas públicas.
La moneda mexicana ha retrocedido 2.40% frente al billete verde en lo que va de junio y en el año, 7.64%. En ambas mediciones ocupa el último puesto en el ranking de divisas que realiza Bloomberg. El martes el dólar cerró en 18.96 pesos en el mercado interbancario, su mayor nivel desde el 16 de febrero.
La cercanía del referendo en el que los británicos decidirán si Reino Unido permanece en el bloque europeo y la preocupación por las políticas en contra de México que tendría Donald Trump de llegar a la Casa Blanca, en particular su propuesta de bloquear las remesas que envían los mexicanos desde Estados Unidos, han presionado al peso.
“La mayoría de los factores (que afectan al peso) son externos, pero hay un factor doméstico que es Pemex como un riesgo fiscal de mediano plazo”, dijo a Expansión Benito Berber, analista de Nomura.
Ante el golpe que significó para la empresa la caída en el precio del petróleo y una menor producción, el Gobierno mexicano decidió apoyarla con 73,500 millones de dólares. Por ello, el foco del mercado estará ahora en las asociaciones que la compañía tenga con la iniciativa privada como las que busca en el campo Trión, ubicado en el Golfo de México, en donde el resultado del proceso de licitación será dado a conocer en diciembre.
“Si no sale para diciembre pues el mercado estaría diciendo ‘el soberano (México) va a tener que inyectarle dinero a Pemex en el mediano plazo’, y esto es potencialmente negativo para el peso mexicano y para la postura fiscal de México”, agregó Berber.
Aunque en menor medida que los factores externos, la preocupación por las finanzas públicas de México también han generado presión sobre el tipo de cambio, en particular el Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público (SHRFSP), la medida más amplia de la deuda pública, que alcanzó 47.6% del PIB al cierre del primer trimestre.
“El saldo ha estado creciendo en los tres años que lleva el sexenio y Pemex sigue siendo un riesgo para las finanzas públicas de que a lo mejor requiera algún rescate adicional”, dijo a Expansión Guillermo Aboumrad, director de estrategias de mercado de Finamex.
A esta preocupación se sumó también el deterioro en la balanza de pagos —el registro de todas las transacciones de un país con el resto del mundo— ante la caída de 2.9% en las exportaciones no petroleras durante el primer trimestre y el menor apetito de los inversionistas por la deuda de países emergentes como México, pues las tenencias de bonos en manos de extranjeros pasaron de 2.1 billones de pesos al cierre de 2015 a 1.94 billones de pesos al inicio de junio.
“Hemos visto un deterioro muy claro en las exportaciones no petroleras, están cayendo las exportaciones y en la cuenta de capital, el flujo de extranjeros a mercados emergentes está siendo negativo, eso le pone presión al tipo de cambio”, agregó Aboumrad.