Pedro Sánchez pierde primera votación de investidura

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El socialista Pedro Sánchez perdió por mayoría aplastante la primera votación de la sesión de investidura, al únicamente sumar a su causa a los 123 diputados de su formación política, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), y al diputado del Partido Regionalista de Cantabria (PRC). El resto del arco parlamentario, es decir los 226 diputados restantes, o votaron en contra o se abstuvieron, ya sea representando a los sectores más conservadores y españolistas que a los independentistas catalanes o vascos.

Todo dependerá ahora de la votación del próximo jueves, en la que el aspirante a presidente del gobierno puede ser elegido por mayoría simple, es decir que tiene que sumar más votos positivos que negativos, para lo que será vital que se desbloqueen las negociaciones entre los socialistas y Unidas Podemos (UP), que están al borde de la ruptura.

Tras dos días de intenso debate parlamentario, el socialista Pedro Sánchez salió del hemiciclo con una ostensible derrota, pero sobre todo con una amenaza latente y que a cada hora que transcurre crece: el adelanto electoral ante el fracaso definitivo de la investidura. La clave de la sesión de investidura, más allá de los tradicionales rifirrafes entre los partidos de izquierda y derecha, está en la tensión que se está convirtiendo en principio de grieta entre las dos formaciones mayoritarias de la izquierda, es decir entre los socialistas y UP.

El aspirante a presidir el gobierno cosechó 124 votos a favor y del resto de votos, quizá el que más dolió en las filas socialistas fue la abstención de los 42 diputados de UP. Además votaron en contra los derechistas del Partido Popular (PP, 66), de Ciudadanos (C´s, 57), los 24 diputados de la debutante formación de extrema derecha Vox, los 14 diputados de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), los cuatro de los nacionalistas catalanes de Junts per Catalunya (JxCat), los dos de Navarra + y los dos de Coalición Canaria (CC). Además de los 42 abstenciones de los diputados de UP, también votaron en el mismo sentido los seis del Partido Nacionalista Vasco (PNV), los cuatro de EH-Bildu y el diputado de Compromis. En la sesión no votaron los cuatro diputados presos por su participación en la declaración unilateral de independencia de octubre del 2017. En total, de los 346 diputados presentes en el hemiciclo, hubo 124 votos a favor frente a 170 en contra y 52 abstenciones.

Por eso mientras el aspirante a la investidura, Pedro Sánchez, respondía en la segunda sesión parlamentaria al resto de grupos, entre ellos los nacionalistas catalanes y vascos y partidos regionalistas, el interés informativo estaba sobre todo en si se habían reanudado o no las negociaciones para formación de un gobierno de coalición entre el PSOE y UP. Pero tras el duro enfrentamiento parlamentario entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias de ayer, en donde hasta el líder morado amenazó que o llegaba a un acuerdo con ellos o “nunca sería presidente del gobierno” el diálogo se rompió. Ya ni siquiera hay contactos entre los dirigentes medios que hasta ahora llevaban el peso de las negociaciones de la estructura y formación del futuro gobierno. Todos los mensajes que se transmitían ya lo hicieron a través de los medios de comunicación y casi siempre eran mensajes de reproches, pullas y hasta descalificaciones.

Por ejemplo, la vicepresidenta del gobierno Carmen Calvo, informó a los medios de comunicación que estaban dispuestos a que Irene Montero, vocero del grupo UP en el Congreso y pareja sentimental de Iglesias, ocupara una vicepresidencia, pero que era el líder de la formación morada quien estaba “bloqueando el acuerdo” con “exigencias imposibles de cumplir”. Desde la formación presidida por Pablo Iglesias acusaron a los socialistas de ofrecerles meras carteras “cosméticas” y sin competencias ni atribuciones reales.

De hecho el propio candidato Pedro Sánchez advirtió antes de que se celebrara la votación: “Corro el riesgo de ser el primer candidato a la presidencia del gobierno que sufre dos investiduras fallidas. Y es verdad que siempre me he encontrado en el mismo obstáculo (en alusión al también voto en contra de Podemos en la sesión del 2016, que posteriormente abrió las puertas a un nuevo gobierno de la derecha). Reivindico la capacidad de acuerdo que tiene la clase política española. Lo más importante es que España tenga gobierno y que la democracia empiece a funcionar de una manera plena. La disyuntiva es si queremos estabilidad o que haya elecciones en noviembre”.

Finalmente, y a pesar de las advertencias, se consumó el primer fracaso de la sesión de investidura. Ahora están por delante 48 horas de vértigo, en las que o se desbloquean las negociaciones o habrá nuevas elecciones generales el próximo 10 de enero.

Fuente: La Jornada

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