Por Luis Javier Valero
Por lo menos hasta el momento de redactar la presente reflexión, no se habían presentado querellas por la realización de las elecciones internas del PAN chihuahuense y aparentemente todos los participantes –tanto en el ámbito municipal, como distrital– se habían allanado a los resultados y reconocido a los triunfadores.
Ese hecho ha generado, como es natural, una extendida alegría en los equipos de los candidatos ganadores y ha generado un explicable optimismo en los órganos dirigentes partidarios.
Más aún, por lo menos desde la óptica de los resultados en Chihuahua y Juárez, con los triunfos de Miguel Riggs y de María Antonieta Pérez, respectivamente, apoyados por el senador Javier Corral, podría llegarse a la conclusión que estamos ante la posible consolidación de un nuevo liderazgo del PAN chihuahuense, encarnado en Corral, ya que por tercera ocasión consecutiva en una elección estatal, o como la presente, ya sea él, o los candidatos de sus simpatías, obtienen sendos triunfos en las accidentadas elecciones internas del PAN (por lo menos las dos anteriores).
No es menor lo obtenido en la jornada blanquiazul; es la primera ocasión, por lo menos desde 2009, que no se presentan actos fraudulentos en sus elecciones y, también por primera vez, los contendientes perdedores se presentan a reconocer a los triunfadores.
Y eso que en el caso de la capital se presentó una sorpresa mayúscula: Ganó Miguel Riggs, derrotando a dos militantes de la derecha al interior del PAN, Guillermo Villalobos y Teresa Ortuño, quienes, desde décadas atrás se habían agremiado al equipo que durante algunos años dirigió Luis Enrique Terrazas, conocida coloquialmente como la “Santa Familia” y que habían presentado frentes comunes a lo largo, por lo menos, de los últimos 15-18 años.
Ahora no. Muchos meses atrás se supo del enfriamiento de las relaciones de Ortuño y el entonces alcalde capitalino, Carlos Borruel, quien se había desempeñado varios años bajo la sombra de la ex senadora, y que en la precampaña terminada el domingo se confirmó tal distanciamiento pues Borruel apoyó a quien fuera su Secretario en el cabildo dirigido por él.
Quizá esa pudo ser la razón del triunfo de Riggs, apoyado por el senador Javier Corral –enfrentado nuevamente, como en 2012, a Borruel y a Pérez Cuéllar– en un evento, también ocurrido por primera ocasión en muchos años en que los candidatos de la derecha capitalina son derrotados por los postulados por otros acuerpamientos al interior del PAN (que es bueno asentarlo tienen, por lo menos aparentemente, una no tan sólida vida orgánica al interior del partido) y que evidencia el enorme desgaste por el PAN en lo general, pero en particular esta corriente política que fue capaz de contar con dos alcaldes en la capital del estado.
Del mismo modo, el triunfo de la ex diputada federal María Antonieta Pérez es la confirmación de que quienes se quedaron en el PAN están optando por otros liderazgos y otras figuras para iniciar, sin es que en eso andan, la recuperación de la inserción social de su partido.
Y esa es la diferencia fundamental entre los dos partidos políticos más importantes en Chihuahua.
En tanto el PRI evidenciaba estar en plenitud de facultades, tanto en los eventos de Juárez como los de Chihuahua, en los cuales, sobre todo el celebrado en la capital, el tono festivo y el espíritu de unidad fueron la nota destacada, –con la presencia, también, del ex gobernador Reyes Baeza, en tanto que el presidente de la convención la ejercía el también ex gobernador Patricio Martínez, distanciados en todo el sexenio del deliciense– los panistas se aprestan a reconstruir su partido y, sobre todo, las simpatías de los electores, perdidas no tan abruptamente a lo largo del sexenio de Felipe Calderón y de las administraciones municipales que ejercieron en las otroras “coronas de la joya blanquiazul”, Juárez y Chihuahua.
Ahora le apuestan, a juzgar por las expresiones de sus candidatos y dirigentes en la precampañas, a señalar las deficiencias de la administración estatal dirigida por César Duarte, y al cual, apenas ayer el dirigente municipal capitalino, Miguel Latorre lo señalaba como operador de una “elección de Estado”, y de semejantes señalamientos realizados por el dirigente estatal, Mario Vázquez, a los cuales el gobernante respondió que en las reuniones “en corto” nunca alude.
Así se quedará la película, deberemos reanudarla en un mes.