El intercambio de regalos es una tradición que se remonta a la historia del nacimiento de Jesús en Belén.
La Biblia explica que tres hombres sabios -que conocemos como los Reyes Magos- le llevaron presentes al recién nacido: oro, incienso y mirra.
Todos conocemos al oro, pero ¿en qué lugar del planeta se pueden encontrar los otros dos hoy en día?
La búsqueda de ellos me llevó a Wajir, en el noreste de Kenia.
A media hora en coche desde esta ciudad, encontramos ocho hectáreas de plantaciones de árboles de Commiphora myrrha y de boswellias, de los que se produce la mirra y el incienso.
Medicinal
Hareth Hassan lleva 15 años cuidando esos árboles, desde que heredó la plantación de su padre.
“Nosotros atesoramos estos árboles porque su resina tiene muchos usos medicinales”, dice.
“Con su producto rociamos nuestras casas para repeler serpientes e insectos. También cuando alguien se enferma lo aplicamos. Por ejemplo, cuando usted siente dolor en la mano o si se rompe un brazo, antes de la sanación, colocamos mirra en la zona afectada “, relata Hassan.
Cuatro recolectores llegan con un hacha y recipientes de plástico reciclados.
Caminan alrededor de la granja en busca de la resina que está lista para la cosecha.
Vemos cómo hacen cortes superficiales en los troncos y ramas para estimular la producción de resina de mirra.
Hassan trabaja estrechamente con Ambia Osman, una oficial del Servicio de Bosques de Kenia.
“Estos árboles crecen de forma natural y eso es importante para su conservación”, nos explica Osman
Nos dirigimos de nuevo a la ciudad de Wajir, a un pequeño pero movido centro de comercio.
Osman nos muestra varias tiendas que almacenan la mirra, incienso y otros productos naturales.
En una de las tiendas, el comerciante nos trae un saco que contiene trozos marrones de mirra. Se parecen a los frutos secos.
“Un kilo de mirra cuesta US$8”, nos dice el vendedor.
A veces se puede conseguir por US$4.
“Estarían haciendo mucho más dinero si tuviéramos una fábrica en Wajir para agregar valor al producto”, concluye la oficial.
Fuerte y dulce
Una de las pocas fábricas que procesa el incienso se encuentra en la capital keniana, Nairobi.
Un fuerte y dulce aroma me golpea cuando entro en la procesadora Lubanchem Limited, ubicada en la zona industrial de Nairobi.
La fábrica fue creada por la farmacéutica Sadqa Haq.
“Mi padre trajo a casa un poco de incienso en 1997 y fue entonces cuando tuve la idea de instalar una fábrica para extraerlo”, explica la mujer.
Dos de sus empleados reparten piezas de incienso crudo en el suelo y comienzan a ordenarlas.
“Hacemos la clasificación y las ponemos en diferentes grados”, explica Haq.
Me cuenta que el envío que vemos llegó de Somalia.
Los árboles crecen en zonas áridas y semiáridas del norte de Kenia, Somalia y partes de Etiopía.
También se encuentran en Omán y Yemen, a través del Mar Rojo en Medio Oriente.
“Los árboles de incienso (boswellias) crecen principalmente en zonas con suelo alcalino con una gran cantidad de piedra caliza, por lo que hay muy poca vegetación. Mientras más duras las condiciones, más fino es el aceite que sale de estas plantas”, dice la farmacéutica Haq.
El aceite se extrae a través de un proceso de destilación. Una vez que la goma se ha ordenado, se hierve. El vapor que sale es una mezcla de agua y aceite, tomada a través de un compartimento de condensación.
En ese punto el aceite y el agua se separan. El aceite dorado limpio es el que se envasa para la venta.
Mercado creciente
Sadqa Haq exporta todos sus productos a EE.UU., Europa, Japón y Australia.
“El mercado en África subsahariana ha estado creciendo, pero no mucha gente sabe acerca del incienso”, dice ella.
Haq explica que la mayoría de sus clientes utilizan el producto para el tratamiento de diversas dolencias y sus propiedades medicinales se están investigando en EE.UU.
“Está siendo usado para tratar el sangrado de las encías y mal aliento. En la meditación y la aromaterapia se utiliza por su efecto calmante y refrescante”, afirma optimista la científica.
La conclusión parece ser que se trata de dos productos que todavía tienen mucho que dar.
Más de dos milenios después, todo indica que los Reyes Magos encontraron los regalos perfectos para dar a un bebé.
Incienso y mirra para la salud de la familia y el oro para la riqueza.
Regalos que todavía serían bien recibidos hoy.
Fuente: BBC Mundo