Por Álvaro Delgado
Gobernador bajo sospecha de corrupción y de sometimiento a la Iglesia católica por su militancia en El Yunque, en cuya organización secreta tiene el seudónimo de “Eugenio Pacceli”, Juan Manuel Oliva irrumpe en el Partido Acción Nacional (PAN) como el más fuerte prospecto para disputarle la presidencia a Gustavo Madero, un personaje también de escándalos por sus vínculos con casineros y su connivencia con Enrique Peña Nieto.
Al finalizar 2013, cuando debió haber dejado ya la presidencia –cuyo periodo cumplió el 5 de diciembre–, Madero no puede decir ya que su reelección es de trámite, como ha sido la impresión que ha tratado de generar, porque si bien ha sabido manejar a su favor los tiempos y las circunstancias, para desde el poder armar una estructura para su proyecto, también es cierto que se han agrupado en su contra los que lo detestan.
El “anticalderonismo” que Madero agrupó cuando Felipe Calderón trató de volver a apoderarse por completo del PAN, antes de finalizar su desastrosa gestión, ha generado un “antimaderismo”, que está derrumbando los alegres escenarios que se han hecho en la cúpula nacional de ese partido y en réplicas estatales.
No es Josefina Vázquez Mota, la candidata que condujo al PAN al tercer lugar en la elección presidencial y quien ya renunció a presidirlo, ni Ernesto Cordero, el apocado protegido de Calderón, los que articulan el bloque opositor a Madero, sino alguien con menos brillo nacional, pero con más arrojo y aptitud política: El exgobernador Oliva, el único de los gobernadores panistas que ganó en 2012.
Oliva ha armado una amplia estructura en al menos 30 de los 32 estados del país –que ya alarma a Madero y sus aliados–, cimentada en los principales municipios y liderazgos, donde se ha generado un antimaderismo por la lógica cupular de la dirigencia que no los respalda ante los cacicazgos priistas estatales mientras hace arreglos con el gobierno de Peña Nieto.
Conocedor del panismo desde la base, Oliva es, además de Madero, el que conoce dónde están los militantes que sí votan y es con los que ha estado trabajando desde al menos mayo de 2012 cuando solicitó licencia y se convirtió en el estratega nacional del PAN para la elección que Vázquez Mota perdió.
A esta estructura se prevé que se sume lo que queda del felipismo, aquel que –a través de Germán Martínez– fracasó en la “guanajuatización” de México, poniendo precisamente a Oliva como ejemplo, y que ahora se articula en torno de Margarita Zavala Gómez del Campo, la operadora de Calderón.
Justamente por eso Oliva viajó a la Universidad de Harvard para entrevistarse, el 26 de noviembre, con Zavala, como lo reveló al semanario Proceso, cuyos proyectos convergen claramente: Como presidente la haría diputada y coordinadora, en 2015, para catapultarse a la candidatura presidencial de 2018, mientras él se reeligiría.
Es temprano aún para saber quién ganará, cuando no se sabe aún cuándo será la elección en la que, por primera vez, votarán los militantes activos del PAN, pero Madero ya tiene un rival de cuidado, que encabezará lo que se perfila como un polo opositor antimaderista.
Oliva tampoco puede decir que ya la tiene ganada, porque, además de los factores de la lógica interna del PAN –como el anticalderonismo que no le beneficia–, gravita también la decisión de Peña Nieto, a quien Madero tiene en un pedestal.
En este escenario de competencia en el PAN, el dinero será –otra vez– un factor clave y se configura también una contienda de mapaches contra tejones…
¡Feliz año!
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Fuente: Apro