Arranca en Francia la huelga general más importante desde 1995, cuando la paralización terminó con el gobierno de Alain Juppé y su proyecto de modernización neoliberal. La huelga que puede tener una duración indeterminada y más de la mitad de los franceses apoyan la protesta contra las reformas de jubilaciones del gobierno de Emmanuel Macron.
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Según una encuesta de YouGov realizada antes de la huelga, el 71% de los franceses estaban preocupados por el futuro de su jubilación. Mientras el 60% de la población apoya la huelga contra la reforma de las pensiones.
Los sindicatos CGT, FO, FSU, Solidaires, UNL y UNEF lanzaron este llamado en común porque consideran que el nuevo régimen previsional “degradará los derechos de todos, especialmente de los más precarios y de las mujeres”.
Se espera una gran manifestación este jueves en Paris y en más de 250 ciudades del país. Trabajadores ferroviarios, docentes, estudiantes y otros sectores tomaran las calles. A la misma ya anunciaron que se unirán los Chalecos Amarillos.
La huelga tiene un especial impacto en el estratégico sector del transporte. La reforma propuesta por el Gobierno acabará con el régimen jubilatorio del que gozan la Sociedad Nacional de Ferrocarriles (SNCF) o la entidad del transporte metropolitano de París RATP, que pueden retirarse a partir de los 52 a 57 años, según las categorías, producto de las condiciones laborales a las que están expuestos.
Por esa razón la paralización es masiva en el transporte: circulan uno de cada diez trenes de alta velocidad TGV, los de cercanías de París y los de largo recorrido Intercités, y uno de cada cinco regionales (TER). Los trenes entre Francia e Italia, Alemania han sido anulados. Entre Francia y España sólo se anunció un servicio de ida y vuelta.
Los cortes ya se sentían desde el miércoles por la tarde, afectando a mucho de los trenes de cercanías de la región parisina, muy utilizado para llegar a la capital francesa. El metro parisino se han suspendido once líneas, otras tres funcionarán con restricciones solo en las horas pico.
Cientos de estaciones de servicio están sin combustible en todo el país. Muchos supermercados están desabastecidos después de que miles de personas fueran a abastecerse ante la posibilidad de una huelga prolongada. ARBNB no tiene más lugar para hacer reservas en el centro de Paris porque muchas personas han ocupado los departamentos ante la imposibilidad de viajar desde sus hogares al centro. Los hoteles también están llenos.
En Francia existe una ley que impone un servicio mínimo obligatorio para cada servicio en una huelga, pero la CGT informó que no se respetará.
Las previsiones en el transporte aéreo tampoco son alentadoras: la Dirección General de la Aviación Civil (DGAC) recomendó a las aerolíneas suprimir el 20 % de los trayectos con origen o destino en Francia, aunque en realidad el porcentaje de vuelos cancelados será mucho más elevado. Air France debió cancelar antes del día de la huelga el 30 % de sus vuelos habituales y no descarta tener que suprimir una parte adicional sobre la marcha.
La manifestación principal en París comenzará partirá a las 14.00 hs, de Francia, desde la Estación del Norte hasta la plaza de Nación. El Gobierno desplegó a cerca de 6.000 policías y gendarmes y recomendado el cierre de los comercios en todo el recorrido.
Un gigantesco operativo represivo justificado por el ministro del Interior, Christophe Castaner y el prefecto de Policía, Didier Lallement, por supuestos “grupos violentos”. La realidad es que el Gobierno francés ha reprimido brutalmente las manifestaciones, en especial las de los chalecos amarillos, dejando miles de heridos y mutilados.
La huelga no cae del cielo. En un artículo publicado en Révolution Permanente, sitio francés de la red internacional de La Izquierda Diario, Juan Chingo destacaba la dimensión de esta nueva ola huelguística y se preguntaba si este es el inicio de una huelga general política contra Macron.
“Todo indica que la huelga general del 5 de diciembre tendrá una escala absolutamente sin precedentes, será probablemente la mayor movilización desde las de 1995, 2006 y 2010. Con el clima de “insubordinación” inculcado por los chalecos amarillos, la lucha de clases en Francia, articulada en lo que de hecho se asemeja a una huelga general de 24 horas con tendencias a renovarse en los principales bastiones del movimiento obrero, así como entre los trabajadores ferroviarios y la RATP, podría experimentar un nuevo giro. Un año después del inicio del movimiento de los Chalecos Amarillos, se abre una nueva etapa con la reunificación o incluso la materialización del “Tous ensemble” [todos juntos]de una parte importante del mundo del trabajo. ¿Hasta dónde llegará el proceso en esta nueva etapa? Esta cuestión será decidida en los próximos días por la propia lucha.” se pregunta el autor.
Los medios europeos ven la situación con preocupación. El diario británico The Sunday Times habla de que Francia se podría estar sumergiendo en un “invierno del descontento”, en referencia a las oleadas huelguísticas que sacudieron al Reino Unido en el invierno de 1978-1979. Mientras que Forbes asegura que se trataría posiblemente de la huelga general más grande en décadas.
El diario francés Le Monde titula que “La huelga del 5 de diciembre, es una prueba decisiva para el “reformador” Emmanuel Macron” y el sitio Marianne destaca en su portada la comparación con la huelga de 1995 que frenó las reformas del gobierno de Alain Juppé.
El miércoles el presidente francés protagonizaba junto a Trudeau, el mandatario canadiense, al primer ministro británico, Boris Johnson y a la princesa Ana, hija de la reina Isabel II de Inglaterra, una situación muy comentada durante la cumbre de la OTAN. En un vídeo se los ve aparentemente burlándose de Trump.
Seguramente este jueves, Macron, extrañara la comodidad del palacio británico y el intercambio entre líderes imperiales, mientras vea como en las calles francesas se reclama contra su Gobierno
Fuente: La IzquierdaDiario