Por Octavio Miramontes
La ciudad brasileña de Sao Paulo es considerada el motor de Brasil. Es la ciudad más rica de América Latina y por ello alberga una clase empresarial que se jacta de tener la flota de helicópteros privados más grande del mundo. Pero también es asiento del poderoso movimiento sindicalista de izquierda que llevó a la presidencia al Partido de los Trabajadores de Lula. Por ello, Sao Paulo es sede de un silencioso y hasta subterráneo, pero intenso proceso de lucha de clases.
A lo largo de los últimos 10 años, las reivindicaciones populares de Brasil han cambiado de tono. Si antes las protestas callejeras tenían un carácter de reivindicaciones populares inmediatas como mejores salarios, más empleo, más educación y democracia; hoy en día no tienen más validez. El PT de Lula y Dilma ha sacado de la pobreza extrema a más de 20 millones de brasileños. El trabajo es abundante y bien pagado con todos los derechos de ley que incluyen seguridad social, derechos sindicales y jubilaciones decentes. La educación ha mejorado como nunca se vio en América Latina. En los últimos cinco años se han fundado 16 universidades nuevas y el presupuesto para ciencia, tecnología y educación no tiene comparación con ningún otro país de la región. Los gobiernos del PT se han preocupado por acelerar la reforma agraria y la mejora de las condiciones de vida de los trabajadores rurales y pequeños agricultores, tocando en no pocas veces, los intereses de los poderosísimos barones agrícolas del país.
Los brasileños que están en la calle protagonizando las protestas de hoy, son jóvenes que han crecido con preocupaciones sociales de otro tipo. No exigen democracia, trabajo, ni educación. Siendo hermanos de lucha de Occupy WS, de los Indignados de Madrid, del #YoSoy132 de México, son jóvenes mayoritariamente de clase media que exigen un alto a la corrupción gubernamental, reivindican la justicia e inclusión social que implica profundizar en la defensa de los derechos de las minorías raciales y étnicas, la legalización de las drogas, etcétera. Las encuestan dicen que el 71% de los casi 250 mil manifestantes del día de ayer (18 de junio) son jóvenes sin partido político que participan espontáneamente por primera vez en una protesta social. Son los jóvenes hijos de las redes sociales y para ellos la “V” reivindica la victoria; pero también la venganza de los “Anonymous”. Antes los computadores eran lo suyo, ahora son la calles las que les pertenecen.
Las protestas de esta semana se han iniciado en la ciudad de Sao Paulo y no es ninguna casualidad. Por primera vez la ciudad más rica e importante de Brasil es gobernada por la izquierda. Fernando Haddad del PT venció en las elecciones del año pasado a Jose Serra, ex ministro de Fernando Henrique y personaje importantísimo del centro-derechista PSDB. Haddad fue ministro de educación de Dilma y es un académico reconocido por su competencia y honestidad; También es considerado el hombre más fuerte de la izquierda con el perfil ideal para suceder a Dilma en las próximas elecciones federales. Los poderes fácticos de Sao Paulo has temblado frente a esa posibilidad y han decidido actuar para impedirlo, la ocasión es perfecta.
Brasil es un país que está de moda. Tendrá próximamente la sede de la Copa del Mundo y las Olimpiadas y la atención del mundo está ahora mismo volcada aquí porque la Copa Confederaciones es un espectáculo de masas con cámaras y micrófonos listos para captar a una España triunfante y a un Neymar goleador en el Maracaná. Pero los medios internacionales están también listos para mostrar ruidosamente a una Dilma sufriendo “bullying” en un estadio de futbol y listos para mostrar el improbable “rechazo popular” contra el PT. Pero recordemos quienes son los medios en Brasil. TV Globo es el poderoso monopolio de la TV, el radio y la prensa escrita (similar a Televisa en México) y la influyente revista Veja es propiedad de Times, Inc. Por su parte la Folha de Sao Paulo, no desperdicia una sola oportunidad para endurecer contra el PT.
Una manifestación legítima llevo a miles de paulistas a las calles para demandar una reducción al costo del transporte urbano. La manifestación fue reprimida con brutalidad por una policía militar que no se veía actuando así desde los tiempos más sombríos de la dictadura. La razón es simple. La policía militar del estado de Sao Paulo no esta bajo el control de Haddad. Es controlada por el Gobernador del Estado de Sao Paulo, quien casualmente milita en el PSDB de Jose Serra: Geraldo Alckmin. De él provino la orden para golpear. Pero una vez desatada la orgía policial, la prensa internacional dirá que el gobierno reprime a manifestantes pacíficos. Pero que gobierno es ese? Es el del PT? Los medios siembran la confusión mientras Alckimin se esconde. La policia ha salido a la calle a golpear a los manifestantes; pero ha salido sobretodo a golpear a Haddad. Ahora ya no interesa que Dilma y el propio Haddad digan que los manifestantes tienen derechos y que sus protestas sean legítimas. Esos derechos fueron violados y el enojo cunde contra “el gobierno represor”.
La derecha golpista ha fallado en Venezuela una vez más. Pese a la virulenta campaña contra Maduro, la presidencia quedó en manos del chavismo. Ahora la siguiente presa es Brasil. Quieren derrotar al PT de Haddad antes de que el pueblo vaya a las urnas. Los jovenes brasileño tienen ahora la palabra.
Fuente: Colloqui.com