Director de la revista Proceso durante casi 21 años, Rafael Rodríguez Castañeda recibió la presea John Reed a la trayectoria periodística por 55 años de ejercer el oficio, rindiendo un homenaje al mismo Reed, a Carlos Montemayor, a José Revueltas, a José de la Cabada y a Julio Scherer García.
“Al recibir la presea que lleva el nombre de John Reed, el reportero comprometido que registró y mostró al mundo los avatares de la Revolución Mexicana, sale de mi mente y de mi corazón un mensaje profundamente pesimista y pido disculpas por ello: ‘Veo un país enfermo, triste, acongojado, sin salida, en donde prevalece un individualismo feroz y donde las diferencias económicas, sociales y aun ideológicas se hacen cada día más agudas y enconadas”, dijo en la ceremonia virtual.
Durante su discurso de 12:36 minutos, el exdirector de Proceso (1999-2020) habló del país y del periodismo, cuyo panorama, en ambos casos, percibió sombrío.
“La prensa venal de las últimas décadas del siglo XX se ha transformado, sí, pero no necesariamente para bien. La libertad de expresión se utiliza para halagar al poder o para denostarlo. Intelectuales, articulistas, columnistas y opinadores improvisados confunden la información y el análisis con un activismo, un activismo barato diría yo, de oposición ideológica y política”, señaló.
Destacó que, en general, los medios de comunicación están divididos entre aquellos propiedad de los antiguos beneficiarios del prolongado periodo neoliberal y los que pertenecen a quienes los utilizan para la defensa a ultranza del actual gobierno.
Al entregarle la medalla y el reconocimiento por parte del Proyecto Cultural Revueltas de La Laguna y que, en su nombre, recibió la periodista de Proceso, Patricia Dávila, el exdirector del semanario recordó a Carlos Montemayor, José Revueltas, John Reed y a Juan de la Cabada.
Comenzó con el escritor chihuahuense Carlos Montemayor. Dijo que fueron buenos y cálidos amigos, a quienes los acercó la calidad del primero como colaborador de la revista Proceso desde que fue jefe de redacción de la revista.
“Hombre de sabia conversación, disfruté con él de gratas y prolongadas comidas, plenas de conversaciones enriquecedoras y salpicadas siempre de buen humor”, indicó y como anécdota narró que Montemayor era melómano y tenor de poderosa voz que en varias ocasiones hizo resonar a capela arias operísticas y canciones italianas con un whisky etiqueta negra en la mano, durante las fiestas de aniversario de la revista Proceso.
“Buena parte de la historia más oscura del país, la guerra sucia, la represión policiaco militar, la persecución política quedó magistralmente novelada en sus obras. Basta citar Guerra en el Paraíso y Los Informes Secretos”, añadió.
Siguió con José Revueltas, otro nombre que, dijo, le abruma por ser miembro de una familia ilustre, igualmente proveniente del norte.
“Su bien facturada prosa fue ejemplar en la literatura nacional de los años cincuenta y sesenta, pero su obra intelectual se vio opacada por la intensidad de luchador social que había en él, misma que recurrentemente lo llevó a la cárcel”, señaló.
Recordó así su participación en el movimiento del 1968 que provocó su ignominiosa detención y su encarcelamiento en Lecumberri, junto con muchos otros colegas, intelectuales, maestros y estudiantes.
“Imperecedero es, por igual, su estremecedor testimonio sobre su paso por las Islas Marías que publicó bajo el nombre de Los Muros de Agua”, agregó.
Posteriormente habló de John Reed, quien, agregó, tiene para él un doble, quizás un triple significado porque en sus libros torales: México Insurgente y Diez Días que Estremecieron al Mundo, obtuvo las mejores lecciones de periodismo testimonial.
Aprendió, además, que el periodismo requiere el dominio de las técnicas propias del oficio, pero también y sobre todo, exige un explícito compromiso social. “Sin éste, el periodismo se vuelve palabra hueca, hoja de árbol, suelta en el aire”, sentenció
Asimismo, también se refirió a su admiración por el estilo de sus textos como reportero, para describir a otro gran cronista mexicano, Juan de la Cabada, que decía del estilo de Reed: ‘por la frescura vital de ese llano estilo periodístico, su carácter, fuerza y verdad, cuya resonancia siguen y seguirán palpitando a través del tiempo’.
“Para completar el orgullo de recibir la presea, está la presencia inmanente de Pancho Villa en la obra de Reed, leyendo Memorias de Pancho Villa de ese brillante escritor de la Revolución que fue Martín Luis Guzmán, a quien tuve como jefe y maestro en una de mis primeras experiencias como reportero, en la revista Tiempo.
“Junto a estos preclaros personajes tendría que citar a los que me antecedieron en la recepción de esta presea y que ya fueron mencionados aquí. Antes que nada, por un particular interés mío menciono a Julio Scherer García”, agregó.
Sus reflexiones
Como parte de su discurso, Rodríguez Castañeda se refirió a la situación nacional, a partir del texto con el que el Proyecto Cultural Revueltas logró un record de lectura colectiva simultáneo: “El sueño de Pancho Villa”, contado por John Reed en el octavo capítulo de México Insurgente.
Leyó las siguientes líneas de ese mensaje villista: “Cuando se establezca la nueva República no habrá más ejércitos en México. Los ejércitos son los más grandes apoyos de las tiranías. No puede haber dictador sin su ejército. Sería magnífico, yo creo, ayudar a hacer de México un lugar feliz”.
Así, el autor de Prensa Vendida y Operación Telmex, comentó como Pancho Villa y el propio John Reed, el país envuelto en llamas se soñaba como un país menos desigual, más justo, menos corrupto.
“Hace 100 años, cuando murió Reed, de alguna manera, compartía dos utopías, la de la Revolución de Octubre en Rusia y la de la Revolución Mexicana, la primera revolución social del Siglo XX en el mundo.
“Sabemos en lo que terminó la utopía soviética. Nunca se acercó siquiera a la ilusión de las masas en el poder, ni a la equidad y menos aun a la justicia.
“¿Y qué pasó con el sueño de Madero, de Emiliano Zapata, de Villa? De las cabezas de la Revolución en el norte: Obregón, Calles, Carranza, de igual forma la utopía se volvió humo”, destacó.
Recordó que hace unos lustros conversó con el embajador de China en México, quien le explicó la diferencia entre chinos y mexicanos.
“Y me decía: ‘¿sabe cuál es la diferencia entre ustedes y nosotros? Nosotros tenemos mucho y tenemos claro lo que queremos hacer como nación: la mayor potencia mundial a más tardar en 2050. Ustedes lo tienen casi todo, pero no existen como nación, ignoran a dónde quieren llegar”.
El exdirector de la revista Proceso agregó: “Creo que tenía razón. Somos muchos méxicos, pequeños, medianos, grandes, y de pronto lo único que parece unirnos y eso a veces es la selección nacional de futbol”.
Luego recordó que el PRI, partido emanado de la Revolución Mexicana, gobernó durante 70 años, y “ahora se ha convertido en un muerto viviente”, pues, aunque construyó instituciones espectaculares, también contribuyó a crear una de las sociedades más injustas del llamado mundo occidental, donde caben junto a los hombres más ricos del planeta la gente que todavía camina con los pies descalzos.
Rememoró también que hace 20 años vino la alternancia en el Poder Ejecutivo. El PRI se vio obligado a dejarlo para que lo ocupara una pareja de fantoches a través de la cual una oligarquía política sustituyó a la otra, en referencia al expresidente Vicente Fox y su esposa Martha Sahagún y añadió que “los corruptos del PAN sustituyeron a los antiguos corruptos priistas”.
Después, destacó la llegada del gobierno de la sanguinaria guerra sin sentido que llenó el territorio nacional de cadáveres y fosas clandestinas, en alusión al sexenio encabezado por Felipe Calderón.
Siguió con el retorno del PRI al poder, en 2012, el cual sólo demostró que la vieja estructura quería todavía más. Le faltaba acumular fortunas aun mayores, exhibir más frivolidades, corromperse y corromper aun más, aludiendo a la gestión del expresidente Enrique Peña Nieto.
Pasó al 2018, cuando, dijo, el país experimentó una sacudida singular. Sin fraude de por medio, una enorme mayoría de votantes optó por una presunta transformación radical del país. Aquella en la que soñaron no todos, pero por lo menos algunos de los revolucionarios de principios de siglo XX. Un México en el que todos sus habitantes tuvieran las mismas oportunidades de trabajo, educación y salud. Un México que empezara a verse como una nación que fuera algo más que el Himno Nacional, resaltó.
“Hoy vemos que no ha sido posible. Frente a una propuesta de gobierno imprecisa, arrebatada, incoherente y propensa a las improvisaciones y ante un presidente irascible y ajeno a la autocrítica sobrevive una clase oligárquica que muestra con dureza su decisión firme de que nunca, nunca va a dejar voluntariamente los privilegios de los que ha disfrutado”, agregó.
Antes de terminar su discurso, Rodríguez Castañeda agradeció a quienes lo consideraron digno de la presea John Reed por trayectoria periodística y volvió a celebrar la memoria de John Reed, José Revueltas, de Carlos Montemayor y “sobre todo, desde esta tribuna, expreso mi enorme gratitud a la revista Proceso que hizo de mí lo que soy”.
Fuente: Proceso