En su segundo viaje al Medio Oriente, el presidente Barack Obama encontrará esta semana un panorama político y estratégico casi irreconocible comparado con el que reinaba en su primer recorrido de la región poco después de llegar a la Casa Blanca en 2009.
Han desaparecido los líderes autoritarios de Túnez, Egipto, Libia y Yemen, y el otrora casi indestructible régimen de Assad en Siria enfrenta los embates de una insurgencia cada vez más poderosa. La incertidumbre abunda por doquier tras las revoluciones populares que han conmocionado el mundo árabe en los últimos dos años y destruido muchos de sus pilares de estabilidad.
Obama partió hacia Israel el martes por la noche. El presidente estará acompañado en el viaje por el secretario de Estado John Kerry. La embajada estadounidense en Jerusalén informó que estaba previsto el arribo de Kerry el martes, un día antes que Obama, y aunque no dio detalles de su itinerario, funcionarios israelíes dijeron que no había reuniones previstas con él.
Por otro lado, las pocas constantes que prevalecen desde el primer viaje de Obama no son un motivo de orgullo: un moribundo proceso de paz israelí-palestino empantanado en la desconfianza y el resentimiento mutuos, un Irán cada vez más cercano a obtener armas nucleares pese al endurecimiento de las sanciones internacionales y la creciente amenaza de los grupos islamistas.
Al mismo tiempo, la reelección de Obama en el 2012 ha alterado sus consideraciones políticas. Tras su última campaña como candidato político, no depende ya de la voluntad del electorado. Parece empeñado en crear un legado que, por lo menos a corto plazo, no esté centrado en la política internacional sino en los temas nacionales que dominan ahora la burocracia de Washington.
Por ello, los funcionarios estadounidenses poco esperan de este viaje, sin nuevas iniciativas para llevar a la mesa de negociaciones a israelíes y palestinos, ni un aumento considerable de la ayuda a la Autoridad Palestina, ni siquiera una estrategia para encarar la guerra civil de Siria. Tampoco habrá un gran gesto al mundo musulmán como el realizado en junio del 2009 en El Cairo.
En lugar de ello, han dado a la visita de Obama a Israel, la Autoridad Palestina y Jordania un carácter simbólico, asegurando a los israelíes el respaldo de Estados Unidos ante una posible amenaza, indicar a los palestinos que sus aspiraciones de una patria redundan en interés de la seguridad nacional de Estados Unidos y respaldar a la monarquía jordana ante las demandas de sus súbditos de reforma y las ramificaciones de la guerra civil siria.
Fuente: AP