Miles de personas se congregaron este lunes en una céntrica plaza de la capital chilena, en el decimoctavo día de una protesta social que no cesa y exige respuestas inmediatas a sus necesidades en un país con gran desigualdad.
Centenares de personas saltaban y bailaban cuando al atardecer se registró un fuerte temblor, minutos antes de que la policía reprimiera fuertemente a los manifestantes y los dispersara con gases lacrimógenos y chorros de agua.
La policía impidió que las personas se agruparan con la gran cantidad de gases lacrimógenos que lanzaron y que hicieron difícil respirar.
Esta es la primera vez que el multitudinario movimiento –que carece de voceros y conducción política conocida– es convocado por un conglomerado de decenas de organizaciones de profesores, estudiantes, jubilados, profesores, artistas y empleados públicos, congregados en la opositora Mesa de Unidad Nacional.
Bárbara Figueroa, la líder comunista de la Central Única de Trabajadores, sostuvo que “en la medida que no haya presión… hay una agenda del gobierno que va a seguir avanzando” al igual que proyectos legislativos, porque “tenemos una oposición que en esto no ha tenido firmeza”.
Decenas de dirigentes gremiales agrupados en la opositora Mesa de Unidad Nacional se congregaron frente a la vieja sede del Congreso en la capital chilena para exigir cambios profundos al gobierno del presidente Sebastián Piñera, que hace casi tres semanas enfrenta una amplia gama de demandas, desde alzas de pensiones y salarios hasta una nueva Constitución.
Luis Morales, jubilado de 69 años, dijo que “no tenía idea de quién llamó a marchar hoy. Yo solo vengo a dónde hay protestas”.
Es prácticamente imposible dimensionar la respuesta de la convocatoria de la Mesa porque se inserta en las manifestaciones que casi a diario remecen a la capital chilena y al resto del país.
Figueroa llamó recientemente a un paro general de dos días pero la respuesta a la convocatoria no pudo medirse porque se produjo en medio de las gigantescas protestas que, excepto los últimos dos días de feriado y el fin de semana, se realizan en una céntrica plaza de Santiago, que el 25 de octubre reunió a más de 1,2 millón de personas.
El ministro de Hacienda, Ignacio Briones, pronosticó una caída en el crecimiento de Chile para 2019 de 2.6 por ciento estimado a entre un 2.2 y 2. La actividad económica fue impactada por las incesantes protestas multitudinarias, por el cierre durante dos semanas de gran parte del comercio y por el término anticipado de las jornadas de trabajo en amplias zonas de la ciudad por la falta de transporte público y un subterráneo que funciona 60 por ciento de su capacidad.
Al enterarse, Verónica González, una contadora de 59 años, dijo: “Creo que no es que vaya a crecer menos… es cierto que hay personas que están perdiendo dinero, pero lo van a recuperar después… Esta lucha se tiene que hacer igual”.
Hace casi tres semanas, un alza en el subterráneo fue seguida de un fin de semana de violentos saqueos, incendios y disturbios generalizados que desembocaron en las protestas que el país sudamericano vive casi a diario.
Piñera respondió con una agenda social que incluye proyectos de ley con leves mejoras en las pensiones básicas y en el salario mínimo -que son tramitadas en el Congreso- además de rebajas en los sueldos y asignaciones de diputados y senadores, que oscilan entre los 27 mil y 44 mil dólares mensuales, y una suba en el impuesto a los que ganan más de 11 mil dólares.
Los chilenos tienen un sueldo promedio que oscila entre los 500 y 700 dólares y un salario mínimo de 400 dólares que Piñera ofreció subir 65 dólares.
Según Leonardo Moreno, de la Fundación para la Superación de la Pobreza, en el país 10 por ciento de la población gana un 7.8 por ciento más que 90 por ciento restante y 65 por ciento de los 18 millones de chilenos gasta más que sus ingresos y está sobre endeudado.
El analista Marcelo Mella, de la Universidad de Santiago de Chile, dijo que la tensión social en esa nación, con su régimen presidencial, no derivaría en una salida de Piñera, “salvo por el mecanismo (constitucional) de acusación política”, que promueven un par de partidos izquierdistas. Aunque se sumaran otros tres partidos opositores no lograrían los votos necesarios al no contar con el respaldo del centrista Partido Demócrata Cristiano, que a menudo negocia con el gobierno.
“Sería un fracaso que agregaría otro problema al que ya tenemos en Chile, una falta de conducción política de la protesta social”, dijo.
El politólogo Alberto Mayol mencionó que “los esfuerzos (de Piñera) se centran en una sola variable, la agenda social, porque ésta permite estabilizar y salir airoso de una crisis que (el gobierno) está recién tratando de comprender en todas las dimensiones”.
Tres de los seis partidos de oposición entregaron el domingo al gobierno una propuesta para reformar la Constitución, fijar los precios de los medicamentos, mejorar las pensiones y llevar adelante una reforma tributaria.
Ni la oposición ni la calle se muestran conformes con las propuestas del mandatario pese a que renovó parcialmente su gabinete el 30 de octubre con figuras más dialogantes.
“Lo que tiene que hacer es cruzar el río, porque el fenómeno ya destruyó todos los diques sectoriales, por lo cual tiene que ser más osado, hacer cosas diferentes… lo que le queda es que él tenga la flexibilidad de negociar con gente con la cual no está de acuerdo”, añadió Mayol.
Fuente: AP