“Me gustaría hacer un llamamiento a quienes tienen más recursos, a los poderes públicos y a todos los hombres de buena voluntad comprometidos en la justicia social: que no se cansen de trabajar por un mundo más justo y más solidario. Nadie puede permanecer indiferente ante las desigualdades que aún existen en el mundo”.
Francisco ha dado hoy la cara por los más pobres y ha reclamado más esfuerzos a las autoridades por poner fin a las desigualdades sociales que sacuden a Brasil, en línea con las protestas que en las últimas semanas se han sucedido en el país. Lo ha hecho sobre el terreno, durante la visita que hoy ha realizado a una favela de Río de Janeiro.
No estaba previsto en el programa inicial. Pero Francisco se empeñó en que no podía viajar a Brasil y no acudir a una favela, los barrios de infraviviendas en los que se calcula que viven 11 millones de brasileños, ese 6% de la población más pobre y necesitado.
El Papa ha hecho hoy realidad su deseo y, como ya hiciera en 1980 Juan Pablo II, ha visitado una favela de Río de Janeiro, paseando a pie por sus calles, saludando a numerosos de los residentes de ese lugar degradado y entrando en la chabola de una familia.
La favela que ha visitado el Pontífice es concretamente la de Manguinhos, en la que viven entre 1.500 y 2.500 personas y que desde hace ocho meses está ‘pacificada’, lo que significa que cuenta con vigilancia policial 24 horas al día, que por sus calles ya no se escuchan tiros y que los narcos no imponen su ley.
El Papa ha advertido durante su visita a la favela que ningún esfuerzo de ‘pacificación’ será duradero, ni habrá armonía y felicidad en una sociedad si ésta ignora, margina y abandona en la periferia una parte de sí misma. “Una sociedad así, simplemente se empobrece a sí misma; más aún, pierde algo que es esencial para ella”, sentenciaba. “La medida de la grandeza de una sociedad está determinada por la forma en que trata a quien está más necesitado, a quien no tiene más que su pobreza”.
El Papa ha revelado la receta que a su entender los poderes públicos tendrían que aplicar para poner fin a la desintegración y la injusticia social: una educación integral, derecho a la salud y derecho a la seguridad. Con la precisión de que la reclamación de una mejor sanidad y educación públicas, así como la condena de la corrupción, han sido una constante en las protestas que en las últimas semanas han sacudido a Brasil, y que ayer recibieron un nuevo y claro espaldarazo por parte de Francisco.
“Queridos jóvenes, ustedes tienen una especial sensibilidad ante la injusticia, pero a menudo se sienten defraudados por los casos de corrupción, por las personas que, en lugar de buscar el bien común, persiguen su propio interés. A ustedes y a todos les repito: nunca se desanimen, no pierdan la confianza, no dejen que la esperanza se apague. La realidad puede cambiar, el hombre puede cambiar. Sean los primeros en tratar de hacer el bien, de no habituarse al mal, sino a vencerlo. La Iglesia los acompaña”, aseguró el Papa a las miles de personas congregadas en el campo de fútbol de Manguinhos. “Es necesario dar pan a quien tiene hambre; es un acto de justicia”, sentenció.
Francisco ha destacado asimismo que la Iglesia tiene la obligación de ser “abogada de la justicia y defensora de los pobres ante intolerables desigualdades sociales y económicas, que claman al cielo”. Y añadió, dirigiéndose a los residentes en la favela: “La Iglesia está con vosotros, el Papa está con vosotros”.
Fuente: El Mundo